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Crisis ¿qué crisis?

Francisco Ramírez / Francisco Ramírez

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Supongo que José Luis Rodríguez Zapatero habrá hecho una llamada telefónica a tan insignes amigos para interesarse por el resultado de la reunión, pero sobre todo para contarles que en España se han diseñado algunas soluciones para paliar la situación tan complicada en la que Europa está inmersa.

Una de ellas consiste en concursar en el programa ¡Ahora Caigo! de Antena 3, presentado por Arturo Valls, comunicador que goza de mi simpatía, la verdad.

En este formato un concursante compite contra otros diez, de manera que habrá 10 cantidades de dinero ocultas en los atriles de los concursantes a batir. Un súper premio millonario si el concursante consigue mantenerse en pie. Si no responden correctamente en el tiempo estipulado, lo perderán todo y la trampilla sobre la que están colocados se abrirá y caerán al vacío.

La verdad es que el programa es entretenido. En primer lugar, porque el telespectador trata de averiguar las respuestas desde el salón de casa e intenta adelantarse a la respuesta del concursante. ¿Quién de nosotros no lo ha intentado y, si lo consigue, mira con aires de suficiencia a los familiares o amiguetes que nos acompañan en ese momento, y dice aquello de “si yo estuviera concursando?”

En segundo lugar, porque los telespectadores y el público presente en el plató se lo pasan de fábula en el momento en que cada concursante eliminado cae a través de la trampilla sobre la que están colocados. Ver esas caídas ?repetidas en cámara lenta en varias ocasiones desde diferentes ángulos- no tiene precio, a juzgar por esa mezcla de estupor y morbo que muestran las caras de los allí presentes, que parecen contemplar una ejecución sin víctimas reales.

Y es que encima la apuesta ha salido bien, porque hace unas semanas un concursante consiguió el mayor premio otorgado en este programa: 200.000 euros. Y lo mejor es que el ganador es un químico?¡en paro!

El segundo plan de choque es participar en el concurso “Uno para ganar”, en Cuatro, presentado por Jesús Vázquez, ese icono para ellas y para ellos, lo cual no deja de ser un maravilloso éxito.

Aquí el concursante puede ganar hasta 500.000 euros, una cantidad nada desdeñable. ¿No les parece?

Y no me negarán que los políticos que han gobernado nuestro país en los últimos diez o quince años han hecho bien sus deberes. Tengo la sensación de que han invertido mucho dinero en materia de educación, porque es maravilloso presenciar cómo un concursante se hace millonario después de lograr superar una prueba tras diseñar una minúscula vía de tren mediante una estructura formada por grapas y gomas de borrar, por las que una canica ?o boliche, como decimos por estos lares- circula hasta caer dentro de un vaso. Se me antoja mucho más complicado que el descubrimiento de la densidad de un cuerpo por parte del griego Arquímedes. Sí, aquel que dijo ¡eureka!

Tampoco me extraña el gran número de triunfos deportivos cosechados por nuestro país a nivel internacional. Está claro que las mejoras de las infraestucturas y el excelso nivel formativo tienen que ver mucho en estos éxitos.

Por eso entiendo como algo lógico que un concursante logre un buen puñado de euros tras superar una prueba individual -solo comparable en dificultad a la lucha de Usain Bolt contra el crono- cuando consigue mover, de una en una, unas bolas de algodón de un cuenco a otro usando únicamente la nariz.

Por no decir de aquel concursante que logró mover usando los músculos de la cara una galleta de la frente a la boca. Ese momento fue de tal intensidad que me recordó al hito que consiguió Edurne Pasabán, cuando se convirtió en la primera mujer en ascender los catorce ochomiles que existen en el planeta.

En definitiva hay fórmulas para salir de la crisis y mientras sean lícitas hay que aprovecharlas. Seguro que Sarkozy y Merkel han tomado nota.

Y ya lo sabe, tenga cuidado: la televisión crea adicción.

Francisco Ramírez

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