Espacio de opinión de Canarias Ahora
Según convenga
El PP actuó en el Congreso de acuerdo con su programa opuesto a nuevas policías autonómicas. Esta postura contraria fue la de Soria durante la última campaña electoral. Luego se le terció la vicepresidencia del Gobierno y se viró a defensor del capricho eruptivo. Lo mismo que pasó a apoyar la tele autonómica, la mismita que prometiera cerrar si tocaba poder.
Al margen de lo que cada cual piense a favor o en contra de la Policía, es evidente que Soria cambia criterio y propuestas según le convenga y defiende una postura y su contraria con igual desparpajo. Como aquel clérigo de novela que pronunciara una alocución demostrando la existencia de Dios con tal brillantez y rigor que el obispo acudió a felicitarlo, entusiasmado. Y el clérigo de mi cuento, soberbio y envanecido su valía, le comentó que era capaz de demostrar con la misma elocuencia que Dios no existe. O sea, según. El obispo, indignado, le puso la proa y allí acabó su prometedora carrera eclesiástica; lo que obviamente no ocurre en política.
Los de CC no han estado menos finos con la tomadura de pelo. Paulino, recuerden, dijo que la Policía podía esperar tal y como están las cosas y debe ser que Ruano no leyó ese día el periódico porque convocó enseguida el concurso para cubrir las primeras plazas, presentó sus uniformes de inspiración volcánica y se dispone a dotarla con vehículos y medios disuasorios de masas insolentes reviradas que ya quisieran para sí las tropas americanas en Irak. No sé a quienes pretenderán machacar pero me preocupa porque el material previsto digo yo que se estropeará si no le dan uso. Los presupuestos que se barajan son de apaga la luz y vámonos a otro sitio con la crisis.
La cuestión de Emalsa incide en esta forma gloriosa de gestión. Ahora andan liados psocialistas y populares con lo de quien es la culpa. Josefa Luzardo se la echa a los psocialistas y recuerda que ella no estuvo de acuerdo con la venta y que votó en contra. Lo que conviene aclarar.
Es verdad que la venta se sustanció con Emilio Mayoral de alcalde y que Luzardo, concejala del PP en solitario, no estuvo de acuerdo aunque puede decirse que tampoco en contra. Me explico: su propuesta fue que el 66% de las acciones de Emalsa a la venta se repartiera a partes iguales entre las dos empresas ganadoras y la perdedora, Aquagest, hoy Canaragua. La propuesta fue rechazada y se hizo lo que se hizo y como se hizo por lo que no es menos cierto que ella no avaló con su voto la operación.
Luego vino la campaña electoral de Soria para alcalde en la que prometió recuperar Emalsa. Salió elegido y se encontró con una sentencia que anulaba la venta, pero lejos de cumplir lo prometido, readjudicó el concurso y lo dejó todo igual. Esta vez con el voto a favor de Luzardo. Si Mayoral contó con la inspiración de Mauricio y otros (además de las órdenes directas de Ferraz, que también mojó) para hacer lo que hizo, la chilena de Soria tenía menos margen al contar con mayores elementos de juicio: nada menos que una sentencia judicial para enmendar lo hecho por los psocialistas y los otros. Aunque sea lógico que se defienda y culpe a los psocialistas, no vale torcer las cosas, que memoria hay.
El PP actuó en el Congreso de acuerdo con su programa opuesto a nuevas policías autonómicas. Esta postura contraria fue la de Soria durante la última campaña electoral. Luego se le terció la vicepresidencia del Gobierno y se viró a defensor del capricho eruptivo. Lo mismo que pasó a apoyar la tele autonómica, la mismita que prometiera cerrar si tocaba poder.
Al margen de lo que cada cual piense a favor o en contra de la Policía, es evidente que Soria cambia criterio y propuestas según le convenga y defiende una postura y su contraria con igual desparpajo. Como aquel clérigo de novela que pronunciara una alocución demostrando la existencia de Dios con tal brillantez y rigor que el obispo acudió a felicitarlo, entusiasmado. Y el clérigo de mi cuento, soberbio y envanecido su valía, le comentó que era capaz de demostrar con la misma elocuencia que Dios no existe. O sea, según. El obispo, indignado, le puso la proa y allí acabó su prometedora carrera eclesiástica; lo que obviamente no ocurre en política.