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Crisis y oportunidad: más autonomía tecnológica por Roberto Moreno Díaz

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En las mencionadas tertulias de parloteo crisis-oportunidad, a pesar de ser repetido ese binomio hasta el aburrimiento, no he podido escuchar un solo ejemplo de cómo convertir algún aspecto de la crisis en una oportunidad. No digo que no los haya: sé que existen y se ponen en marcha, en algún caso con éxito rápido, y que su hallazgo depende tanto de la desesperación como de la necesidad, pero siempre hay un componente de innovación, ingenio y de uso de herramientas que, aunque conocidas, hasta entonces no eran tenidas suficientemente en cuenta.

En bonanza presupuestaria muchas administraciones hicieron descansar durante años sus necesidades tecnológicas software en soluciones comerciales cerradas, propiedad de terceros, con un mercado a veces muy poco competitivo, generando a medio plazo una peligrosa dependencia tecnológica que se vuelve insostenible en cuanto las condiciones financieras cambian, muy a peor, de la noche a la mañana. El crecimiento y la correspondiente demanda de uso de licencias informáticas, por ejemplo, desembocan en un punto de conflicto en el que la factura es demasiado elevada y el riesgo de colapso administrativo, cierto.

Una de las mayores facturas tecnológicas del Gobierno de Canarias para este año 2012, la de las licencias informáticas, va a tener una reducción de un 25%. El gasto, hasta ahora, no se podía considerar una inversión, aunque se haya estado produciendo año tras año en el pasado, ya que en sentido estricto no generaba riqueza tecnológica, siendo más una decisión de compra que una decisión estratégica sobre tecnología. Esa reducción mencionada, por otro lado, tampoco es en puridad un recorte pues la diferencia financiera con la factura, hasta 2011 habitual, no se va a perder: el Gobierno de Canarias es consciente, y así se ha expresado en los Presupuestos de este año, que una de las vías de salida de la crisis y del crecimiento posterior, reside en apostar por nuestros puntos fuertes tecnológicos.

Progresivamente, pues, convertiremos un gasto tecnológico, y por tanto una dependencia, en una inversión tecnológica, y por tanto en una solución de futuro.

Así pues, el ahorro en licencias de software propietario, que a partir de este año procuraremos que sea sostenido, irá acompañado del correspondiente aumento de la inversión en los proyectos tecnológicos de software libre del Gobierno canario, canalizados a través del proyecto de administración electrónica, PLATINO, y de una promoción interior a la administración para la popularización del uso de soluciones informáticas basadas en software de código abierto, que en muchos casos se diseñan e implementan en Canarias por parte de empresas canarias y por ingenieros formados en nuestra universidades. La inversión pública en tecnología, poca o mucha, debe procurar quedarse aquí siempre que sea posible y generar riqueza tecnológica en nuestro entorno inmediato. De esta manera aumenta nuestra autonomía en el plano tecnológico dejando de depender, tan acusadamente, de otros.

Esta estrategia concreta, de oportunidad en crisis, no se puede llevar a cabo de un día para otro, ello podría abocar a la paralización administrativa, pero desde luego una vez comenzada no va a tener marcha atrás. Y se convierte, así, en un buen ejemplo de cómo la situación crítica se convierte en oportunidad tecnológica en un momento en que el conocimiento tiene que primar su valor sobre el ladrillo en nuestro camino de recuperación y consolidación económica futura.

Roberto Moreno Díaz

En las mencionadas tertulias de parloteo crisis-oportunidad, a pesar de ser repetido ese binomio hasta el aburrimiento, no he podido escuchar un solo ejemplo de cómo convertir algún aspecto de la crisis en una oportunidad. No digo que no los haya: sé que existen y se ponen en marcha, en algún caso con éxito rápido, y que su hallazgo depende tanto de la desesperación como de la necesidad, pero siempre hay un componente de innovación, ingenio y de uso de herramientas que, aunque conocidas, hasta entonces no eran tenidas suficientemente en cuenta.

En bonanza presupuestaria muchas administraciones hicieron descansar durante años sus necesidades tecnológicas software en soluciones comerciales cerradas, propiedad de terceros, con un mercado a veces muy poco competitivo, generando a medio plazo una peligrosa dependencia tecnológica que se vuelve insostenible en cuanto las condiciones financieras cambian, muy a peor, de la noche a la mañana. El crecimiento y la correspondiente demanda de uso de licencias informáticas, por ejemplo, desembocan en un punto de conflicto en el que la factura es demasiado elevada y el riesgo de colapso administrativo, cierto.