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Ciencia e ideología

David Delgado / David Delgado

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Además, la ciencia evoluciona condicionada por la ideología dominante y el desarrollo científico condiciona a su vez a esta ideología. Por ejemplo, el materialismo dialéctico, demuestra la validez de sus leyes científicamente en diversos campos de la ciencia, con lo que el antiguo método metafísico cada vez está más relegado y condenado a desparecer, pues la burguesía sin reconocer la superioridad del materialismo dialéctico, cada vez adopta más este método consciente o inconscientemente.

Es necesario entender la importancia de la ideología en el componente científico, pues la ciencia está por encima de las clases sociales, es decir, existe ideología burguesa y obrera, pero es inexacto hablar de ciencia burguesa y ciencia obrera.

En el siglo XIX, comienzan a difundirse ideas que justificaban las desigualdades sociales en torno a las diferencias biológicas entre los individuos. Son las teorías bautizadas con el nombre de “determinismo biológico”. Los “ambientalistas” sin embargo, aseveraban que eran el ambiente y las condiciones sociales en que los sujetos sociales se desarrollaban las causas de buena parte de esas diferencias. Ideológicamente los ambientalistas eran progresistas con respecto a los deterministas, y unos con respecto a otros mantenían a la vez una lucha ideológica y científica.

La aparición en 1859 de “El origen de las especies mediante Selección Natural” de Darwin, y el redescubrimiento en 1900 de las leyes de Mendel posibilitó a los deterministas pasar de la justificación a la actuación en sí.

De este modo, antes que la Alemania nazi promulgase la “Ley de Sanidad Genética” en julio de 1933, en 1907 en Indiana (USA) se aprobó la primera ley eugenésica, y tres años antes del ascenso de los nazis, eran 31 los Estados que en USA tenían vigentes leyes eugenésicas con sus dramáticas consecuencias: hasta 1972, 24.000 ciudadanos estadounidenses fueron esterilizados por el gobierno usamericano. Un elevado porcentaje eran ciudadanos de raza negra.

En el desvarío acientífico y fascista en la década de 1970, William Saxbe, a la sazón fiscal general de Estados Unidos, dijo la siguiente perla: “los genes determinantes del comunismo tienden a manifestarse con mayor frecuencia en familias judías”. Pero han sido decenas los casos en que las aberrantes simplificaciones darwinistas y mendelianas fueron utilizadas por los poderosos.

El papel de la ideología dominante juega un factor clave en la comprensión de estos inexplicables hechos. La separación de las ciencias unas de otras, y la embrutecedora tesis que afirma que la ciencia es exclusiva para los científicos, puesto el resto de los mortales no alcanzamos a comprender algo sólo apto para mentes privilegiadas, abona el terreno para tener vía libre para hegemonizar sus ideas y concepciones sin que nos planteemos nada.

Y científicos siniestros como William Shockeley de la Universidad de Stanford o Konrad Lorenz, obtienen un premio Nóbel defendiendo uno la esterilización de las personas con bajo coeficiente intelectual y el otro desde la Alemania nazi prostituyendo al darwinismo en el transcurso de las prácticas genocidas y nosotros, ignorantes que somos aplaudimos acríticamente, pues a un Nóbel de Física no se le puede juzgar de otro modo.

No obstante, los grandes descubrimientos del siglo XIX, como el descubrimiento de la célula viva, la transformación de la energía, y la evolución en el hombre y los animales determinaron el abandono del espíritu metafísico a partir de Marx y Engels y recondujeron a la consideración de las cosas en su movimiento dialéctico.

Abordamos un proceso de lucha y confrontación ideológica que se desarrolla a través de las ciencias. Unos falazmente justifican teorías racistas para perpetuar la hegemonía de la clase dominante y la existencia de la propiedad privada en última instancia, y otros demuestran científicamente la superioridad del materialismo dialéctico y desmantelan las teorías burguesas.

Los estudiantes en su conjunto, no solo de ciencias, así como los trabajadores, precisan por lo tanto de un método científico de razonamiento. Para reflexionar acerca de lo que nos enseñan, cuestionarnos la validez de las teorías que nos enseñan como universales en las universidades en manos de la burguesía así como en sus medios de propaganda. Para pensar por nosotros mismos y no que lo hagan otros en nuestro lugar.

Actualmente silencian en el sistema educativo español que el físico lanzaroteño Blas Cabrera fuera el único “español” que compartiese los momentos más brillantes del desarrollo científico que viviese Europa en toda su historia con físicos como Albert Einstein, Madame Curie, Niels Bohr, Louis de Broglie.

Así mismo nada nos dicen de que en occidente “copiasen” a los grandes científicos soviéticos afines a las ideas socialistas como Oparin y Kolmogorov. ¿Cómo van reconocer la superioridad de la ciencia guiada por el materialismo dialéctico?

Podemos comprobar a diario como la batalla ideológica en el terreno de las ciencias tiene una clara orientación política. Por eso concluyendo al hilo de lo que expresé al comienzo debemos tener siempre presente la importancia de unir la ciencia y la ideología para una adecuada comprensión de la realidad y los fenómenos que en ella se producen. Obviamente no es una premisa exclusiva de la ciencia.

* Militante del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC) David Delgado*

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