-¿Te has dado cuenta de que todas las personas somos buenas hasta que la vida nos pone a prueba?
-Habla por ti. Yo sigo comportándome como mis cánones éticos y morales me dictan.
-Pues yo no lo creo. Pienso que ahora mismo serías capaz de eliminar cualquier tipo de competencia única y exclusivamente por seguir conservando lo que tienes.
-No es el caso, pero, si así fuera, ¿qué me lo impediría? Tengamos en cuenta que lo que tengo lo he ganado con mi empeño y trabajo. No creo que me hayan regalado nada. En mi caso hago cierto el dicho de “cada cual tiene lo que se merece”.
-¡Ah! ¿Entonces esta situación te la mereces?
-Sí claro. No me escabullo de mis responsabilidades. Bien porque no supe escuchar, bien porque no quise aprender o bien porque quise degustar en primera persona los deleites del conocimiento aplicado.
-Pues yo no lo tengo tan claro. Estamos aquí, en medio de la nada, como es la vida, con horizontes llenos de incertidumbre, en donde se atisban nubarrones, sin tierra firme a la que asirse… cuando realmente lo que se buscaba era la felicidad.
-¡Oh! La felicidad. Esa palabra tan bonita que todo el mundo ansía y, a la vez, nos esclaviza. Ese concepto que nos hace huir del dolor y del sufrimiento buscando únicamente el placer. Sin embargo, entender la diferencia entre dolor y sufrimiento nos hace comprender su compañía para enfrentarnos al cambio y al crecimiento.
- No me vengas ahora con filosofadas. No me gustaría tener dolor de cabeza.
-Pero piensa, el dolor de cabeza es una vivencia identificable, tangible. Es un fenómeno concreto que está presente de manera real. Aprendemos el significado de la palabra dolor a través de la experiencia personal, originado por diferentes causas. El dolor es un aprendizaje, una sensación, que evoca una emoción molesta y desagradable.
-Ay mi madre, que el sol te está dando fuerte en la cabeza. Refréscate, cállate un poquito y no me hagas sufrir.
-¿Sufrir? El sufrimiento se ubica y se alimenta en un tiempo y espacio distintos al momento presente. Generalmente sufrimos por lo ya ocurrido o por lo que creemos que ocurrirá en un futuro, también se sufre por la manera en que la vida es interpretada por cada cual, distorsionando muchas veces la realidad. En este caso, el sufrimiento siempre es alimentado por los pensamientos y las emociones convirtiéndolo en subjetivo.
-No vas a parar ¿no?
-No, porque va siendo hora de que sepas que el dolor y el sufrimiento son los pilares para iniciar el alivio, la aceptación y la cura. Frente a ambos no se lucha, se aceptan. Debes saber que el dolor es genuino, natural, legítimo y necesario para vivir y seguir aprendiendo. Cuando nos abrimos a la vida y presentamos nuestra candidatura al dolor, sabemos que nos puede llegar en cualquier momento, siendo proporcional a la pérdida. El sufrimiento, en cambio, es una elección. Incluso a veces es una postura. Una manera de mostrarse ante los demás donde puede durar toda la vida, aunque el hecho que lo provocó ya haya pasado.
-La verdad es que no sé adónde quieres llegar con tanta parafernalia y tanta bobería.
-¿No lo sabes? Pues nadie te mandaba a pasar las vacaciones en el mar para terminar naufragando. Así que, mejor no me busques más la lengua. Y, por cierto, sigue remando.