Espacio de opinión de Canarias Ahora
La carajera anunciada
Se esperaba que lo hiciera, como digo, pero no con una contundencia tan alejada de su natural gallego. A Esperanza Aguirre le vino a decir que si te quieres dir, díte, obligándola, caso de quedarse, a enfrentarse a él por la presidencia del partido. Debe haberse convencido de que por importante que sea el PP de Madrid, Aguirre no lo controla al completo ni su influjo es tan poderoso para inclinar de su lado a las organizaciones peperas de las demás comunidades autónomas que están, en su mayoría, con Rajoy. A quien beneficia, además, la distribución por provincias y comunidades del número total de representantes en el congreso del partido.
Rajoy debe pensar que lo tiene todo atado. Aunque también pudiera ser que, harto de la herencia de Aznar, que lo hizo presidente bajo vigilancia, decidiera dar el golpe y poner a la militancia en la tesitura de optar entre él y lo que puedan representar Aguirre, Acebes, Zaplana y compañía. Si le sale bien, estupendo; si no, será él quien coja puerta sin que nadie pueda reprocharle no haberlo intentado.
Ha llegado tan lejos que arremetió en la misma tacada contra El Mundo y la COPE, que ya venían dándole caña por lo que ni les cuento cómo van a tratarlo en adelante. Acepta incluso, horror, que haya en el PP socialdemócratas, lo que da sentido a los rumores que colocaban a Ruiz Gallardón de secretario general del PP. Al alcalde de Madrid lo hacen los duros del PP reo de socialdemocracia y cosas peores y no cabe ahora descartar esa posibilidad. El peso en Madrid de Gallardón rivaliza con el de Esperanza Aguirre y seguro que no le desagradará contribuir a que su mortal enemiga vuelva a tener dificultades para llegar a fin de mes. Este es el otro duelo.
Como digo, se esperaba que ocurriera algo, por lo que la sorpresa ha sido que Rajoy se lanzara por lo derecho a la yugular de sus antagonistas. El empute no ha sido normal y ni quienes lo conocen bien sabían de esa capacidad de cabreo que acaba de demostrar.
Ha puesto al partido en la encrucijada de elegir qué quiere ser y hacer en los próximos tiempos. Si se alinea con la derecha europea o prefiere continuar manejado por la derechona de toda la vida, obispos incluidos.
Se esperaba que lo hiciera, como digo, pero no con una contundencia tan alejada de su natural gallego. A Esperanza Aguirre le vino a decir que si te quieres dir, díte, obligándola, caso de quedarse, a enfrentarse a él por la presidencia del partido. Debe haberse convencido de que por importante que sea el PP de Madrid, Aguirre no lo controla al completo ni su influjo es tan poderoso para inclinar de su lado a las organizaciones peperas de las demás comunidades autónomas que están, en su mayoría, con Rajoy. A quien beneficia, además, la distribución por provincias y comunidades del número total de representantes en el congreso del partido.
Rajoy debe pensar que lo tiene todo atado. Aunque también pudiera ser que, harto de la herencia de Aznar, que lo hizo presidente bajo vigilancia, decidiera dar el golpe y poner a la militancia en la tesitura de optar entre él y lo que puedan representar Aguirre, Acebes, Zaplana y compañía. Si le sale bien, estupendo; si no, será él quien coja puerta sin que nadie pueda reprocharle no haberlo intentado.