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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Que no callen los obispos

Es natural porque la Iglesia española ha estado siempre con el reaccionarismo caracterizado, ya ven, por su poco respeto a la “dignidad e inviolabilidad de todo ser humano y los derechos fundamentales que le corresponden al hombre”; justo los valores que los obispos dicen ahora defender. Una toma eclesial de partido que preocupará o alegrará, según, a los involucrados en la lucha electoral; no a quienes no estamos constreñidos por las urnas y vemos el asunto de otro modo.

Me parece bien que los obispos no se callen. No creo que lamentar lo que dicen, plagado de reservas mentales (la forma recomendada de mentir sin pecar) sea mandarlos a callar; pero si ellos lo ven de ese modo, vale. Lo que interesa es que hablen y podamos medir el alcance de lo que digan en la tópica división de las dos Españas; en el bien entendido de que tópico no es sinónimo de falso.

No creo que nadie dude de cuanto ha contribuido la jerarquía eclesiástica y sus medios a reverdecer hoy aquella confrontación de las dos Españas. Eso nadie puede negarlo, de modo que la discusión es entre quienes ven bien la injerencia política de los obispos y defienden el derecho de la Iglesia a que prevalezcan sus principios sobre leyes salidas del Parlamento y los que opinan lo contrario. El asunto de la separación Estado-Iglesia no puede obviarse por más tiempo.

Ya veremos qué sale el 9-M. De momento, nos retrotraen a la cuestión de si el poder emana de Dios o si viene del pueblo; aunque llegue viciado por la indecencia del actual el marketing electoral; el de los obispos incluidos, por supuesto. Aunque etimológicamente nada tienen que ver, el palabro “marketing” me sabe a “martingala” en su acepción de artificio para engañar.

A todo esto, dicen que Sarkozy quiere que el Estado francés deje de ser laico. Sin que se sepa si su caída en estimación popular se debe a ello o a que no gusta a los franceses que su primera dama haya enseñado al mundo algo más que su magnificente ombligo de pan mojar.

Es natural porque la Iglesia española ha estado siempre con el reaccionarismo caracterizado, ya ven, por su poco respeto a la “dignidad e inviolabilidad de todo ser humano y los derechos fundamentales que le corresponden al hombre”; justo los valores que los obispos dicen ahora defender. Una toma eclesial de partido que preocupará o alegrará, según, a los involucrados en la lucha electoral; no a quienes no estamos constreñidos por las urnas y vemos el asunto de otro modo.

Me parece bien que los obispos no se callen. No creo que lamentar lo que dicen, plagado de reservas mentales (la forma recomendada de mentir sin pecar) sea mandarlos a callar; pero si ellos lo ven de ese modo, vale. Lo que interesa es que hablen y podamos medir el alcance de lo que digan en la tópica división de las dos Españas; en el bien entendido de que tópico no es sinónimo de falso.