Espacio de opinión de Canarias Ahora
Don Benicio, ¿nos jubilamos?
Y claro, se basaba en datos que decía que le había suministrado la Autoridad Portuaria, pero a mi pregunta de si las batimetrias que utilizaba eran correctas o de que si tal vez habían utilizado la filmina del proyecto del puerto de Granadilla sobre las características del litoral de Santa Cruz, cuando aquí como en cualquier lugar hay que hacer un proyecto adaptado a sus propias batimetrías, ni me contestó. Y no lo hizo porque él sabía que lo que yo le decía era cierto, de hecho en Santa Cruz, la rada más bonancible de Tenerife muy al contrario de lo que sucede en el litoral de Granadilla, tenemos puerto para muchas decenas de años y es perfectamente ampliable, si hiciese falta, para bastantes más. Ahora, al hablar de la energía eólica, pues hace lo mismo, referirse a informaciones que, dice, les han sido suministradas por técnicos de la Consejería, y que el 95% de las obras no han comenzado porque falta un papel, aclarando posteriormente que ese papel es el informe de impacto ambiental. Señor Alonso, aunque ese “papel” es muy importante, ¿no cree usted que la cuestión está más cerca de la falta de interés que de la burocracia?
Pero fíjense otra vez, que aunque habla con la boca chiquita de las renovables, pues al igual que los gobernantes no hace nada tangible por ellas, vuelve a hablar con la grande al referirse a la nuclear, al gas o al propio puerto de Granadilla. De hecho, estoy seguro de que por su condición de ingeniero, es conocedor del informe técnico oficial que ahora existe relativo al puerto de Granadilla, que lo desaconseja, y también de que ese informe, un dictamen pericial de vientos de 2009 solicitado por el TSJC y visado por el Colegio de Oficiales de la Marina Mercante Española, desaconseja, de forma especial por razones obvias, el tráfico de buques de gran obra muerta, entre los que se encuentran los porta-contenedores y los GASEROS, y ya ven, sigue apostando por ese puerto inoperativo, innecesario y altamente impactante para la introducción del gas. El peligro para las personas, allí mucho más acentuado por el fuerte y sostenido viento y por el alto porte de los gaseros, ni lo considera, lo mismo que hace con las personas que viven cerca de las centrales nucleares, supongo que porque él no reside en sus proximidades.
Pero como lo que se trata es de adornarlo todo muy bien para hablar de necesidades, entre las que sitúa a la energía, que nadie discute aunque sí su forma, y apostando por la nuclear como apuesta, pasa seguidamente a la opción del gas, considerando increíble que aún sigamos con el debate del sí o no, y en su defensa habla de sus excelencias, en cuanto a las emisiones de dióxido de carbono con respecto a las del fuel, pero, como no podía ser de otra manera, no habla de las emisiones de metano y del efecto invernadero, muy claramente desfavorables en caso del gas. Son, ni más ni menos, esas verdades a medias que terminan siendo las peores mentiras. Y claro, en esta tesitura todo vale, desde negar la máxima, que fue el tsunami y no el terremoto el que le causó el daño a la central de Fukushima, cuando el tsunami fue un efecto directo del terremoto, o que no estaba debidamente protegida para los tsunamis, cuando con el mar, cuando este quiere, no hay quien pueda y los riesgos, riesgos son. Y en la misma línea, las cosas que algunos dicen por aquí, de que no pueden darse terremotos importantes en Canarias, hasta que se den, ya hemos tenido algunos sustos y no descartemos, por ejemplo, la relación del último con la rotura sufrida por la Laguna de Barlovento en La Palma, o no admitir como muy complicada y peligrosa la orografía de Tenerife para distribuir el gas.
En esa lucha permanente en la que se enfrentan intereses legales con otros espurios, al final terminamos perdiendo y nos quedamos en fuera de juego. En esta dinámica, hablando de si el petróleo o el gas, que conllevan enormes e imparables desembolsos de dinero de por vida y total dependencia del exterior, que podrían traducirse en carencias en momentos determinados a capricho del suministrador, abandonamos el muy necesario crecimiento de las renovables, que son las que realmente nos darían la vital independencia energética y todo lo bueno que de ello se desprendería, la seguridad del suministro y un importante ahorro de la millonaria factura que actualmente pagamos, y poder destinar esos dineros a tantas carencias sociales que tenemos abandonadas por falta de recursos.
Para situarnos, el ejemplo más claro de lo que NO debemos de hacer lo tenemos aquí mismo. Me vuelvo a referir al puerto de Granadilla, una locura innecesaria que incidiría negativamente en el turismo y que técnicamente no se comería ni una rosca, además del daño ecológico que ocasionaría. Pues bien, ¿qué ha sucedido por ese afán de algunos de querer hacerlo realidad a toda costa, por las razones que sean? Lo más tangible, es que se ha abandonado expresamente el Puerto de Santa Cruz para justificar la necesidad de ese otro y sus consecuencias no han podido ser más nefastas. Una preocupante pérdida de competitividad y de prestigio de difícil recuperación, con descensos de tráficos y pérdidas de oportunidades de negocio y de creación de puestos de trabajo. Pero hay culpables con nombre y apellidos, no debemos olvidarlo para no repetir errores, sin ir más lejos don Benicio Alonso es uno de ellos.
Cándido Quintana
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