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Día Mundial de la Alimentación (y del hambre)

Teo Mesa / Teo Mesa

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La ONU, que vale para nada, y todos los países miembros son egoístamente incapaces de resolver este miserable asunto de muertes a diestro y siniestro, en todo el mundo. De ello da cuenta, las sucesivas Cumbres contra el Hambre, que se han celebrado en diversos años, auspiciadas por aquel organismo. Lo que está ocurriendo en el Cuerno de África, por ejemplo, fue advertida a las Naciones Unidas de la magnitud de la tragedia que se avecinaba, y como de costumbre, se llega tarde y mal, por la pesada burocracia que hay que sortear en su seno y poner de acuerdo a las naciones, para atajar la vergonzosa hecatombe que ya ha producido las hambrunas. Sí, en cambio, es muy diestra y eficaz a la hora de gestionar crisis bélicas, según los intereses especulativos de las naciones implicadas o, que atenten flagrantemente contra las economía de sus respectivos países. Se invade Libia (todos contra el bárbaro dictador), o Afganistán (todos contra el terrorismo internacional), pero en estos dispendios bélicos existen otros espúreos intereses ocultos, donde el promedio de gasto militar es desbordante dinerariamente, a toda lógica razón. Si no existe petróleo u otros minerales, que les importa a los poderes políticos del mundo. Esos seres anónimos que agonicen por el hambre; si tampoco son posibles consumidores, ni nada pueden aportar nada a sus arcas.

Con solo 30.000 millones se resolvería el problema mundial del hambre, según las deducciones de las ONG; o igualmente, con solo el 2% del dispendio monetario que gastan las naciones del mundo en armamento militar. Pero la pasividad y la inhumana codicia del mundo enriquecido, les importa un bledo, que 1000 millones de desafortunados, en distintos lugares de la Tierra, mueran día tras día, por las terribles inaniciones de alimentos primarios. Es intolerable que aún, en el siglo XXI, se continúe con estos miserables abandonos, de las poblaciones más desventuradas de nuestro planeta. Se necesita modernizar la agricultura actualizándola, para su autosuficiencia alimentaria, y otras formas de producción en todos los países de África, sobre todo, para sacar de esta agónica penuria a tantas gentes. Pero los países ricos se niegan a pagar estas imprescindibles ayudas, solucionando así, el hambre del tanto gentío. Y además, deben tomar conciencia en derechos laborales, de las canallas explotaciones, a que son sometidos por parte de los países emergentes, que cultivan sus tierras, a precios de saldo.

Somos tan irracionales e insolidarios, actitud congénita en los seres humanos, que aunque no nos afecte directamente a nuestros estómagos, no nos hacemos cargo del acuciante problema. Qué más da, si ese es un problema lejano y de otros. Ya que las agencias humanitarias de la ONU, son incapaces de zaherir las conciencias de los componentes estatales de la organización, en las misiones humanitarias urgentes, deben ser las religiones del mundo, con mayores números de feligreses, las que tomen las riendas del altruismo solidario, quienes tampoco actúan, ni proclaman un ápice de sensible preocupación. La verdadera fe religiosa, no es la de la práctica externa y del golpe de pecho de penitencia, sino la de la Humanidad, la conmiseración con el dolor ajeno.

La ONU, y todos sus indolentes adláteres, una vez más, han errado en sus propósitos de erradicar las hambrunas del mundo. También le fallará la propuesta que tiene para 2015. Según la FAO, en el mundo hay alimentos suficientes para saciar el hambre de toda la superpoblación del universo. ¿Cómo se puede producir esta barbarie de mil millones de gentes hambrientas? Con esta crisis originada ex profeso, por el capitalismo salvaje, que también por nuestros conciudadanos pasan hambre, por la carencia de trabajos. No es el mismo asunto, pero el hambre no entiende de lugares ni distinciones de personas. Aunque sigamos tirando ingentes cantidades de alimentos a la basura, del derroche consumista. O en los supermercados sigan menospreciando los alimentos, por su estética y presentación. Mientras otros seres humanos, en otros rincones del planeta, agonicen por no tener, nada de nada, para saciar el hambre de sus famélicos cuerpos. Seguiremos viendo impasibles el infierno que sufren tantas gentes, en tantos lugares de la redondez planetaria.

Teo Mesa

La ONU, que vale para nada, y todos los países miembros son egoístamente incapaces de resolver este miserable asunto de muertes a diestro y siniestro, en todo el mundo. De ello da cuenta, las sucesivas Cumbres contra el Hambre, que se han celebrado en diversos años, auspiciadas por aquel organismo. Lo que está ocurriendo en el Cuerno de África, por ejemplo, fue advertida a las Naciones Unidas de la magnitud de la tragedia que se avecinaba, y como de costumbre, se llega tarde y mal, por la pesada burocracia que hay que sortear en su seno y poner de acuerdo a las naciones, para atajar la vergonzosa hecatombe que ya ha producido las hambrunas. Sí, en cambio, es muy diestra y eficaz a la hora de gestionar crisis bélicas, según los intereses especulativos de las naciones implicadas o, que atenten flagrantemente contra las economía de sus respectivos países. Se invade Libia (todos contra el bárbaro dictador), o Afganistán (todos contra el terrorismo internacional), pero en estos dispendios bélicos existen otros espúreos intereses ocultos, donde el promedio de gasto militar es desbordante dinerariamente, a toda lógica razón. Si no existe petróleo u otros minerales, que les importa a los poderes políticos del mundo. Esos seres anónimos que agonicen por el hambre; si tampoco son posibles consumidores, ni nada pueden aportar nada a sus arcas.

Con solo 30.000 millones se resolvería el problema mundial del hambre, según las deducciones de las ONG; o igualmente, con solo el 2% del dispendio monetario que gastan las naciones del mundo en armamento militar. Pero la pasividad y la inhumana codicia del mundo enriquecido, les importa un bledo, que 1000 millones de desafortunados, en distintos lugares de la Tierra, mueran día tras día, por las terribles inaniciones de alimentos primarios. Es intolerable que aún, en el siglo XXI, se continúe con estos miserables abandonos, de las poblaciones más desventuradas de nuestro planeta. Se necesita modernizar la agricultura actualizándola, para su autosuficiencia alimentaria, y otras formas de producción en todos los países de África, sobre todo, para sacar de esta agónica penuria a tantas gentes. Pero los países ricos se niegan a pagar estas imprescindibles ayudas, solucionando así, el hambre del tanto gentío. Y además, deben tomar conciencia en derechos laborales, de las canallas explotaciones, a que son sometidos por parte de los países emergentes, que cultivan sus tierras, a precios de saldo.