Espacio de opinión de Canarias Ahora
Color, llámame color. Hugo Pitti dixit
Cualquiera que piense en arte, no sé por qué, tiene en su idea un plano figurativo. Quizá porque nuestra sociedad ha estandarizado que la abstracción es algo difícil de entender, de encajar, de asimilar. Lo mismo podría pasarnos con el color. Somos reacios a la metáfora de la monocromía. El arcoíris de personajes que pinta Hugo Pitti (Tenerife, 1968) tiene más que ver con un universo propio de figuras que con mensajes ajenos apre(he)ndidos de la metaplástica de las vanguardias.
Este jueves 7 de abril, a las 20:00 horas, se inaugura en la sala de exposiciones de la Escuela de Arte Pancho Lasso una muestra única de uno de los pintores de más fecunda y vasta imaginación del panorama artístico canario: Hugo Pitti. No me atrevo a hacer un juicio crítico de su obra, englobada para la ocasión bajo el sugerente título de A menina imaginada. Nada está puesto al azar. Es color. Es figura. Como los fauvés, quienes desplazaron a comienzos de la centuria pasada la línea frente a la sugestión pasional del color. Nada es arbitrario. Todo es arbitrario. En esta dualidad se fragua el personalísimo mundo imaginario de este artista, profesor además de dibujo artístico en el centro conejero.
Sus figuras, estilizadas, tienen algo de divino. Más allá de la temática recurrente de parte de su obra, simbolizada por una suerte de hallazgo o manifestación religiosa que inunda de efectismo sus lienzos, es la mujer la que cobra vida. No es la Eva pecadora del texto sagrado, no es la Lilith luchadora expulsada del Paraíso, no es la femme fatale que circunda el peligroso juego de la androginia. Nada de eso. Las suyas son mujeres de raza, coloreadas por el óleo o la cera hasta dar con una ternura que sobrepasa las fronteras del lienzo. Color es color, que bien podría haber escrito un poeta al contemplar el ramillete de personajes que conmueven a una imaginación no exenta de tormentos. Al fin y al cabo, en el arte nada es gratuito. En los pinceles de este artista, tampoco.
Para mí, Pitti ha conseguido lo que a otros artistas les ha costado media vida obtener: un estilo propio. Se nota a la legua. Se huele a distancia. Se palpa al instante. Como la pintura de un reaccionario surrealista cubano como Wilfredo Lam. Líneas perfectamente marcadas. Geometrismo imaginado. Hablamos, claro está, de sus mujeres imaginadas, como bien propone en el título de la exposición nuestro pintor. Es color, es materia. Es Hugo Pitti en estado puro.
La muestra estará abierta hasta el próximo 30 de abril e irá precedida de una conferencia impartida por la doctora en Historia del Arte y conservadora emérita del Museo del Prado, Carmen Garrido, sobre una de las personalidades artísticas más apasionantes de toda la pintura universal: El Greco. La cita tendrá lugar en el salón de actos de la Escuela a las 19:00 horas.
Cualquiera que piense en arte, no sé por qué, tiene en su idea un plano figurativo. Quizá porque nuestra sociedad ha estandarizado que la abstracción es algo difícil de entender, de encajar, de asimilar. Lo mismo podría pasarnos con el color. Somos reacios a la metáfora de la monocromía. El arcoíris de personajes que pinta Hugo Pitti (Tenerife, 1968) tiene más que ver con un universo propio de figuras que con mensajes ajenos apre(he)ndidos de la metaplástica de las vanguardias.
Este jueves 7 de abril, a las 20:00 horas, se inaugura en la sala de exposiciones de la Escuela de Arte Pancho Lasso una muestra única de uno de los pintores de más fecunda y vasta imaginación del panorama artístico canario: Hugo Pitti. No me atrevo a hacer un juicio crítico de su obra, englobada para la ocasión bajo el sugerente título de A menina imaginada. Nada está puesto al azar. Es color. Es figura. Como los fauvés, quienes desplazaron a comienzos de la centuria pasada la línea frente a la sugestión pasional del color. Nada es arbitrario. Todo es arbitrario. En esta dualidad se fragua el personalísimo mundo imaginario de este artista, profesor además de dibujo artístico en el centro conejero.