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Cinemaissi 2012: Nómadas del cine

Tal y como están las cosas, en pocos años hablar de desigualdades entre los RICOS y los pobres será un eufemismo tan manido como inútil, dado que, ni de lejos, reflejará la verdadera situación que se estará viviendo en ese momento.

Sin embargo, todavía hay excepciones que marcan una diferencia entre quienes sólo miran por su bien personal y quienes entienden que, sin dejar a un lado dicho egoísmo, difícilmente se podrá mantener esta caricatura de sociedad en la que actualmente vivimos.

Una de esas “GLORIOSAS EXCEPCIONES” está protagonizada por un grupo de personas empeñadas en la difusión del séptimo arte, justo cuando entre la ignorancia de quienes piratean las películas, la senectud de quienes las exhiben y la cerrazón de quienes las distribuyen se está contribuyendo a la desaparición del cine como entretenimiento y como negocio.

Bajo un nombre muy gráfico “Nómadasperú” aunque muy bien podrían ser llamadas “Nómadas del cine” este colectivo recorre las abruptas y, en muchos casos, casi intransitables carreteras del Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay, a lomos de su 4 por 4, empeñados en que quienes nunca han visto una película en pantalla grande descubran la “magia del cine”.

De no ser por mi querencia hacia el séptimo arte, y hacia todo lo que tenga que ver con la imagen en movimiento, lo primero que haría sería recomendarles un buen psiquiatra ?y así lo hice cuando me encontré con una de ellas, Teresa del Castillo Rovira, en el marco del octavo festival de cine latinoamericano de Helsinki “Cinemaissi 2012”. No obstante, tras hablar con ella sólo unos minutos, y ver cómo me contaba lo que sentía al ver la cara de un niño peruano o ecuatoriano, nada más empezar la proyección de unas de las más de 500 películas que forman parte del catálogo de Nómadas, entendí, perfectamente, qué llevó a esta periodista catalana a colgar los bártulos de “la canallesca” y dedicarse a la difusión del cine, allá donde nadie había llegado antes.

En realidad y durante todo el tiempo que pude compartir con ella, fui consciente de la tremenda valía que un proyecto como Nómadas tiene, más si se tiene en cuenta la situación de constante inestabilidad, tanto social como política y económica que muchos de esos países llevan viviendo desde hace décadas. Puede que para nosotros, que vivimos en el “primer mundo” a pesar de la crisis que deben soportar nuestros países, ir al cine no sea nada del otro mundo y de ahí que muchos ya hayan perdido incluso la costumbre de ir a ver películas en una pantalla grande.

Otra cosa muy distinta es lo que pueda significar para un pueblo, apartado de las líneas de comunicación y ajeno a muchos de los cambios tecnológicos que tan comunes son para nosotros, sobre todo porque ni tan siquiera la electricidad es algo de uso común como se pudiera pensar, la llegada de la caravana de Nómadas.

Una vez que las “luces se apagan” siempre que se puede, dado que, como Teresa me explicó, cuando se hacen las proyecciones en la plaza del pueblo que dispone de este tipo de iluminación, no siempre es fácil apagarlas, una verdadera ventana al mundo exterior se abre ante los allí congregados.

Puede que les resulte exagerado, pero para los miles de personas que llevan asistiendo a las proyecciones y/ o festivales organizados por Nómadas desde el año 2007, el cúmulo de sensaciones que deben agolparse en sus cabezas deben ser muy similares a lo que rondaba por la cabeza de los espectadores de las primeras proyecciones de los hermanos Lumière, desarrolladas hace ya más de un siglo.

Sólo por eso y por la oportunidad que les brindan a todas las comunidades, mostrándoles que es lo que sucede en otras partes del mundo, Nómadas merecería ser imitado en otras partes del mundo, incluyendo nuestro país, cada vez más árido cuando se habla de cultura “para todos y no para unos pocos”.

Sin embargo, Nómadas ofrece también la posibilidad de que niños y jóvenes cojan, por primera vez, una cámara y rueden aquello que para ellos es importante. De ese modo, se les abre otra puerta, la de la creación por medio del lenguaje en movimiento, absolutamente presente en nuestra sociedad del siglo XXI.

Al final, el trabajo de todos aquellos que trabajan y colaboran con Nómadas tiene una doble recompensa, la cual puede ayudar a que, en un futuro no muy lejano, estas comunidades sean capaces, no de rodar sino de escribir su propio destino, lejos de guerras, dictadores de opereta decimonónica, señores de la guerra y el tráfico de riquezas naturales.

Claro que no todo es de “color de rosa” y los integrantes de Nómadas han sufridos imposiciones externas no siempre deseadas, robos menores e, incluso, un día fueron asaltados por la guerrilla local, quedándose en tierra y con lo puesto. Lo bueno es que, luego, el jefe de la guerrilla no sólo les devolvió todo el material, sino que, además, les pidió que proyectaran para su gente, con lo que, una vez más, la realidad superó al mejor guión cinematográfico.

De lo que no hay duda es que, por mucho que yo les pueda decir, tendría que ser Teresa del Castillo Rovira quien les contara todas las experiencias que ha ido atesorando a lo largo de estos seis años, porque, al fin y al cabo, yo sólo soy un mero intérprete y siempre me queda la sensación de no haber sido capaz de trasmitirles la verdadera esencia de un proyecto como Nómadas, aunque he tratado de hacerlo sin dejarme demasiadas cosas en el camino.

Si tienen un momento, consulten la página del proyecto http://www.nomadasperu.com/ y conozcan más de un proyecto tan atractivo como capaz de ilusionar a quienes amamos el séptimo arte y a quienes entienden que, en la construcción de la sociedad, participamos todos, no sólo unos pocos.

Muchas gracias a los responsables del festival Cinemaissi, especialmente a su responsable de prensa, Kari Pietarinen, y a Teresa del Castillo Rovira por su tiempo y por las facilidades para poder conocer Nómadas en boca de una de sus creadoras e impulsoras.

Eduardo Serradilla Sanchis

Tal y como están las cosas, en pocos años hablar de desigualdades entre los RICOS y los pobres será un eufemismo tan manido como inútil, dado que, ni de lejos, reflejará la verdadera situación que se estará viviendo en ese momento.

Sin embargo, todavía hay excepciones que marcan una diferencia entre quienes sólo miran por su bien personal y quienes entienden que, sin dejar a un lado dicho egoísmo, difícilmente se podrá mantener esta caricatura de sociedad en la que actualmente vivimos.