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Dios también es negro

Santime Matungulu, Salustiano Oyomo y Ambrosio Angono son curas negros que pertenecen a la iglesia católica. Cuando eran jóvenes escuchaban la lectura de las Sagradas Escrituras que hablaban del “pueblo de dios” y miraban a su alrededor y veían a un pueblo de gente de raza negra. Esos pueblos fueron colonizados por hombres blancos que junto a las armas para dominar sus territorios también llevaban crucifijos para conquistar sus almas. Desde el inicio del tráfico de esclavos en el siglo XV hasta el reparto de África entre las potencias europeas en la Conferencia de Berlín de 1884 el destino de los africanos se ha decidido siempre fuera del continente.

En los años sesenta del siglo XX, coincidiendo con la descolonización, en Estados Unidos los nietos de aquellos esclavos africanos reivindicaban tener los mismos derechos que los norteamericanos blancos. Martín Luther King tuvo un sueño en el que se vieron reflejados millones de negros. En ese contexto de lucha surgieron los promotores de la “Black Theology”, que reivindicaba la negritud del creador del mundo. Los nietos de los esclavos argumentaban que no se podía rezar a un dios rubio de tez blanca que se parecía demasiado a los asesinos del Ku Klux Klan o a los boers surafricanos.

Por eso ayer cuando escuché a tres curas africanos defender la teología negra pensé que estaba descubriendo a una África nueva. Les dije que aparte de reivindicar un dios negro también se podría pensar en una diosa, en la historia de Canarias tenemos el ejemplo de la diosa Moneiba que adoraban las mujeres de El Hierro antes de la conquista española. Soy agnóstico pero no me duelen prendas al reconocer que me gusta esta África que pide la palabra, que reza a un dios negro, que vino a Gran Canaria a mirarnos a los ojos para decirnos que ya está bien querer dirigir ese continente desde Europa o Estados Unidos. Santime Matungulo nos habló de la guerra en su país, en la República Democrática del Congo, cerca de cuatro millones de personas han muerto en una guerra promovida por empresas multinacionales europeas y norteamericanas para explotar el coltán, un mineral utilizado para la fabricación de teléfonos móviles y ordenadores. Las noticias que nos llegan de las masacres en el Congo se resumen en teletipos que hablan de “enfrentamiento tribales”. Pero las tribus son las empresas de telecomunicaciones que patrocinan un conflicto armado para sacar el coltán a bajo precio. Esa guerra es un ejemplo de otros muchos conflictos provocados en África para seguir esquilmando sus recursos naturales.

Los curas africanos recuerdan que Jesucristo nació pobre y estuvo entre los pobres. Por eso es más fácil ver la revelación de ese Cristo entre los negros que se mueren frente a nuestras costas que entre los blancos que piden mano dura y fronteras contra ellos. Cuando los curas abandonaron el estudio de CANARIAS AHORA RADIO Pepe Alemán me preguntó con su habitual socarronería : ¿por qué no les pusiste la canción de Antonio Machín “angelitos negros”? Me lo tomé a broma, pero a lo mejor hubiera quedado bien para despedir a los curas que creen en un dios negro porque, como nos contó uno de ellos, de los personajes que se nombran en la Biblia hasta ahora el único que han pintado de negro es al diablo.

Juan García Luján

Santime Matungulu, Salustiano Oyomo y Ambrosio Angono son curas negros que pertenecen a la iglesia católica. Cuando eran jóvenes escuchaban la lectura de las Sagradas Escrituras que hablaban del “pueblo de dios” y miraban a su alrededor y veían a un pueblo de gente de raza negra. Esos pueblos fueron colonizados por hombres blancos que junto a las armas para dominar sus territorios también llevaban crucifijos para conquistar sus almas. Desde el inicio del tráfico de esclavos en el siglo XV hasta el reparto de África entre las potencias europeas en la Conferencia de Berlín de 1884 el destino de los africanos se ha decidido siempre fuera del continente.

En los años sesenta del siglo XX, coincidiendo con la descolonización, en Estados Unidos los nietos de aquellos esclavos africanos reivindicaban tener los mismos derechos que los norteamericanos blancos. Martín Luther King tuvo un sueño en el que se vieron reflejados millones de negros. En ese contexto de lucha surgieron los promotores de la “Black Theology”, que reivindicaba la negritud del creador del mundo. Los nietos de los esclavos argumentaban que no se podía rezar a un dios rubio de tez blanca que se parecía demasiado a los asesinos del Ku Klux Klan o a los boers surafricanos.