En la cada vez más reducida navegación vespertina en la red Facebook, nos topamos días pasados con un caso curioso: se publica una foto del presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, saludando cordialmente al presidente del Cabildo Insular de La Palma, Mariano Hernández Zapata, parece ser que en el exterior del Palacio Salazar, donde habitualmente se reúnen los responsables de las instituciones públicas junto a técnicos, expertos y representantes de fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para hacer el seguimiento y decidir lo que proceda tras la erupción en aquella isla.
La publicación de la gráfica viene acompañada de un comentario del usuario: “La foto que poco gusta en el PP. Manolo (en referencia al presidente del Partido Popular en Canarias), déjate de hacer política con La Palma”. En otro espacio del hilo, se dice que “al ex alcalde de Los Realejos no le hace mucha gracia”.
Damos por hecho que sí, que en las filas populares habrá personas a las que no guste ese gesto cortés y educado, y mucho menos, que el momento haya quedado plasmado gráficamente y no digamos que haya sido publicado en una red social muy frecuentada. Pero bueno, si así fuera, ¿cabría interpretar mayor irracionalidad?
Nos apresuramos a decir que “es inconcebible”. Y agregábamos: “Pero qué menos que dos políticos, titulares de instituciones públicas, que han tenido que coordinar sus funciones con motivo de una catástrofe natural, se saluden y mantengan una cordial relación. Y hay quien lo reprocha. ¿A dónde vamos a llegar?”.
La pregunta tiene su fundamento, claro. A ver si en los partidos políticos, donde hay gente pá tó, va a ser necesario, además de impartir formación, enseñar unas clases básicas de educación, civismo, respeto y tolerancia. Pero básicas, ¡eh!, no vayamos e elevar el nivel de exigencia para fomentar el radicalismo y confundir el sustrato ideológico.
No puede ocurrir que ese debate de criterios y preferencias se caracterice por las descalificaciones personales y las falacias, hasta que estalle en odio y encono visceral. Por consiguiente, quienes venimos abogando por un clima más sano y más sosegado a la hora de expresar ideas políticas o de defender posiciones partidarias con ánimo constructivo, convincente, bien argumentado y persuasivo, nos alegre contrastar gráficamente que, por encima de la discrepancia, está la educación. Y que mañana se puede volver a discrepar pero manteniendo el respeto y alimentando el talante democrático para que el funcionamiento de los órganos sea provechoso y determinantemente positivo para la solución de los problemas y demandas de quienes se sienten afectados, como es el caso tras la erupción.
Los políticos –al menos los que juegan democráticamente- dan un ejemplo cuando mantienen las formas y cuando perseveran en un comportamiento cabal y consecuente. El saludo de Torres y Hernández nos parece de lo más natural, sabiendo que aún quedan muchas gestiones por hacer y muchas necesidades sociales que resolver. Si alguien siente envidia (un suponer) por no estar en la foto o por no saber expresarlo, que defienda sus anacronismos. Pero que sepa que hay canarios y personas que desean que hay entendimiento y operatividad en representantes públicos que, aún estando en bandos contrapuestos y luzcan colores políticos diferentes, hay causas que les unen, sobre todo para obtener los mejores resultados. En este caso, la reconstrucción de la isla palmera.
A estas alturas de la democracia, estamos muy necesitados de fotos y gestos como ese pues ya está bien de convivir entre radicalismos insultantes y enfrentamientos inútiles.