Espacio de opinión de Canarias Ahora
El 9
Tiene Del Bosque una buena papeleta porque, haga lo que haga, como no regrese con la Eurocopa sin dejar que la coja Sergio Ramos lo pondrán a parir. Y si nos referimos a Canarias, es tremendo el cabreo por la sustitución de Silva al medio minuto del mágico pase que propició el empate ante Italia. El cáncer del nacionalismo, que diría Vargas Llosa.
Con todo, peor es la prueba del 9 de Rajoy, la que habrá de establecer si son galgos o podencos los 100.000 millones de euros. Para Rajoy es una “línea de crédito” a los bancos; para el resto del mundo, rescate puro y duro y aunque el presidente niegue que sea una intervención, ahí estarán los hombres de negro europeos controlando al FROB para que así sea. A Rajoy le interesaba el domingo pasado poner el huevo de la polémica para llegar a tiempo al Italia-España y dio por resuelto el problema bancario sin entretenerse en boberías de explicaciones. Y el lunes ya estaban los aguafiestas de la UE aclarando que no había en el monte tanto orégano como pretendía Rajoy para convencer al personal de tierra de que no será quien pague por último los platos que se rompan.
La diferencia de las dos pruebas del 9 es que la futbolera podremos verla por la tele y con la de Rajoy igual nos vamos a hacer puñetas sin saber la razón: tiene mayoría absoluta y puede permitirse el lujo de no explicar nada; ni siquiera a quienes lo votaron, el malagradecido. Nos obliga Rajoy a recurrir a medios extranjeros para enterarnos. Y lo que encontramos son datos y diagnósticos sobre la situación de España y cierto cachondeo con el presidente de opereta que nos deparó el destino y que les está resultando más entretenido que Zapatero, muy impuesto en su papel de protomártir.
A fuerza de hablar de dinero y de la tautología de restablecer el prestigio exterior de España, se obvian otros aspectos que tampoco contribuyen a elevarlo; más bien al revés. Lo de las Cajas y la cuasi generalizada impunidad de los desvalijadores, por un lado, y por el otro la variedad de espectáculos chungos que no cuadran en el cartesianismo europeo no nos hacen ningún favor. Desde Urdangarín hasta la sospecha del Gran Wyoming de que los documentales de la 2 son como catálogos de Ikea para el rey, van las últimas tribulaciones de la familia real. Luego está Carlos Dívar y su feo de uso de los dineros públicos que, dada su condición de primera autoridad judicial del país, equivale a trincar a Rouco Varela haciendo turismo sexual. Es la misma Justicia, la presidida por Dívar, que puso en libertad a Correa, jefe de la trama Gürtel, por su incapacidad para señalar la fecha de la vista oral y convirtió al juez Garzón en el único procesado y condenado en relación a este saqueo de connivencias peperas. La desprotección en que el Gobierno ha dejado a Garzón, a quien se la tienen jurada terroristas y narcotraficantes, es otra ayudita a la mala imagen exterior de la España perseguidora de un magistrado internacionalmente reconocido como impulsor de la justicia internacional; el caso Pinochet, sin ir más lejos.
Comprenderán que estos asuntos, unos más esperpénticos que de otros, y los esfuerzos del PP en el Gobierno por taparlos al punto de impedir que el Congreso de los Diputados sea al menos formalmente informado, no contribuyen precisamente a tranquilizar los “mercados”.
Tiene Del Bosque una buena papeleta porque, haga lo que haga, como no regrese con la Eurocopa sin dejar que la coja Sergio Ramos lo pondrán a parir. Y si nos referimos a Canarias, es tremendo el cabreo por la sustitución de Silva al medio minuto del mágico pase que propició el empate ante Italia. El cáncer del nacionalismo, que diría Vargas Llosa.
Con todo, peor es la prueba del 9 de Rajoy, la que habrá de establecer si son galgos o podencos los 100.000 millones de euros. Para Rajoy es una “línea de crédito” a los bancos; para el resto del mundo, rescate puro y duro y aunque el presidente niegue que sea una intervención, ahí estarán los hombres de negro europeos controlando al FROB para que así sea. A Rajoy le interesaba el domingo pasado poner el huevo de la polémica para llegar a tiempo al Italia-España y dio por resuelto el problema bancario sin entretenerse en boberías de explicaciones. Y el lunes ya estaban los aguafiestas de la UE aclarando que no había en el monte tanto orégano como pretendía Rajoy para convencer al personal de tierra de que no será quien pague por último los platos que se rompan.