Espacio de opinión de Canarias Ahora
El cuestionamiento de Rubiales y sus palmeros a Jenni Hermoso es el casposo “¿qué llevaba puesto?”, pero se acabó
Las víctimas de agresión sexual han sido históricamente sometidas al cuestionamiento, expuestas al debate público y a ser observadas para que el machismo determine si cumple con lo que el patriarcado considera que es una víctima. “¿Qué llevaba puesto?” “¿Su falda era muy corta?” “¿Dijo no queriendo decir sí?... Lo vimos en el caso de la violación grupal de La Manada que propició una movilización social feminista que clamaba por poner el consentimiento en el centro. Un avance que llegó después con la llamada Ley del Solo sí es sí que algunos critican sin haber leído. Ahora, pese a que hay cámaras y a que millones de personas vimos la realidad vuelven a hacer luz de gas, a sembrar la duda y el culpable trata de victimizarse, con la ayuda, por supuesto, de un séquito de machistas que incluye a buena parte de la prensa.
En España, solo el 8% de las agresiones sexuales se denuncian y aún hay quien se pregunta por qué. Hay toda una violencia estructural, todo un sistema que pone en duda una y otra vez a la víctima. Y precisamente lo hemos vuelto a ver en los últimos días con la agresión cometida por el presidente de Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales (suspendido por la FIFA), hacia la futbolista Jenni Hermoso cuando acababa de ser proclamada campeona del mundo con su titánico esfuerzo y el de sus compañeras. “Ella me levantó a mí del aire”, “fue fruto de la euforia del momento”, “no había deseo”, ha dicho Rubiales como parte de su supuesta defensa. Como ya han explicado otras expertas y compañeras feministas, siguió perfectamente el patrón de cómo se comportan los machistas.
El gesto de Rubiales nos interpela a todas y a todos; a nosotras nos recuerda episodios en los que se nos incomodó, se nos trató de ridiculizar, las veces que no pudimos decir que no. Y en definitiva, a todas las mujeres anónimas, que sufren opresión, dobles discriminaciones y que no pudieron reaccionar ante un acoso machista, se sintieron solas o con miedo. A los hombres, les interpela porque este caso representa a la perfección la persona que no deberían ser, que demuestra que lograr un “éxito” deportivo en un mundo masculinizado es mucho más complejo para las mujeres y que ellos deben ser conscientes de sus privilegios, ser capaces de sacudirse poco a poco cada día esa caspa machista si de verdad quieren que avancemos hacia la igualdad o si es un simple eslogan que han interiorizado como fachada.
Ni siquiera ganando un título tan importante como el de campeonas del mundo las mujeres somos tratadas con respeto en este mucho machista
Ni siquiera ganando un título tan importante como el de campeonas del mundo las mujeres somos tratadas con respeto en este mucho machista, que exige y exige a las mujeres perfección, pero sin hacer sombra; esfuerzo, pero poniendo mil trabas en el camino; éxito, pero reivindicando que es un hombre el que te ha ayudado supuestamente a conseguirlo, como dijo Rubiales en tan repulsivo mensaje el pasado viernes.
El viernes 25 de agosto, ese en el que todas esperábamos que llegaría la dimisión de Rubiales, asistimos atónitas a la demostración del más puro machismo sin complejos. El día no hacía sino empeorar, pero este país ya no es el mismo, y Jennifer Hermoso no solo no está sola sino que todas sus compañeras de selección y gran parte de la sociedad le hace saber que “se acabó” como dijo Alexia Putellas y que nos van a tener de frente.
Ese viernes fue tal la rabia y la impotencia que acabé de nuevo en el cine viendo Barbie (como explicaba recientemente la catedrática María José Guerra Palmero, 2023, con todas sus turbulencias, quedará caracterizado por el desbordamiento feminista de los diques machistas en el cine y en el deporte). Viendo de nuevo esa película quería recordar cuál es la fórmula para vencer tanta impunidad, tanta injusticia y tanto machismo y no es otra que estar unidas y utilizar todos los canales posibles para hacer llegar el mensaje a todas las mujeres, jóvenes y niñas de que ante agresiones como esta nos va a tener con ellas en la lucha.
Se acabó.
Las víctimas de agresión sexual han sido históricamente sometidas al cuestionamiento, expuestas al debate público y a ser observadas para que el machismo determine si cumple con lo que el patriarcado considera que es una víctima. “¿Qué llevaba puesto?” “¿Su falda era muy corta?” “¿Dijo no queriendo decir sí?... Lo vimos en el caso de la violación grupal de La Manada que propició una movilización social feminista que clamaba por poner el consentimiento en el centro. Un avance que llegó después con la llamada Ley del Solo sí es sí que algunos critican sin haber leído. Ahora, pese a que hay cámaras y a que millones de personas vimos la realidad vuelven a hacer luz de gas, a sembrar la duda y el culpable trata de victimizarse, con la ayuda, por supuesto, de un séquito de machistas que incluye a buena parte de la prensa.
En España, solo el 8% de las agresiones sexuales se denuncian y aún hay quien se pregunta por qué. Hay toda una violencia estructural, todo un sistema que pone en duda una y otra vez a la víctima. Y precisamente lo hemos vuelto a ver en los últimos días con la agresión cometida por el presidente de Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales (suspendido por la FIFA), hacia la futbolista Jenni Hermoso cuando acababa de ser proclamada campeona del mundo con su titánico esfuerzo y el de sus compañeras. “Ella me levantó a mí del aire”, “fue fruto de la euforia del momento”, “no había deseo”, ha dicho Rubiales como parte de su supuesta defensa. Como ya han explicado otras expertas y compañeras feministas, siguió perfectamente el patrón de cómo se comportan los machistas.