Espacio de opinión de Canarias Ahora
Camas y más camas
Confieso que entre mis carencias figura la incapacidad de entender la legislación urbanística; demasiado confusa y contradictoria para hincarle el diente sin perecer en el intento. Siempre recordaré la lección de un viejo maestro quien me hizo ver que estas situaciones embrolladas no son casuales sino urdidas para beneficio de alguien; o de “álguienes”, dicho sea en plural macarrónico pues son muchos los aprovechados.
En realidad, valgan verdades, no son situaciones incomprensibles porque se comprende muy bien cuanto hay detrás. Quiero decir que son ininteligibles, que no es lo mismo, las leyes, normas, reglamentos y ordenanzas que constituyen el caldo de cultivo de los sobres bajo mano. Pero si empleamos el sentido común, salen algunas preguntas, sin duda tontas porque sabemos las respuestas.
Me pregunto, por ejemplo, cómo es posible que se den licencias para construcciones, a veces descomunales, claramente fuera de ordenación; cómo es posible que se concluyan las obras y se pongan en explotación sin autorización del órgano competente, lo que supone disponer de agua, luz, telefonía, de permisos para instalaciones industriales, etcétera; y cómo es posible que se pueda, mediante negociaciones, arreglarlo a los pocos que cogen en el renuncio. Y la pregunta más tonta de todas: cómo es posible que no se deriven de esas anulaciones responsabilidades para la autoridad política que dio la licencia, los técnicos que la avalaron, los promotores que pagaron la ronda y el sursum corda. Se comprende pero no se entiende.
Acaba uno creyendo que estos grandes mamotretos son de procedencia extraterrestre. Aún recuerdo a un socarrón de tierra adentro hablando de cómo se “aposó” en el muelle de Santa Catalina, de Las Palmas, el centro El Muelle, que fue aposadura de las que hacen época. Pues eso: se “aposan” y ahí quedan; anulados y todo. Estupendo.
Confieso que entre mis carencias figura la incapacidad de entender la legislación urbanística; demasiado confusa y contradictoria para hincarle el diente sin perecer en el intento. Siempre recordaré la lección de un viejo maestro quien me hizo ver que estas situaciones embrolladas no son casuales sino urdidas para beneficio de alguien; o de “álguienes”, dicho sea en plural macarrónico pues son muchos los aprovechados.
En realidad, valgan verdades, no son situaciones incomprensibles porque se comprende muy bien cuanto hay detrás. Quiero decir que son ininteligibles, que no es lo mismo, las leyes, normas, reglamentos y ordenanzas que constituyen el caldo de cultivo de los sobres bajo mano. Pero si empleamos el sentido común, salen algunas preguntas, sin duda tontas porque sabemos las respuestas.