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¡Devuelvan esas medallas!

Pedro Marrero Sicilia / Pedro Marrero Sicilia

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Los agraciados en la lotería de esta cruz pensionada son: María Teresa Fernández de la Vega (sueldo duplicado en su nuevo cargo); Celestino Corbacho Chaves, (más de cuatro millones de parados), Beatriz Corredor Sierra (viviendas a precios inasequibles), Elena Espinosa Mangana (¿qué ha hecho por el Medio Ambiente?); Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé (duplicado de Exteriores en Marruecos para no condenar la masacre saharaui) y por último, la inigualable e impagable Bibiana Aído Almagro (ex, a Dios gracias, de Igualdad, algo que nos otorga por sí nuestra Constitución).

Quien suscribe sabe algunas cosas de ciertas condecoraciones. Guarda con orgullo la “Medalla del Sáhara”, obtenida por haber ejercido como oficial en aquel Territorio durante los años difíciles de la agonía y muerte de Franco, la Marcha Verde, conflictos diversos, alarmas, alertas, toques reales de generala, no como prácticas sino por tiroteos nocturnos o alteraciones en la vida diaria que afectaban al Ejército.

Treinta años al servicio de España. Una medalla, creo que merecidísima. Me traje en los pulmones una buena parte del polvo sahariano generado por los vientos llamados “sirocos”, aquí calimas (los restos). Y no quiero ni quise más condecoraciones, a pesar de tener derecho a ellas: ni permanencias, ni años de servicio ni encomiendas? Perdónenme la comparación, pero estoy indignado.

Las condecoraciones no están para ser repartidas a troche y moche. Una medalla, sea ésta del tipo que sea, se concede a alguien distinguido especialmente en una determinada tarea, en una misión especial de elevado riesgo, en un acto que perdurará en la historia del país, pero nunca, jamás, por haber pertenecido a un gobierno equivocado, penoso, inútil e incompetente.

Por ello, por no estar de acuerdo, por intentar conseguir un poco de coherencia no ya política, que la necesitamos, sino humana, por pensar que ninguno de los “premiados” reúne las condiciones mínimas para lucir sobre sí esas condecoraciones, y que en modo alguno han cosechado los méritos suficientes para obtener esa Gran Cruz, le pido, es más les exijo que públicamente las devuelvan. De inmediato. Sólo así se gana el respeto del pueblo a quien después sí que saben pedirle votos.

Yo no sé si el Rey firma sin mirar todo lo que le ponen por delante o alguien firma en su nombre. Vamos a dejarle en paz que está un poco mayor. Pero, a quien deliberó en el consejo de ministros para sacar a la luz este RD (Zapatero), le propongo desde este mismo instante para dos condecoraciones, ya que lleva más de cuatro años agarrado a la silla presidencial. A saber: Gran Cruz del Zurullo Mayor con Distintivo Rosa y la Cruz al Mérito del Mojón compacto con Distintivo Rojo, pero elimino las encomiendas, que para quien no lo sepa son: “Dignidad dotada de renta competente, que en las órdenes militares se daba a algunos caballeros”. ¡Qué manera de desprestigiar esta Cruz!

Pedro Marrero Sicilia

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