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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

La calle es nuestra (II). En busca de la solución perdida

Lo cierto; es que lo que antaño eran gamberradas aisladas, se ha convertido en la actualidad en una bola de violencia gratuita y organizada que roza, si no lo es ya, el fenómeno social. Los adolescentes, cuyo perfil social, escolar y personal es bien conocido, son a la vez víctimas y verdugos de su situación y de la de los demás. También es cierto, que hasta ahora, el Estado a través de sus instituciones, la familia y la escuela formal no han podido(o querido) encontrar soluciones estables y funcionales a la exclusión social que genera el terrorismo callejero. Uno de tantos.

Ante esta situación, en la que estamos todos metidos. Hemos de encontrar una solución “por lo civil o por lo criminal” como diría el conocido juez de menores Emilio Calatayud. Y aquí está la madre del cordero. He oído y leído opiniones diversas; algunas con una clara tendencia “ a la vuelta atrás”,otras con una clara visión aperturista de la escuela, para que salga a la calle (colectivo el Patio),trabajando con las familias etc y otras bastantes eclécticas. Pero todas llevan tiempo y recursos, es decir personal formado y dinero. Mientras, el fuego se extiende cada vez más en forma de fracaso escolar y social, por lo que se eleva exponencialmente el riesgo de aumento de la delincuencia juvenil.

¿Alguien apuesta por una “mili social”; lejos de sus entornos perniciosos, donde trabajen y se formen profesionalmente los que andan tirados y puedan incorporarse a la sociedad con algunas herramientas que faciliten su integración? ¿Debatimos? Por supuesto. Pero, deprisita, que sale más rentable para todos.

Kiko García

Lo cierto; es que lo que antaño eran gamberradas aisladas, se ha convertido en la actualidad en una bola de violencia gratuita y organizada que roza, si no lo es ya, el fenómeno social. Los adolescentes, cuyo perfil social, escolar y personal es bien conocido, son a la vez víctimas y verdugos de su situación y de la de los demás. También es cierto, que hasta ahora, el Estado a través de sus instituciones, la familia y la escuela formal no han podido(o querido) encontrar soluciones estables y funcionales a la exclusión social que genera el terrorismo callejero. Uno de tantos.

Ante esta situación, en la que estamos todos metidos. Hemos de encontrar una solución “por lo civil o por lo criminal” como diría el conocido juez de menores Emilio Calatayud. Y aquí está la madre del cordero. He oído y leído opiniones diversas; algunas con una clara tendencia “ a la vuelta atrás”,otras con una clara visión aperturista de la escuela, para que salga a la calle (colectivo el Patio),trabajando con las familias etc y otras bastantes eclécticas. Pero todas llevan tiempo y recursos, es decir personal formado y dinero. Mientras, el fuego se extiende cada vez más en forma de fracaso escolar y social, por lo que se eleva exponencialmente el riesgo de aumento de la delincuencia juvenil.