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No a la guerra en Costa de Marfil por Marc Euler Ble Ogou

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Por si no lo sabe, le informo de que mi país lleva en guerra desde el levantamiento de dichos rebeldes en el 2002. Sin embargo, el suministro de armas a los rebeldes, que no sólo no se desarmaron para las elecciones de 2010 sino que se han rearmado y llevan a cabo una ofensiva de vandalismo, guerrilla urbana y ataques con armamento pesado en el país en estos momentos, no está en la agenda de la ONU. Por si tampoco lo sabe, le informo de que los encargados de verificar el desarme rebelde desde el año 2004 eran los miembros de la ONU, de que se sospecha que la ONU les apoya logísticamente e incluso les arma y de que la ONU es responsable directa de la crisis que vive mi país desde la segunda vuelta de las elecciones de 2010, al nombrarnos presidente a Ouattara y lanzar a la comunidad internacional en peso contra nuestro gobierno ratificado por el tribunal constitucional, conforme a nuestras leyes y que preside Laurent Gbagbo.

No hace mucho que Nigeria pidió cobertura legal a la ONU para invadir mi país con la ECOMOG, las fuerzas armadas de la CEDEAO, con el fin de echar a Gbagbo. La Unión Africana nos ha enviado un comité de expertos y presidentes para tomar una decisión vinculante que acabe con nuestra doble presidencia, pero Radila Odinga, presidente de Kenia, ya ha declarado que sólo la “fuerza legal” puede solucionar nuestro caso. Blaise Compaoré, presidente de Burkina y miembro de ese comité de expertos, se ha expresado de la misma manera, además de estar detrás de la financiación y el entrenamiento de los rebeldes marfileños, como es vox populi, y ser el brazo armado de Francia en la región. Por si no lo sabe, le apunto que Compaoré lleva en el poder desde el 15 de octubre de 1987, cuando mató a su amigo y presidente, Tomas Sankara, y perpetró un golpe de estado. Todo el mundo se siente legitimado para amenazarnos.

No sé si debo enorgullecerme, pero Costa de Marfil ha logrado lo que no han conseguido en décadas ni Israel ni Marruecos ni China: poner de acuerdo a la comunidad internacional en pleno. La figura de Laurent Gbagbo y el proceso electoral marfileño unen a Sarkozy y Obama, a la Unión Europea y a la Unión Africana, a la ONU y a la Corte Penal Internacional. Incluso ha dado la oportunidad de pontificar en los medios a virtuosos demócratas africanos como Abdoulaye Wade, que intenta eternizarse en una especie de monarquía a golpe de reforma constitucional en Senegal, o el golpista Blaise Compaoré.

Todos sancionan a mi gobierno, desde la ONU que no hizo nada en Congo, Sáhara o Ruanda hasta la Casa Blanca de Wikileaks y la Unión Europea y los medios occidentales han encontrado otro monstruo que añadir a su particular galería de los horrores: Gbagbo, el tirano carnicero, aprendiz de Gadafi, Mubarak y Ben Alí.

A usted, que no sabe nada de mi país, me gustaría explicarle que Laurent Gbagbo llevaba 30 años en la oposición antes de ser presidente, que estuvo exiliado en Francia y que pasó por prisión en todos los gobiernos marfileños, que es historiador y profesor y un defensor del multipartidismo, que no es un santo y que comete errores, pero que de ningún modo se le puede considerar un Mugabe. También me gustaría explicarle que Costa de Marfil ha pasado por un golpe de estado, una dictadura, una guerra civil y la injerencia continua de Francia en sus asuntos sólo durante los últimos quince años y que la parte de la guerra civil ocupa ocho de los diez años en los que ha gobernado Gbagbo. Gbagbo llegó al poder en el 2000, tras unas elecciones que disputó con Guei, el general al mando de una junta militar golpista. Guei se negó a reconocer la victoria de Gbagbo y la gente salió a la calle para convertirlo en presidente. Masivamente. Algo que ahora no puede pasar con Ouattara, que necesita de valedores extranjeros y del terrorismo de las Fuerzas Nuevas para llegar al palacio presidencial.

Mi país está dividido por una guerra civil animada por Francia, Burkina y Ouattara desde hace ocho años, pero la comunidad internacional que ahora nos considera tan importantes no hizo nada entonces. A pesar de no darse las condiciones para unas elecciones justas y claras, la comunidad internacional nos forzó a ir a las elecciones a finales del año pasado. El resultado: hubo fraude y violencia en la zona controlada por los rebeldes que ahora son el ejército personal de Ouattara y que deberían ser juzgados por Luis Moreno-Ocampo. Por si no lo sabe, el Tribunal Constitucional marfileño proclamó presidente a Gbagbo en tiempo y forma, siguiendo el proceso institucional copiado de Occidente, en diciembre del año pasado. Por otro lado, Ouattara se autoproclamó presidente con los medios de comunicación occidentales y los embajadores de Francia y EStados Unidos de testigos, de la mano de la ONU, con resultados provisionales no validados y fuera de tiempo, a través de un miembro de su partido en la comisión electoral y en su cuartel general, el Hotel du Golf.

A Costa de Marfil, su Constitución y sus instituciones no se les respeta, como han demostrado claramente todos los organismos internacionales en estas semanas, cuando niegan la legalidad a un presidente elegido según las reglas y aclaman a una persona que alentó una rebelión antidemocrática en 2002 y que ha perpetrato un golpe de estado mediático y ahora fomenta una revolución armada salvaje para llegar a la presidencia de mi país. Para la comunidad internacional, las elecciones a la egipcia o a la burkinesa son pruebas de democracia y todos los presidentes africanos son grandes demócratas mientras pongan a su disposición sus riquezas, obedezcan al FMI y las multinacionales y a Sarkozy y Obama. Aunque se eternicen en su silla o se la cedan a sus hijos. La comunidad internacional siempre se sorprende cuando llegan las revueltas, como en Túnez, y “descubren” que los campeones de la democracia a los que apoyan son dictadores ladrones sin escrúpulos, como mínimo. Sicópatas en el peor de los casos.

No descubro nada nuevo si digo que la violencia jamás solucionó nada.

Por eso, me gustaría pedirle a mis vecinos canarios y españoles, a este pueblo que me acoge, que se oponga a esta nueva guerra sin sentido. Les pido que empiecen a preguntarse por qué es tan malo Gbagbo, por qué hay que desalojarlo a la fuerza, qué se esconde detrás del ruido de los medios occidentales y las amenazas de las potencias y cómo quedará Costa de Marfil si la ONU, Francia y Estados Unidos se salen con la suya. También pueden preguntarse qué han hecho Gabón, Camerún, Burkina o Togo para que se les considere más democráticos que Costa de Marfil y qué hicieron antes Túnez, Egipto o Libia para que nadie les levantara el labio.

* Presidente de ACAMARFIL y vicepresidente de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias.

Marc Euler Ble Ogou*

Por si no lo sabe, le informo de que mi país lleva en guerra desde el levantamiento de dichos rebeldes en el 2002. Sin embargo, el suministro de armas a los rebeldes, que no sólo no se desarmaron para las elecciones de 2010 sino que se han rearmado y llevan a cabo una ofensiva de vandalismo, guerrilla urbana y ataques con armamento pesado en el país en estos momentos, no está en la agenda de la ONU. Por si tampoco lo sabe, le informo de que los encargados de verificar el desarme rebelde desde el año 2004 eran los miembros de la ONU, de que se sospecha que la ONU les apoya logísticamente e incluso les arma y de que la ONU es responsable directa de la crisis que vive mi país desde la segunda vuelta de las elecciones de 2010, al nombrarnos presidente a Ouattara y lanzar a la comunidad internacional en peso contra nuestro gobierno ratificado por el tribunal constitucional, conforme a nuestras leyes y que preside Laurent Gbagbo.

No hace mucho que Nigeria pidió cobertura legal a la ONU para invadir mi país con la ECOMOG, las fuerzas armadas de la CEDEAO, con el fin de echar a Gbagbo. La Unión Africana nos ha enviado un comité de expertos y presidentes para tomar una decisión vinculante que acabe con nuestra doble presidencia, pero Radila Odinga, presidente de Kenia, ya ha declarado que sólo la “fuerza legal” puede solucionar nuestro caso. Blaise Compaoré, presidente de Burkina y miembro de ese comité de expertos, se ha expresado de la misma manera, además de estar detrás de la financiación y el entrenamiento de los rebeldes marfileños, como es vox populi, y ser el brazo armado de Francia en la región. Por si no lo sabe, le apunto que Compaoré lleva en el poder desde el 15 de octubre de 1987, cuando mató a su amigo y presidente, Tomas Sankara, y perpetró un golpe de estado. Todo el mundo se siente legitimado para amenazarnos.