Dar la batalla

Pese a quien le pese, el Estado español es un estado plurinacional que, para garantizar su convivencia y el autogobierno, además de la Constitución, en cada territorio existe un Estatuto de Autonomía, que es su norma institucional básica.

Siendo verdad que -como evidencia el reciente socio barómetro- los que aquí vivmos, pese a que casi el 35% se siente solo canario o más canario, mayoritariamente (más del 50%) manifestamos la compatibilidad entre la identidad española y la canaria, no es menos cierto que, por distintas circunstancias, corremos el riesgo grave de perder nuestra idiosincrasia si no somos capaces de defender esa identidad. 

Muestra de ello es el avance imparable del “vosotrismo”, como fenómeno que abandona tanto el rico vocabulario de nuestros padres y abuelos, como la tradicional gramática (el ustedes, que es usado sin reparos incluso por la propia tele canaria, lo que es reflejo de cierto -aunque infundado- complejo de inferioridad, pues nuestra habla es tan válida como cualquier otra variedad lingüística y tenemos que estar orgullosos de ella), lo que supone una pérdida irreparable del habla canaria y, por ende, uno de los rasgos que nos distingue como pueblo y que caracteriza eso que hemos convenido en llamar canariedad, que es patrimonio de todos los canarios.

Consciente de su importancia, el propio Estatuto manda a defender ese patrimonio cultural. Hasta en tres ocasiones se refiere a nuestra forma de hablar.

Art. 27. Derecho en el ámbito cultural.

34. Los poderes públicos canarios velarán por la protección y la defensa de la identidad, patrimonio histórico y los valores e intereses de Canarias, del legado etnográfico y arqueológico de los aborígenes prehispánicos y de las demás culturas que han ido poblando el Archipiélago, así como de las distintas modalidades lingüísticas, en particular del silbo gomero.

Artículo 37. Principios rectores.

Los poderes públicos canarios asumen como principios rectores de su política:

7. La defensa, promoción y estudio del español de Canarias, como variedad lingüística del español atlántico.

Artículo 137. Patrimonio cultural.

1. Corresponde a la Comunidad Autónoma de Canarias la competencia exclusiva sobre el patrimonio cultural, sin perjuicio del artículo 149.2 de la Constitución, que en todo caso incluye (…), así como los bienes inmateriales de la cultura popular canaria y las particularidades lingüísticas del español hablado en Canarias.

¿Qué se está haciendo desde los poderes públicos en defensa de este patrimonio?

Nada. La Academia canaria de la lengua, pese a nutrirse de fondos públicos, es una entidad que actúa por puro voluntarismo de sus integrantes. No creo que ni siquiera en el Gobierno de Canarias se haya detectado el problema (ni en Educación ni en Cultura) y a la oposición ni se le espera. 

Otro reflejo de pérdida de identidad es el uso de determinadas expresiones utilizadas para referirnos a nosotros mismos, al sustrato político de nuestra sociedad. ¿Qué somos? 

La respuesta dice mucho de nosotros, pues va a dar la medida de cómo nos identificamos como Pueblo. Es decir, de cuál es nuestro grado de conciencia colectiva. 

Eso la Constitución española lo entendió enseguida: habla tanto de nacionalidades como regiones a la hora de ejercer la autonomía, porque sabía que había auténticas naciones (las llama nacionalidades para salvar escollos), pero también que había territorios sin apenas esa conciencia colectiva, a las que se refiere como regiones. 

Como es un problema de conciencia colectiva, de cómo los ciudadanos de esos territorios se reconozcan –a través de sus tradiciones culturales, peculiaridades geográficas y económicas, historia común, lenguas o modalidades lingüísticas, etc.–, deben ser los Estatutos los que califiquen al sustrato socio-político de una u otra manera.

El art. 1 de nuestro nuevo Estatuto dispone que Canarias es un archipiélago atlántico que, como expresión de su identidad singular basada en sus circunstancias geográficas, históricas y culturales, ejerce el derecho al autogobierno como nacionalidad. 

Sin embargo, una parte importante de nuestros políticos, medios de comunicación, profesores, profesionales, etc., utilizan, consciente o inconscientemente, el término región, ignorando, de nuevo, al Estatuto.

Por ello, los que militamos en el canarismo, desde donde estemos -desde las instituciones o la sociedad civil, desde el gobierno o la oposición, desde el sistema o fuera de él-, debemos dar la batalla para defender, como mandata el Estatuto -pero también esa pertenencia al pueblo canario-, nuestro patrimonio cultural, esto es, nuestra identidad, nuestra lengua, nuestro territorio, nuestras aguas, nuestras competencias, nuestra capacidad de carga, etc.; en definitiva, debemos reafirmarnos colectivamente en nuestra firme voluntad de ejercer el autogobierno con vocación de construir país.

*Presidente de Canarismo y Democracia