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Lo que duele de López Aguilar

La imagen de Aguilar que proyectan es la de un godo obligado a venirse a las islas que son para él destino forzoso. Le han llamado incluso “cunero” con ignorancia del significado del término durante la Restauración. Bien sé que tiene de godo lo que yo de sueco y debería repararse en que, por esa vía mezquina, pierden su carta de naturaleza canaria con mayor razón cuantos isleños residieron o residen fuera por avatares biográficos y profesionales.Dejarían de ser canarios desde Agustín de Betancourt, los Iriarte, López Botas, Franchy, Pérez Galdós, León y Castillo, Negrín y tantos otros hasta Óscar Domínguez, Manolo Millares, Rumeu de Armas, Martín Chirino, Alfredo Kraus y cuantos ustedes quieran poner. Tendríamos que dejar de llamar “canarito” a Pepe Vélez, oye. A Aguilar, como a otros, lo condujo su carrera y en cualquier caso no es cierto que consiguiera el Ministerio de Justicia en una tómbola.Darlo por godo llevó a sus rivales al error de asegurar que regresaría a Madrid al día siguiente de las elecciones, si no conseguía la Presidencia. Un error que si por un lado era expresión del deseo que así fuera, por el otro revelaba que lo creían tan imbécil como para esperar presidir un Gobierno en el que el más matado de los comentaristas colocaba meses antes de las elecciones a Paulino y Soria. La previsible mediocridad. Le tienen miedo al punto de considerarse insultados porque dijo lo que muchos pensamos y sobre todo porque ofreció honradez pública. Presentaron su vehemencia en la defensa de principios e ideas como intolerancia y soberbia cuando sólo es ingenuidad juvenil.Para qué seguir. Las aprensiones de CC-PP lo hicieron centro del debate de investidura donde trataron de exorcizarlo las torpezas de Paulino y Barragán y las brillantes falacias de Soria. Los tres con la vista puesta en las generales de marzo de 2008. Inquietos porque, a pesar de su campaña, secundada por quienes le hacen la guerra dentro del propio PSC, obtuvo 26 diputados. Sería presidente con la reforma electoral que ahora propone Rajoy. Este es el dato objetivo a tener en cuenta; el que de verdad les duele de López Aguilar.

La imagen de Aguilar que proyectan es la de un godo obligado a venirse a las islas que son para él destino forzoso. Le han llamado incluso “cunero” con ignorancia del significado del término durante la Restauración. Bien sé que tiene de godo lo que yo de sueco y debería repararse en que, por esa vía mezquina, pierden su carta de naturaleza canaria con mayor razón cuantos isleños residieron o residen fuera por avatares biográficos y profesionales.Dejarían de ser canarios desde Agustín de Betancourt, los Iriarte, López Botas, Franchy, Pérez Galdós, León y Castillo, Negrín y tantos otros hasta Óscar Domínguez, Manolo Millares, Rumeu de Armas, Martín Chirino, Alfredo Kraus y cuantos ustedes quieran poner. Tendríamos que dejar de llamar “canarito” a Pepe Vélez, oye. A Aguilar, como a otros, lo condujo su carrera y en cualquier caso no es cierto que consiguiera el Ministerio de Justicia en una tómbola.Darlo por godo llevó a sus rivales al error de asegurar que regresaría a Madrid al día siguiente de las elecciones, si no conseguía la Presidencia. Un error que si por un lado era expresión del deseo que así fuera, por el otro revelaba que lo creían tan imbécil como para esperar presidir un Gobierno en el que el más matado de los comentaristas colocaba meses antes de las elecciones a Paulino y Soria. La previsible mediocridad. Le tienen miedo al punto de considerarse insultados porque dijo lo que muchos pensamos y sobre todo porque ofreció honradez pública. Presentaron su vehemencia en la defensa de principios e ideas como intolerancia y soberbia cuando sólo es ingenuidad juvenil.Para qué seguir. Las aprensiones de CC-PP lo hicieron centro del debate de investidura donde trataron de exorcizarlo las torpezas de Paulino y Barragán y las brillantes falacias de Soria. Los tres con la vista puesta en las generales de marzo de 2008. Inquietos porque, a pesar de su campaña, secundada por quienes le hacen la guerra dentro del propio PSC, obtuvo 26 diputados. Sería presidente con la reforma electoral que ahora propone Rajoy. Este es el dato objetivo a tener en cuenta; el que de verdad les duele de López Aguilar.