Espacio de opinión de Canarias Ahora
Un cascabel para el neoliberalismo
Nadie le puso el cascabel al neoliberalismo entonces y, como el gato de la fábula, ahora deambula de nuevo entre aquellos a los que considera simples ratones hambrientos y asustados por su amenaza. El mundo al revés. Mientras en el epicentro del Imperio capitalista, Obama abandera una mayor intervención del Estado en la economía, en la sanidad o en la educación, la tendencia en los países de nuestro entorno y en los dirigentes de la derecha insolidaria e izquierda aturdida, es correr para todos lados en busca de una salida, prestándose a derrumbar lo que hace tan sólo un año el Nobel de economía, Paul Krugman, llamaba exitosa democracia social.
No es asumible que el mismo capitalismo salvaje que lleva agonizando más de dos años, pretenda ahora acogotar a gobiernos que eligen democráticamente los ciudadanos para preservar los intereses de la mayoría. No es tolerable que la banca y las grandes fortunas, vayan a pasar de puntillas por esta crisis y otra vez tengan que ser los trabajadores/as y las clases medias quienes hagan la mayor parte del trabajo y sufran el más crudo sacrificio.
Vamos a introducir medidas de ajuste, a regular el Estado del Bienestar sí, pero hagámoslo poniendo la mayor carga en quienes han gozado de las mieles siempre. Purguemos los excesos. El reto no es Estado o mercado, sino combinar ambos, pero ya está bien que la mano invisible se meta en los bolsillos de todos, para que sólo cuatro sigan comiendo caliente. Basta de ruido por parte de la gran derecha económica, pero también de silencios cómplices por parte de los gobiernos que deben servir a los ciudadanos.
Ponerle el cascabel al liberalismo pasa por evitar sus perversidades, sus evasiones fiscales multimillonarias, sus estímulos indefinidos salidos de las arcas de todos. Es intolerable que existan jubilaciones como las de Botín, que un director de banca cobre el paro, que un multimillonario cobre pensión o que tenga los mismos derechos que padece una persona dependiente. No es lógico que desaparezca el impuesto sobre patrimonio y sucesiones, pero al tiempo se reduzca el sueldo de los empleados públicos. Hay que redefinir el Estado del Bienestar, pero no para que impere el del malestar impuesto por los que no creen en el Estado. Reformas estructurales sí, pero de fondo y de verdad. Lo contrario será tanto como acercarnos a la caverna, al sálvese quien pueda, al modelo de sociedad del que, curiosamente quieren salir, los mismísimos Estados Unidos de América.
Aureliano Francisco Santiago
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