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El derecho de la mayoría

A menos de un año para las próximas Elecciones Locales y Autonómicas, el Partido Popular se ha propuesto seriamente cambiar las vigentes reglas del juego electoral con el firme y ladino objetivo de tratar de conservar un puñado de alcaldías en todo el país, fundamentalmente en varias capitales y grandes ciudades.

Creo que ante el cambiante y crecientemente atomizado panorama político -y su consiguiente tablero institucional- que se avecina, hay que alejarse de manera clara de los intereses estrictamente partidarios y tener la suficiente talla política para alcanzar tal empresa. Tengamos en cuenta que ya hay bastante descontento social para con determinadas decisiones, que se han tomado obviando el trasfondo del interés general, como para buscar ahora un apresurado subterfugio legal para asegurar el poder institucional que se ve peligrar.

El ejercicio del poder político en democracia se debe sustentar en el gobierno de 'los más' sobre 'los menos', en la justa representación del sentir plebiscitario mayoritario de la ciudadanía. Seamos honestos y valientes y dejemos que el pueblo decida en puridad, pues no se puede sustraer al ciudadano un derecho inalienable, ni mercadear con su decisión.

Convalidar la reforma electoral que pretende llevar a cabo el PP (poder gobernar obteniendo la mayoría -la mitad más uno- y la alcaldía, tan solo con un porcentaje suficiente del 40% de los votos, con la condición de aventajar en un 5% al segundo más votado) sería como infravalorar el valor del sufragio universal, sería relativizar el voto personal, sería ponderar a la minoría sobre la mayoría; en definitiva, ultrajar el fin último del espíritu de la democracia.

Es ahora, precisamente, el momento de recuperar terreno para la participación ciudadana, de estimular la iniciativa no necesariamente ceñida a la pertenencia o la militancia políticamente sectorizada. Por ello, es necesario reforzar el impulso de la calle, justamente para establecer la visualización de la representación de todos, y el poder de decisión de la mayoría, al menos, de ese conjunto.

Así, debemos alejar el espectro de la desafección ciudadana con medidas que la alejen del lugar en que decide y postula la mayoría su parecer sobre quien debe gobernar, en Puerto del Rosario, en Santa Cruz de La Palma o en Gáldar.

Que decida, en mayoría, el pueblo, y desterremos el despotismo minoritario y la claudicación del ciudadano.

A menos de un año para las próximas Elecciones Locales y Autonómicas, el Partido Popular se ha propuesto seriamente cambiar las vigentes reglas del juego electoral con el firme y ladino objetivo de tratar de conservar un puñado de alcaldías en todo el país, fundamentalmente en varias capitales y grandes ciudades.

Creo que ante el cambiante y crecientemente atomizado panorama político -y su consiguiente tablero institucional- que se avecina, hay que alejarse de manera clara de los intereses estrictamente partidarios y tener la suficiente talla política para alcanzar tal empresa. Tengamos en cuenta que ya hay bastante descontento social para con determinadas decisiones, que se han tomado obviando el trasfondo del interés general, como para buscar ahora un apresurado subterfugio legal para asegurar el poder institucional que se ve peligrar.