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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Comprar en Canarias

Comprar en Canarias ha dejado de ser lo que era y, además de haberse encarecido considerablemente, se ha transformado en un engorro, porque de ser un territorio europeo sin aduanas, hemos pasado a ser la única comunidad de la Unión que las tiene y verdaderamente complejas a causa de los distintos impuestos. Dudoso honor, oigan. El complejo de la lejanía condujo a nuestros políticos a negociar fatalmente nuestra presencia en la Comunidad Europea, empeñados en conseguir una plena integración que, ahora, en la práctica, comprobamos que no es ni plena ni auténtica, sino todo lo contrario. (Intente usted salir con su coche a cualquier lugar del continente y regresar a su casa con el vehículo, y comprobará que es usted un europeo de tercera categoría). A los errores del modelo de nuestro engarzamiento en Europa, hay que añadir nuestras especificidades administrativas, con un escalón más en la organización política, lo que genera una hipertrofia burocrática que es preciso alimentar a base de impuestos y, cómo no, el victimismo del empresariado insular acostumbrado históricamente a una protección desmesurada, lo que se traduce en gravámenes para impedir la competencia y en la condena a los consumidores a la imposibilidad de elección y a tragar con productos de menor calidad, pero, eso sí, hechos en Canarias. (Y todavía hay políticos capaces de decirnos que somos unos privilegiados).

José H. Chela

Comprar en Canarias ha dejado de ser lo que era y, además de haberse encarecido considerablemente, se ha transformado en un engorro, porque de ser un territorio europeo sin aduanas, hemos pasado a ser la única comunidad de la Unión que las tiene y verdaderamente complejas a causa de los distintos impuestos. Dudoso honor, oigan. El complejo de la lejanía condujo a nuestros políticos a negociar fatalmente nuestra presencia en la Comunidad Europea, empeñados en conseguir una plena integración que, ahora, en la práctica, comprobamos que no es ni plena ni auténtica, sino todo lo contrario. (Intente usted salir con su coche a cualquier lugar del continente y regresar a su casa con el vehículo, y comprobará que es usted un europeo de tercera categoría). A los errores del modelo de nuestro engarzamiento en Europa, hay que añadir nuestras especificidades administrativas, con un escalón más en la organización política, lo que genera una hipertrofia burocrática que es preciso alimentar a base de impuestos y, cómo no, el victimismo del empresariado insular acostumbrado históricamente a una protección desmesurada, lo que se traduce en gravámenes para impedir la competencia y en la condena a los consumidores a la imposibilidad de elección y a tragar con productos de menor calidad, pero, eso sí, hechos en Canarias. (Y todavía hay políticos capaces de decirnos que somos unos privilegiados).

José H. Chela