Espacio de opinión de Canarias Ahora
La Comisión de Narnia
El informe de la Comisión de Venecia y, sobre todo, algunas de las innumerables tribunas que se le han dedicado, me siguen asombrando.
No por su contenido estrictamente jurídico, que ha supuesto un auténtico jarro de agua fría para el Partido Popular, por cuanto reduce a una mera pataleta las incendiarias afirmaciones de los populares de que la amnistía supondría la quiebra del estado de derecho y un atentado a la independencia judicial.
Tampoco por su análisis sobre la oportunidad de la norma. La Comisión de Venecia considera justificación más que suficiente el recurrir a la amnistía para poner fin a la judicialización de unos hechos que nunca debieron producirse pero que tampoco debieron ser respondidos como lo fueron, magnificando las acusaciones para llevar al Supremo una delirante rebelión que nunca existió.
Y no, el asombro no viene tampoco del análisis comparado de la amnistía con los países de nuestro entorno, pues confirma que, con ser una medida de carácter excepcional, no lo es en cuanto a la previsión de la misma y a su uso en los países que no la contemplan en su constitución.
(Es el momento de un saludo especial para García Castellón y su chascarrillo de que la Constitución tampoco prohíbe la esclavitud).
Lo que me asombra es la importancia que se le ha dado por parte de la prensa y de algunos opinadores progresistas al reproche de la falta de consenso.
Sinceramente, además del asombro me produce un cierto hartazgo el leer análisis en los que, de manera casi salomónica, se reconoce que la Comisión de Venecia ampara la concesión de la amnistía, pero reprocha esa falta de consenso y advierte de su carácter divisivo.
Vale. Entiendo que los juristas de la Comisión tengan que pronunciarse en esos términos, pero me extraña la reproducción de los mismos sin ningún tipo de análisis crítico.
Se le reprocha a Sánchez haber puesto en marcha el trámite de la ley de amnistía sin haberla negociado con el Partido Popular para llegar a un gran pacto de reconciliación, un gran acuerdo de país que dejara en nada los Pactos de la Moncloa.
¿Un acuerdo con el Partido Popular? ¿Con el mismo Partido Popular que incumple de manera sistemática la Constitución manteniendo mal embalsamado el cadáver del Consejo General del Poder Judicial?
¿Alguien cree posible llegar a un acuerdo con el mismo Partido Popular que votó en contra de la mayor parte de las medidas adoptadas durante la pandemia y la crisis económica generada por la covid-19?
¿De verdad que alguien cree que se puede llegar a un acuerdo con el partido que acudió a Europa tratando de bloquear la llegada de los Fondos Next Generation?
¿Con el mismo Partido Popular que veta el techo de gasto propuesto por el Gobierno a pesar del daño que provoca en las cuentas autonómicas y de las corporaciones locales?
Pero si a lo largo de estos años la única propuesta de pacto del Partido Popular ha sido pedirle los votos al PSOE ¡para derogar el sanchismo!
Pedir grandes acuerdos con el Partido Popular solo lo puede hacer la Comisión de Narnia.
El informe de la Comisión de Venecia y, sobre todo, algunas de las innumerables tribunas que se le han dedicado, me siguen asombrando.
No por su contenido estrictamente jurídico, que ha supuesto un auténtico jarro de agua fría para el Partido Popular, por cuanto reduce a una mera pataleta las incendiarias afirmaciones de los populares de que la amnistía supondría la quiebra del estado de derecho y un atentado a la independencia judicial.