Espacio de opinión de Canarias Ahora
30 días de oscuridad
La premisa en la que se basaba Steve Niles para escribir la historia estaba relacionada con un elemento determinante, Barrow, un pequeño pueblo situado en el extremo septentrional de Alaska, debía soportar todo un mes de oscuridad al llegar los rigores invernales.
Eran treinta días en los que la noche se adueñaba del lugar y condicionaba la vida de quienes allí residían.
Ante tal premisa, los vampiros, una raza que conviven con los seres humanos desde hace siglos, deciden darse una vuelta por Barrow, sabiendo que durante esos treinta días no se tendrán que preocupar de la salida del Astro rey cada mañana.
Poco podían pensar los pocos habitantes que, cada año, preferían quedarse en Barrow antes que buscar territorios más luminosos que aquel invierno se convertiría en un infierno de sangre y muerte. Ni siquiera el matrimonio compuesto por Eben y Stella, responsables de velar por la seguridad del lugar, estaba preparado para hacer frente a aquella pesadilla protagonizada por unos seres sacados de una novela gótica de terror.
Sin embargo, la pesadilla es real y la única oportunidad de sobrevivir es desafiando a las hordas de vampiros que envuelve con su manto el lugar.
Nada más salir al mercado la mini-serie 30 days of night se convirtió en todo un fenómeno de ventas, al igual que revolucionó la carrera de ambos autores ?bastante discreta hasta ese momento-. Lo cierto es que tanto Niles como Templesmith supieron tomar los elementos necesarios de la mitología vampírica para hacer la serie muy asequible, aunque con un planteamiento muy novedoso.
Para empezar, al situar la acción en un lugar condicionado por una noche que dura todo un mes se evitaba el recurso de la esperanzadora salida del sol después de una noche de desasosiego. Ahora, los protagonistas debían hacer frente a una amenaza continuada, lo que aumentaba la angustia y la tensión en cada página.
Niles supo dotar a sus personajes de rasgos muy bien definidos ?en especial a Eben y Stella- logrando que el lector se identificara con ellos y con la tragedia en la que estaban sumergidos. Además, sus vampiros, lejos de ser unos seres sin ningún tipo de cerebro, son capaces de comportarse con el aplomo necesario para lograr que su plan logre los mejores resultados.
Por ello el enfrentamiento entre humanos y vampiros se desarrolla en un plano similar, aunque los segundos cuentan con algunas ventajas sobre los primeros.
El segundo elemento que convirtió la serie en todo un revulsivo del género del terror gráfico fue los dibujos de Ben Templesmith. Su manera de definir a los vampiros, en medio de unas viñetas en las que se dan la mano cualquier tipo de técnica pictórica posible ?lápiz, tinta, acrílicos, acuarela, ordenador- rompieron los esquemas establecidos a la hora de narrar una historia de estas características.
Templesmith, artista muy influenciado por uno de los grandes genios del noveno arte, Bill Sienkiewicz, sorprendió a los lectores con sus vampiros con caras deformadas, con sus rostros ensangrentados que parecen gotear sobre los contornos de las viñetas, con los fondos salpicados por colores fríos y cálidos a la vez, como si de gotas de luz se tratara.
Resulta difícil describir con palabras el trabajo de un autor capaz de definir, con tan sólo unas líneas y un fondo sin ningún tipo de detalle, toda una acción.
Sus arriesgadas composiciones, sus angulaciones forzadas ?muy propias del séptimo arte- y su gusto por el “gore”, pero siempre bajo unos ciertos parámetros, terminaron por seducir, junto con la acertada prosa de Niles, a toda una legión de lectores en todo el mundo.
No es de extrañar que en los dos años siguientes se publicaran dos nuevas historias, Dark Days y Retorno a Barrow, ambas realizadas por los dos creadores originales de la idea. Estas tres mini-series fueron publicadas en España por la editorial Devir, dando la oportunidad a los lectores españoles de conocer el trabajo de Niles y Templesmith de primera mano.
En los últimos años, hasta ocho nuevas propuestas han sido publicadas por IDW, algunas contando con el talento de sus creadores y otras según los planteamientos de otros artistas. La última en ser publicada se titula Beyond Barrow, según los guiones de Niles y el talento de Bill Sienkiewicz, una de las claras influencias de Templesmith.
Por tanto, tampoco les descubriré nada si les digo que el mismo año en el que se publicaba la serie original, el mundo del cine tocó a la puerta de los creadores para hacerse con los derechos cinematográficos. Quién primero sonó para llevar 30 days of night a la gran pantalla fue el director Sam Raimi, a la postre productor de la película. Desde el primer momento se buscó la colaboración de Niles y Templesmith, algo que le dio cierto aplomo al proyecto y que aseguraba a los lectores que la translación a la pantalla respetaría unos mínimos cánones de coherencia.
El caso es que el proyecto se vio afectado por una serie de demoras, motivadas por los compromisos de la productora Ghost house y las sucesivas escrituras el guión. Al final, se decidió que fuera David Slave ?responsable de la inquietante Hard Candy- quien se hiciera cargo de la dirección, mientras que Steve Niles figuraba como guionista, ayudado por Stuart Beattie (Piratas del mar Caribe: la maldición de la perla negra) y Brian Nelson (Hard Candy).
Templesmith aparece acreditado como responsable del cómic, además de ser una clara fuente de inspiración para el resultado final de la película, según palabras de David Slave.
Al final, el rodaje comenzó el pasado año 2006, contando con los actores Josh Hartnett (Black Hawk Down) y Melissa George (Dark City, Alias) para dar vida al matrimonio compuesto por Eben y Stella Oleman. Por su parte, Danny Huston (Children of men, The Kingdom) fue el elegido para poner rostro y voz a Marlow, el despiadado líder de los vampiros.
La película se rodó, salvo algunos exteriores reales de Alaska, en Nueva Zelanda, algo que disgustó a quienes esperaban que la producción rodara en las localizaciones reales del pueblo de Barrow.
No tengo la intención de contarles nada más sobre la historia, dado que la trama sigue el mismo desarrollo que el cómic en el que está basado. Lo que sí les puedo decir es que la estética, la imagen de los personajes, y la asfixiante atmósfera que envuelve la obra de Niles y Templesmith está magníficamente lograda en la versión cinematográfica. En algunos momentos somos testigos de cómo las viñetas dibujadas por Templesmith adquieren vida propia ante nuestros ojos.
No negaré que al pasar la acción a la gran pantalla, gran parte del cromatismo de los fondos se pierde, algo que Templesmith logra al utilizar sólo una paleta de color y que, en el caso del cine, no es posible. De todas maneras, Slave y el responsable de la fotografía, Jo Willems, logran que todo esto no suponga un problema y que la estética original permanezca lo más fiel posible.
30 días de oscuridad es una película de terror con todos los elementos del género, pero que combina la acción y el drama con la sangre que tiñe las calles de Barrow nada más caer la noche. El tándem Hartnett-George da la réplica, de manera convincente, a los personajes gráficos ideados por Templesmith, al igual que un Danny Huston, muy apartado de sus papeles habituales, pero que demuestra su versatilidad interpretando a Malow, el implacable líder de la horda vampírica que asalta Barrow.
Para aquellos que deseen darse una vuelta por dicha localidad, lo podrán hacer desde el próximo fin de semana, en el cine que les quede más cerca.
Eduardo Serradilla Sanchis
La premisa en la que se basaba Steve Niles para escribir la historia estaba relacionada con un elemento determinante, Barrow, un pequeño pueblo situado en el extremo septentrional de Alaska, debía soportar todo un mes de oscuridad al llegar los rigores invernales.
Eran treinta días en los que la noche se adueñaba del lugar y condicionaba la vida de quienes allí residían.