Cuando en 1959 el sociólogo británico M. Young acuñó el término “meritocracia” lo hizo en términos peyorativos. En una novela ambientada en 2034 quería advertir de los peligros a los que podían llevar determinadas maneras de entender la política. Desde entonces, la relación razonable entre el conocimiento técnico y la política podría asemejarse a la que hay entre una guía turística y el disfrute de un destino de vacaciones. La guía te puede ayudar a llegar a un destino más rápida, cómoda o económicamente. También, una vez allí, a disfrutarlo más. Pero, ¿decidir el destino? Eso es algo que tendrá que decidir cada quien, en función de gustos, de cuánto se quiera gastar o de los criterios que quiera tener en cuenta.
El debate acerca del modelo turístico de las islas se ha convertido en un tema estrella de la campaña electoral. Y a menudo tiende a plantearse en términos meritocráticos: dejen las decisiones sobre un sector tan importante de nuestra economía a quienes tienen conocimientos técnicos sobre la materia, parecen decirnos. Siempre desde la idea de que el conocimiento sirve más para elegir cómo llegar que para decidir qué destino visitar, ¿qué tan preparados están técnicamente quienes toman las decisiones políticas?
Aunque los segundos apellidos han cambiado, en las dos últimas legislaturas ha habido en el Gobierno de Canarias una “Consejería de Turismo” (hace tres legislaturas, Turismo era tan solo una Viceconsejería que dependía de Presidencia). Al frente han estado tres personas, sólo una con relación previa con el turismo, aunque a ese nivel de abstracción eso no suele considerarse un problema. Si bajamos al nivel de la Viceconsejería, en los últimos 15 años hemos tenido desde catedráticos de universidad a gerentes de patronales turísticas, pasando por consultores y personas sin relación previa con el sector. Si buscamos un poco en Internet veremos que el trabajo de la Viceconsejería de Turismo se articula a través de dos direcciones generales. Es habitual que en la administración los cargos políticos de más alto nivel no requieran una formación técnica específica, pero a medida que se va descendiendo el perfil técnico es más importante. No esperamos de quien pretenda presidir el gobierno un “Doctorado en Canariología”, pero sí esperamos que quien trabaje en una oficina municipal técnica tenga formación especializada, ya sea en contabilidad, derecho, urbanismo o cualquiera que sea la materia de que se ocupe.
A mí, el análisis de los perfiles de quienes han ocupado puestos claves en la administración en relación con el turismo en los últimos 15 años me hace sentir que cuando algunos pretenden plantear el debate en términos tecnocráticos nos están tomando el pelo. Animo a quien me lea a buscar información en Internet y extraer sus propias conclusiones. La que yo extraigo es que hay quienes quieren que visitemos un destino (y no otros). Y para ello nos quieren hacer creer que son cuestiones técnicas lo que en realidad son cuestiones políticas. Se cumplen ahora 40 años de Gobierno de Canarias, que es quien tiene las competencias en Turismo. Creo que ya estamos lo suficientemente maduros, y no sólo como destino, sino también como sociedad, para decidir dónde queremos ir. Que es también decidir dónde no queremos ir. A principios de la década de 1970, tras casi cuatro décadas de franquismo, los tecnócratas pretendieron modernizar España desde la convicción de que ellos, al tener el conocimiento técnico, eran quienes debían decidir hacia dónde debíamos ir. Tras casi cuatro décadas de Gobierno de Canarias aquí hay muchos tecnócratas convencidos, que parece que nos están diciendo: debatan, pero déjen que las decisiones las tomemos nosotros. Por eso yo, que pienso que las elecciones iban justamente de tomar decisiones, siento que nos están intentando tomar el pelo.