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Ecocomedores en Canarias, un escudo social imprescindible

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Hay varios problemas muy graves en las Islas Canarias como la sanidad, la vivienda, el cambio climático, los bajos salarios o la pobreza que eclipsan la comprensión de otros problemas, como sería la adecuada alimentación de la población escolar en los centros docentes públicos no universitarios.

La adecuada percepción de esta realidad debería conducirnos a una rápida expansión de los ecocomedores en los centros educativos públicos del archipiélago para erigirse en un verdadero escudo social frente a los problemas que afectan a un porcentaje alarmante de la infancia y la juventud. Multiplicar su número en el más breve plazo es un desafío prioritario del sistema educativo y de igual rango que objetivos esenciales, como mejorar la calidad de la enseñanza y reducir el abandono escolar.

La pobreza y la exclusión social alcanzan cotas insostenibles en las Islas y las familias con menos recursos enfrentan graves dificultades para acceder a alimentos saludables, lo que incrementa la dependencia de productos ultraprocesados. Este círculo vicioso perpetúa problemas de salud y acentúa la desigualdad, al tiempo que la implantación de los ecocomedores avanza con una lentitud exasperante.

El problema de la obesidad en Canarias exige medidas urgentes. Sin embargo, no llama suficientemente la atención que el archipiélago lidere las tasas de obesidad infantil en el conjunto del Estado —cuatro de cada diez menores en Canarias padecen obesidad o sobrepeso— con consecuencias graves a largo plazo, como diabetes y enfermedades cardiovasculares. 

El caso es que, allá donde están, la presencia de ecocomedores garantiza que la población escolar acceda a una dieta sana y equilibrada, mejorando de manera directa su salud. Ante esta realidad, los ecocomedores son una respuesta a esta crisis de salud pública, pero, al mismo tiempo, son herramientas clave para fomentar el desarrollo sostenible.

Al basarse en productos locales, ecológicos y de temporada, los ecocomedores promueven la agricultura sostenible, la soberanía alimentaria y la biodiversidad. Por lo tanto, estos espacios garantizan una alimentación saludable y equilibrada, y, al mismo tiempo, actúan como herramientas educativas y de sostenibilidad al implicar directamente a decenas y decenas de miles de niños y niñas.

El  reciente Programa Ecocomedores de Canarias (BOC nº 199, de 7 de octubre de 2024) establece un marco claro para expandir este servicio. Este tiene como objetivo principal, en el ámbito educativo, impulsar el consumo de productos ecológicos, locales y de temporada en los comedores escolares, así como la promoción de una alimentación saludable con dietas equilibradas, mediante el uso de vegetales y frutas en cuya producción no se han empleado sustancias químicas de síntesis, ni medicamentos ni hormonas en la producción de animales.

Para ello, presenta cuatro metas transversales, que son la promoción de la salud y de la calidad alimentaria, la sensibilización en la responsabilidad social y ambiental en el consumo, el desarrollo rural sostenible a través del consumo local y sistemas agrarios respetuosos con el medio y, por último, la valorización de los productos de temporada y su incorporación en el diseño del modelo de consumo alimentario.

Hasta ahí, todo bien. Ahora sólo falta ponerse en la tarea de una manera decidida y no hay otra manera de hacerlo sino a través de los presupuestos. Máxime cuando la experiencia muestra que los ecocomedores no tienen por qué ser más costosos que los convencionales, que es el argumento que se suele esgrimir para justificar su rechazo o la mera indolencia. Pero lo que no está presupuestado no existe.

Aun así, partidas presupuestarias al margen, el éxito de esta empresa depende de tres factores clave: la demanda de las familias, el compromiso de los equipos directivos y la organización eficiente de los productores ecológicos locales. Un ejemplo exitoso es la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) El Jable, en Lanzarote, que coordina a agricultores ecológicos para abastecer a los colegios. Este modelo garantiza productos frescos y de calidad, al tiempo que fomenta la cooperación, la sostenibilidad y la soberanía alimentaria en el sector agrícola insular.

Los ecocomedores, como parte de esta estrategia, son mucho más que una solución alimentaria: son un motor de cambio social, educativo y ambiental. Es inaplazable acelerar su implementación para garantizar un futuro más saludable y sostenible en las Islas Canarias.

Hay varios problemas muy graves en las Islas Canarias como la sanidad, la vivienda, el cambio climático, los bajos salarios o la pobreza que eclipsan la comprensión de otros problemas, como sería la adecuada alimentación de la población escolar en los centros docentes públicos no universitarios.

La adecuada percepción de esta realidad debería conducirnos a una rápida expansión de los ecocomedores en los centros educativos públicos del archipiélago para erigirse en un verdadero escudo social frente a los problemas que afectan a un porcentaje alarmante de la infancia y la juventud. Multiplicar su número en el más breve plazo es un desafío prioritario del sistema educativo y de igual rango que objetivos esenciales, como mejorar la calidad de la enseñanza y reducir el abandono escolar.