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Consuelo de tontos

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El PP quiso que las elecciones europeas del domingo pasado se leyeran en España en clave nacional, como también pretendió en las últimas autonómicas, pero, aunque el partido de Feijóo volvió a ser el primero, no logró una victoria aplastante ni apabullante, por lo que sigue dejando vivo y coleando al PSOE de Pedro Sánchez. 

En las elecciones locales y autonómicas de mayo del año pasado el PP se las vio muy felices ya que obtuvo una victoria incontestable ante el PSOE. Sin embargo, Sánchez convocó inmediatamente el adelanto de las elecciones generales para dos meses después y el resultado fue distinto, aunque los populares volvieran a ser los más votados. 

Feijóo creyó que su partido arrasaría de nuevo a los socialistas pero el presidente, con la ayuda de Zapatero, volvió a sacar un resultado tan honroso que le valió a Sánchez continuar en La Moncloa porque el PP solo logró el respaldo de la ultraderecha y de un diputado de Unión del Pueblo Navarro, que hasta hace bien poco era la marca blanca del PP en la Comunidad Foral. 

En las elecciones europeas el PP sólo pudo conseguir dos eurodiputados más que el PSOE, por lo que su victoria fue pírrica a pesar de los cuatro puntos de diferencia porcentual. De hecho, los socialistas solo bajaron un escaño. No fue el resultado que los populares querían para forzar a Sánchez a convocar unas nuevas elecciones generales. 

 Fue un resultado de agenda 2030: el PSOE logró 20 eurodiputados y sacó el 30 por ciento. Más que suficiente para que Pedro Sánchez justificara su continuidad en la presidencia del Gobierno de España, a pesar de las prisas de la derecha, que le exige cada semana una nueva convocatoria de elecciones generales cuando aún no llevamos un año de las últimas. 

Las prisas no son buenas consejeras pero el PP las ha adoptado en su anhelo desesperado de volver a la Moncloa. Es muy curioso observar que las cuatro comunidades donde el PSOE ganó al PP en las europeas son justamente las mismas en las que hace 38 años rechazaron la entrada de España en la OTAN en el famoso referéndum convocado por Felipe González después de cambiar de opinión (o mentir) sobre los supuestos beneficios de la Alianza Atlántica.

 En todas y cada una de las provincias de Cataluña, País Vasco, Navarra y Canarias el PSOE ganó al PP. Incluso en Guipúzcoa y Álava, donde venció Bildu, el PSOE fue la segunda fuerza política y ganó al PP, el partido vencedor en el Estado. 

Tras las elecciones europeas, Sánchez reaparece como el líder socialista más sólido en Europa y además también España ha sido el país donde peor resultado ha sacado la ultraderecha, a pesar de dividirse en esta ocasión en dos partidos, o quizá por eso. La España de Sánchez aparece como el dique que frena a la ultraderecha. 

 Uno de los problemas de la democracia es que puede ganar cualquier gañán con altavoz en las redes sociales como Alvise Pérez. Este agitador ultra, que cuenta con más de un millón de seguidores en las redes sociales, logró casi 800.000 votos que sin duda le quitó a Vox, igual que el PP se aprovechó de la debacle de Ciudadanos para absorber a sus antiguos votantes.

 El hecho de que Alvise Pérez haya estado antes en el partido Unión Progreso y Democracia de Rosa Díez y posteriormente en Ciudadanos de Albert Rivera (de hecho fue jefe de Gabinete de Toni Cantó cuando esté era diputado valenciano) demuestra una vez más que del supuesto centro moderado a la ultraderecha no hay más que dos pasos.

  La mejor lectura que se puede hacer en España de las elecciones europeas es que en nuestro país la ultraderecha no tuvo los resultados espectaculares de Francia, Italia o Alemania. Teniendo en cuenta donde nació el fascismo y el nazismo hace un siglo, es para preocuparse seriamente, aunque en España el neofranquismo se queda por ahora en una fuerza menor dividida en dos partidos minoritarios. 

 No es consuelo pero dice algo mejor de los españoles que de los europeos de los tres principales países de la UE en el plano económico y demográfico. 

 Creíamos que convivíamos en España con algún monstruo retro pero el monstruo de tres cabezas está en el centro de Europa. Mal de muchos, consuelo de tontos, pero algo consuela. 

El PP quiso que las elecciones europeas del domingo pasado se leyeran en España en clave nacional, como también pretendió en las últimas autonómicas, pero, aunque el partido de Feijóo volvió a ser el primero, no logró una victoria aplastante ni apabullante, por lo que sigue dejando vivo y coleando al PSOE de Pedro Sánchez. 

En las elecciones locales y autonómicas de mayo del año pasado el PP se las vio muy felices ya que obtuvo una victoria incontestable ante el PSOE. Sin embargo, Sánchez convocó inmediatamente el adelanto de las elecciones generales para dos meses después y el resultado fue distinto, aunque los populares volvieran a ser los más votados.