Sinceramente, no creía a Pablo Casado tan torpe, o tan fanático. En un pis pas se ha enfrentado a los empresarios catalanes y españoles, a la Iglesia catalana y española, a Comisiones Obreras y UGT, a todo el Congreso de los Diputados menos al PP, Vox y Cs, en definitiva, se ha puesto contra España a la que quiere virar patas arriba, y por si fuera poco se ha enquistado con la Casa Real al estar tan furibundo contra los indultos a los presos políticos catalanes, indultos que Felipe Borbón tuvo que firmar por indicación de Pedro Sánchez. Me dicen desde los entresijos del PP a nivel nacional que en realidad a Casado lo tiene muy nervioso Isabel Díaz Ayuso dentro de su propio partido, y Santiago Abascal, que empieza a comerle la tostada con mermelada y mantequilla, y eso ya le saca de quicio, cuando su operación de hacerse con los votos de Ciudadanos le va muy bien aunque sea a costa de cargarse la Ley Antitransfuguismo que el Partido Popular firmó, y si te vi no me acuerdo.
Pero aunque enfrentarse de mala manera a la CEOE de los empresarios y al poderoso IBEX 35, más a la Iglesia Católica -¡con la Iglesia hemos topado, Pablo!-, ha sido un grave error, lo que ha puesto enfermo de los nervios a Casado es la aprobación de la Comisión Europea al Plan de Recuperación Económica del Gobierno de coalición PSOE/UNIDAS PODEMOS para acceder a la gestión hasta 2026 de 140.000 (ciento cuarenta mil millones ¡ojo al dato y a la cifra!) de euros para reconstruir y reformar la economía española tras la crisis provocada por la pandemia. En realidad los problemas para Casado no han cesado desde que elDiario.es, que dirige Ignacio Escolar, descubriera que el famoso máster que hizo pero no hizo el presidente del Partido Popular, tras la revelación de que la Universidad Rey Juan Carlos -¡a ver cuándo le cambian el nombre!- de que no encuentra los trabajos que dice que hizo pero no hizo Casado, que además no asistió a ninguna de las clases, que era requisito imprescindible para ser máster al menos del filibusteo.
Particularmente no me ha gustado nada que Pablo Casado haya insultado a todos los españoles, incluida la CEOE a la Conferencia Episcopal,y a la sociedad civil en general, afirmando que son “cortesanos entregados a un gobierno sin principios” los que hemos apoyado los indultos a los presos políticos catalanes, entre los que me encuentro, y por lo tanto me considero insultado, pero como estoy escribiendo en un periódico serio y riguroso, vamos a dejar la cosa aquí para no recurrir a zafiedades. Bueno, sí decirle que es un tolete y un totorota, que además tiene todavía pendiente numerosos sumarios de corrupción del que presumiblemente no va a salir bien parado.
Pero aparte de sus numerosos errores y meteduras de pata, como el tratar de engañar a los españoles con la moción de censura a Mariano Rajoy, con los indultos, cuando en ambos casos son perfectamente legales, la guinda del pastel la ha puesto hace unos días cuando calificó a Pedro Sánchez de “mala persona”. La causa de ser mala persona es, según Casado, la remodelación del Ejecutivo, otra metedura de pata cuando sabe perfectamente que es el presidente del Gobierno, de este y de todos los gobiernos, el que pone a dedo a los ministros y los quita también a dedicidio. Pero la rabieta o calentura de cascos de Casado no fue el cambio ministerial, sino la afirmación de Sánchez de que la remodelación estaba destinada a asegurar la estabilidad para treinta meses, hasta que acabe la legislatura, y eso no se puede aguantar, con la posibilidad además de que en 2024 haya de nuevo un Gobierno de coalición PSOE/UNIDAS PODEMOS con todo un panorama por delante para limpiar a España incluso de la sociología del franquismo y tente tieso.