Espacio de opinión de Canarias Ahora
Tres caras de la miseria humana
Pero el pensamiento de las derechas políticas ha triunfado sobre los defensores de los Derechos Humanos. Los policías y militares del Frontex han provocado que cada vez salgan desde puntos más lejanos de la costa africana, y así aumentan las posibilidades de quedarse sin combustible y morir bajo el sol. El nacionalismo europeo aplica una política de leyes de extranjería que pretende blindar las puertas del club de los ricos. Se reserva el derecho de admisión para los cerebros africanos o a los representantes de las empresas que extraen el petróleo o los diamantes del continente vecino, pero se niega la entrada a quienes quieran venir a trabajar. También se permite la importación de negritos para los padres que quieren adoptar niños. El negocio funciona tan estupendamente que a algunos blancos se les fue la mano, y secuestraron a más de cien niños. Pero no pasa nada, mandamos a Sarkozy al Chad a salvar a los secuestradores, porque lo que no vamos a permitir es que estos negros apliquen la ley a los blancos que trafican con chiquillos.
Segunda miseria: Los africanos no pudieron llegar a ningún puerto canario. Y aquí, los que tienen ya negocios en los puertos isleños, protagonizan una guerra en la patronal para ver quiénes se reparten la gran tarta. Una guerra llena de presiones políticas miserables. Los periódicos de ayer estaban llenos de candidatos a sentarse en la Autoridad Portuaria. Volvía a salir el nombre de uno al que ya le había ido muy bien en los negocios portuarios, uno que en la época de Arnáiz logró firmar un contrato para ganar dinero si perdía un concurso, toda un ejercicio de defensa de libre mercado (risas de fondo) y de igualdad de oportunidades. Los pobres pueden consolarse al ver que los ricos también lloran, y algunos están dispuestos a matarse aunque, eso sí, en la guerra siempre quemarán pólvora ajena para no arriesgar los sagrados beneficios empresariales.
Tercera miseria: Entre la miseria de los negros que se mueren y la de los blancos que se matan por el botín, nos encontramos en la portada del periódico la actitud miserable un de Gobierno que no tiene dinero para mantener los servicios de urgencias en varios municipios canarios. La consejera de Sanidad está tan liada incrementando el dinero para patrocinar la sanidad privada, que se olvida de incluir el presupuesto para garantizar el derecho de todos a una sanidad pública digna. Mientras en el Palacio de la Moncloa (según el anuncio radiofónico pagado por Coalición Canaria) el contestador automático te manda a esperar si llamas desde Canarias, en la sede oficial de Presidencia del Gobierno canario dos mil pacientes se quedan sin poder hablar con la consejera de Sanidad o con el presidente del Gobierno. Ninguno de los dos tenía un hueco en la agenda para recibir a “nuestra gente”, que habían recorrido casi 30 kilómetros desde Valsequillo para explicar sus problemas a los mandamases.
La consejera Mercedes Roldós no entiende que estos canarios estén molestos por recorrer unos kilómetros para ir a urgencias. Más kilómetros tuvo que hacer ella para venir a vivir desde su Galicia natal hasta este archipiélago ultraperiférico. Roldós se sintió progresista mientras los socialistas estaban en el gobierno. Pero decidió abandonar el barco del PSOE cuando vio que se estaba hundiendo, en medio del mar siguió el vuelo de una gaviota y acabó en el Partido Popular. Ahora cuenta que ella huyó de la corrupción socialista, por eso se siente muy feliz tan lejos de la corrupción y tan cerca de Faycán, Góndola, Brisan y Eolo. La consejera está disfrutando con su puesto en el gabinete nacionalpopular con la misma “extraordinaria placidez” que Mayor Oreja vivió el franquismo.
Pero resulta que hay mucha gente que quiere fastidiarle la fiesta. De repente los médicos de familia, pacientes impacientes, enfermeras? todos quieren ver a Mercedes Roldós. Por eso la consejera ha decidido incrementar un 35,85 % el presupuesto destinado a gastos de representatividad y atenciones protocolarias. Porque doña Mercedes deberá recibir a mucha gente y tendrá que echar mano de expertos en protocolo, que le digan si primero hay que hablar con un paciente, con una enfermera o con un médico de familia.
Por eso no entiendo a las malas lenguas que le critican que el dinero destinado al Plan Estratégico para las listas de espera se reduzca en un 8,82% en 2008. Ella tenía que sacar los cuartos de algún lado, así que lo quitó de las listas de espera y lo puso en protocolo. Además, como dijo esa gran promesa de la política grancanaria que es Mari Mar Julios, todo lo que se invierte en Sanidad vale para luchar contra las listas de espera. Porque al fin y al cabo, unos señores que hagan un buen protocolo evitan que aumente la lista de espera de manifestantes que tiene el departamento que dirige Mercedes Roldós.
Juan GarcÃa Luján
Pero el pensamiento de las derechas políticas ha triunfado sobre los defensores de los Derechos Humanos. Los policías y militares del Frontex han provocado que cada vez salgan desde puntos más lejanos de la costa africana, y así aumentan las posibilidades de quedarse sin combustible y morir bajo el sol. El nacionalismo europeo aplica una política de leyes de extranjería que pretende blindar las puertas del club de los ricos. Se reserva el derecho de admisión para los cerebros africanos o a los representantes de las empresas que extraen el petróleo o los diamantes del continente vecino, pero se niega la entrada a quienes quieran venir a trabajar. También se permite la importación de negritos para los padres que quieren adoptar niños. El negocio funciona tan estupendamente que a algunos blancos se les fue la mano, y secuestraron a más de cien niños. Pero no pasa nada, mandamos a Sarkozy al Chad a salvar a los secuestradores, porque lo que no vamos a permitir es que estos negros apliquen la ley a los blancos que trafican con chiquillos.
Segunda miseria: Los africanos no pudieron llegar a ningún puerto canario. Y aquí, los que tienen ya negocios en los puertos isleños, protagonizan una guerra en la patronal para ver quiénes se reparten la gran tarta. Una guerra llena de presiones políticas miserables. Los periódicos de ayer estaban llenos de candidatos a sentarse en la Autoridad Portuaria. Volvía a salir el nombre de uno al que ya le había ido muy bien en los negocios portuarios, uno que en la época de Arnáiz logró firmar un contrato para ganar dinero si perdía un concurso, toda un ejercicio de defensa de libre mercado (risas de fondo) y de igualdad de oportunidades. Los pobres pueden consolarse al ver que los ricos también lloran, y algunos están dispuestos a matarse aunque, eso sí, en la guerra siempre quemarán pólvora ajena para no arriesgar los sagrados beneficios empresariales.