Espacio de opinión de Canarias Ahora
Candidata
La candidata socialista a la presidencia del Gobierno de Canarias, Patricia Hernández, ha tenido la vía casi expedita para darse a conocer, para lanzarse a incursionar vericuetos de la política canaria, para ir recabando apoyos sociales y para poner en valor las cualidades que caracterizan su propia candidatura. Ella dirá si el terreno avanzado ha sido productivo (se supone que sí, claro que insuficiente) pero debe ser consciente de que aún media un largo trecho hasta que llegue la hora seria de los debates o de dar a conocer en serio y con argumentación persuasiva su modelo autonómico, sus propuestas, sus alternativas económicas, fiscales y sociales.
Hasta entonces, y a la espera de que los adversarios despejen sus incógnitas, habrá de seguir esmerándose en la ampliación de conocimientos de la realidad insular y en la de contactos con actores sociales que la permitan presentarse como una candidata sólida y fiable que ha demostrado tener predicamento entre la población juvenil. Tiene ahora que captar la atención de quienes aún creyendo que los nuevos tiempos en política parecen hechos para jóvenes, preparados y no quemados, abogan, a la hora de la verdad, por opciones personales que digan algo, que proyecten algo, que representen con dignidad el mandato que han recibido de una organización y que correspondan a la confianza que en personas de otra generación han depositado.
Para los socialistas canarios, la solución Patricia no tiene marcha atrás. Luego, harían bien en amasar unas candidaturas creíbles. El procedimiento para su confección recién se ha iniciado. Algunas circunstancias extrapolíticas, independientemente de las apetencias, luchas y factores territoriales ya conocidos, lo hacen especialmente incierto, cuando no complicado. Por primera vez en la historia de los socialistas canarios, hasta el virus del insularismo parece haber inoculado en un cuerpo político que pudo presumir, con toda justicia, de tener candidatos de las siete islas. Ahora tienen que resolver en clave interna pero, lo más importante, también pensando en captar la confianza de los electores, necesitados de estímulos, de mensajes innovadores, de personas y profesionales solventes y de ofertas pragmáticas en orden a resolver sus necesidades vitales y sociales. Mal harían en enredarse en los pliegues controvertidos del procedimiento interno que solo interesan a unos cuantos. La verdad, lo que interesa, está fuera y es ahí donde hay que concentrar la acción, demostrando, si es posible, la madurez de la organización capaz de resolver mediante primarias su principal candidatura y llamada ahora a continuar esa senda.
La candidata socialista no ha escuchado a nadie que este camino y el resultado final van a ser fáciles. Ni debe fiarse de que los rivales aún tienen que aprobar sus exámenes. Luego debe asumir lo que está en juego. Para eso, tiene que esmerarse.
La candidata socialista a la presidencia del Gobierno de Canarias, Patricia Hernández, ha tenido la vía casi expedita para darse a conocer, para lanzarse a incursionar vericuetos de la política canaria, para ir recabando apoyos sociales y para poner en valor las cualidades que caracterizan su propia candidatura. Ella dirá si el terreno avanzado ha sido productivo (se supone que sí, claro que insuficiente) pero debe ser consciente de que aún media un largo trecho hasta que llegue la hora seria de los debates o de dar a conocer en serio y con argumentación persuasiva su modelo autonómico, sus propuestas, sus alternativas económicas, fiscales y sociales.
Hasta entonces, y a la espera de que los adversarios despejen sus incógnitas, habrá de seguir esmerándose en la ampliación de conocimientos de la realidad insular y en la de contactos con actores sociales que la permitan presentarse como una candidata sólida y fiable que ha demostrado tener predicamento entre la población juvenil. Tiene ahora que captar la atención de quienes aún creyendo que los nuevos tiempos en política parecen hechos para jóvenes, preparados y no quemados, abogan, a la hora de la verdad, por opciones personales que digan algo, que proyecten algo, que representen con dignidad el mandato que han recibido de una organización y que correspondan a la confianza que en personas de otra generación han depositado.