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Las Dunas de Maspalomas continúan agonizando

Teo Mesa

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Las Dunas de Maspalomas es otro más de los ecocidios, cuyo inconsciente responsable es el necio y desmedido progreso del hombre, en sus perjudiciales ambiciones por el vil metal. Y para ello, si es necesario, destruye su hábitat y medio ambiente, con el objeto de hacer fácil y posible su diminuta existencia. Pero que en corto plazo sufre las negativas secuelas, por el daño producido. Este es el ejemplo del lindo paisaje de estas singulares dunas, lugar insólito y muy atractivo para los isleños y el turismo, del cual se nutre prioritariamente, la economía en las islas.

El consejero de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, en una intervención pública, informa del mal estado de este paraje señero, en el extremo meridional de la isla grancanaria. Lo califica de “clara emergencia” por el progresivo perjuicio sobre las Dunas de Maspalomas. Y anuncia que todavía se puede salvar esta Reserva Natural Especial, a la que fue concedido ese preciado galardón en 1987.

Desconozco si este advenedizo en sus funciones de consejero cabildicio sabe que este alarmante mal que padece las Dunas de Maspalomas desde hace varias décadas, varias, que los geógrafos y biólogos han confirmado su pésimo y regresivo estado en su equilibrada naturaleza. No sé si conoce las investigaciones de campo hechas en las mismas Dunas de Maspalomas, por los expertos.

Desde esas décadas precedentes, se ha informado del daño creciente en este mal padecer, que seguirá sempiterna si no se toman responsables medidas para su incesante quebranto. Tan solo hace algunos años anunciaron los científicos que las Dunas de Maspalomas estaban perdiendo 44.000 m3 de arena anualmente. Estos informes han llegado a conocimiento de los responsables del Cabildo grancanario y de los Gobiernos centrales y Autonómicos. Y cuáles fueron las resoluciones: ninguna. Allá pena.

Ante estas conclusiones dadas por los citados investigadores, han sido ninguneadas por las instituciones corresponsables, ni se han tomado la molestia de ponerle urgente solución. Una y otra vez, se han ofrecido informes demoledores de los perniciosos efectos que se estaban generando sobre las Dunas de Maspalomas. Estas nefandas consecuencias que sufren estos arenales, flora y fauna propias del lugar, son producidas por todas las urbanizaciones que en sus rededores se han construido, por los puertos deportivos, que afectan a los vientos alisios y otros, que soplan sobre ese paraje; por la permisividad de los chiringuitos y hamacas sobre las playas de Maspalomas y El Inglés; además, de los cientos de paseantes que arbitraria y salvajemente pululan sobre las Dunas a su antojo.

Las graves consecuencias de esta loquinaria carrera que lleva la humanidad por destrozar y lacerar sus ecosistemas y medio ambientes, tienen como única importancia el poder del dinero. A las instituciones solo les importa el negocio de unos pocos, en detrimento del paisaje y de la naturaleza en su estado de conservación más puro. La parida del ‘desarrollo sostenible’ es, tristemente, un canto de sirena, un panfletario anuncio para acallar a los pasionales naturalistas. Los entes públicos están al servicio de la voz de su amo, o sea, del capital más salvaje, el resto de los congéneres somos convidados de piedra.

Como es obvio en todas las zonas medioambientales de la propia Naturaleza, la destrucción paulatina de un ecosistema equivale a la ruina colateral de los siguientes entornos, que a su vez, dependen de los equilibrios naturales de cada paraje para su supervivencia ecológica. Para este singular paisaje de las Dunas de Maspalomas, único en el archipiélago, del municipio tirajanero, se creó el Consorcio de Rehabilitación Turística, en 2011, que nunca ha desarrollado las propuestas ni tomado una resolución de salvaguarda del lugar y del municipio en acción ejecutiva. La última reunión se hizo en 2014, pero sin resultados positivos en sus proposiciones.

Ya es tiempo para tomar seria responsabilidad en este bellísimo paisaje árido y marino, joya de la corona del turismo del sur de Gran Canaria. La única y urgente solución a este mal en esta Reserva Natural Especial, está en tomar una serie de resoluciones en todo el paraje: prohibir las construcciones en sus rededores, prohibir los puertos deportivos próximos, regeneración de arenas, mayor vigilancia en todas las Dunas, caminos acotados para las visitas en las zonas limítrofes (e incluso pagadas para su conservación), limpieza de todo el sector, prohibición de hamacas y chiringuitos en la misma playa, etc.

Las Dunas de Maspalomas tienen una superficie (que va perdiendo paulatinamente) de 4 km.2 de arenas, 6 km. de playa, y tres incidentes vientos que peinan y dan sensual forma a sus colinas arenosas. Está conformada por la charca (recuperada en 1987) y el palmeral (que peligra por las avaricias de las construcciones hoteleras y la permisividad de las jurisdicciones administradoras, tanto del Cabildo como del Gobierno Autónomo). Y en el cabo sur, se remata con el Faro de Maspalomas, creación del ingeniero Juan León y Castillo, en 1884, declarado Bien de Interés Cultural, por su construcción colonial y patio interior en estilo canario.

Las Dunas de Maspalomas se han originado por las corrientes marinas y son el producto de la fragmentación de conchas y moluscos. Se han constituido en ese preciso lugar, por los soplos de los céfiros alisios, brisas del sur y vientos locales. La charca es de agua salobre y ha sido recuperada de su maltrato en el año indicado de 1987, de su maltrecha pureza, por los ruidos, aguas fecales, maltrato de las gentes, urbanizaciones contiguas, etc. y de la flora y fauna que en ella tienen sus vidas.

En este oasis descasan diversas aves migratorias, en sus travesías de norte a sur y viceversa, entre Europa y África, las cuales anidan en sus aguas, siendo vital para sus crianzas en primavera y otoño; y las aves sedentarias, que en estas aguas de la charca, las toman para su continuo vivir: alcaravanes, pardelas, guirres, paíños, etc. Además de la flora endémica que en ella perviven.

Por estas y muchas otras razones, este bello ecosistema hay que protegerlo con toda responsabilidad, por ser un bien común de todos los isleños, un peculiar ecosistema en la naturaleza de las islas, y por ser una fuente de encanto para el turismo, que enriquece la economía del archipiélago.

Las Dunas de Maspalomas es otro más de los ecocidios, cuyo inconsciente responsable es el necio y desmedido progreso del hombre, en sus perjudiciales ambiciones por el vil metal. Y para ello, si es necesario, destruye su hábitat y medio ambiente, con el objeto de hacer fácil y posible su diminuta existencia. Pero que en corto plazo sufre las negativas secuelas, por el daño producido. Este es el ejemplo del lindo paisaje de estas singulares dunas, lugar insólito y muy atractivo para los isleños y el turismo, del cual se nutre prioritariamente, la economía en las islas.

El consejero de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, en una intervención pública, informa del mal estado de este paraje señero, en el extremo meridional de la isla grancanaria. Lo califica de “clara emergencia” por el progresivo perjuicio sobre las Dunas de Maspalomas. Y anuncia que todavía se puede salvar esta Reserva Natural Especial, a la que fue concedido ese preciado galardón en 1987.