Se le atribuye a Mao Zedong, Mao Tse-Tung o, simplemente, Mao (1893-1976) la expresión de que, si toda la población china saltara al mismo tiempo, el mundo entero se percataría al cambiar el eje de rotación por un gran terremoto y, por consiguiente, la órbita terrestre, no porque quisiera que los días fueran más grandes, sino para ilustrar el potencial de su país. La amenaza, como poco, habría que tomarla en consideración porque tengamos en cuenta que China tiene una población de algo más de 1.400 millones de personas, lo que viene a representar el 18% del total, de forma aproximada, siendo el país que cuenta con más población del planeta, aunque no es el más denso, al tener una superficie de más de 9,6 millones de kilómetros cuadrados.
Más allá de discutir si tenía alguna razón de ser desde la perspectiva de la física, primero hemos de preguntarnos cómo poner a todas las personas de acuerdo para sincronizar el salto. ¿Saltarían también los que han emigrado? Pero supongamos que lo de ponerse de acuerdo no es un problema. Ahora bien, los que saben dicen que la Tierra pesa, en términos de masa, 6.000 millones de toneladas, de ahí que cada habitante de China debería ser más grueso de lo que es para que se notara, porque sus mil cuatrocientos millones de personas, al ver que su peso medio alcanza los 74 kilos, el impacto sería de 104 millones de kilos. Una caricia, vamos.
Pero la importancia de China no se mide en saltos, sino en su peso económico sobre el resto del mundo. De hecho, se ha convertido en las últimas cuatro décadas en el mayor motor económico del mundo. De hecho, desde 2006 su contribución al crecimiento global ha ocupado el primer lugar, intentando combinarlo con su desarrollo económico interno. De hecho, hoy en día reafirma su posicionamiento de liderazgo dado que financia gran parte del déficit de otras potencias mundiales aparte de convertirse en suministrador de gran parte de las zonas del mundo. Tengamos en cuenta que China tiene un enorme y vasto mercado de consumo. Es decir, tiene dimensión tanto de oferta como de demanda, y no solo de consumo final, sino de input intermedios.
Por eso, cuando el Gobierno de China insta a la población a hacer acopio de alimentos y todos aquellos productos que puedan necesitar en caso de una emergencia de cara al invierno ante una posible escasez producida por el desabastecimiento, fenómenos meteorológicos y brotes de coronavirus, no es solo un ejercicio de precaución bienintencionada. Es la forma elegante de advertir que, si a toda la población le da por saltar, el resto sentirá el estremecimiento.
Más allá de la física del salto, lo que la historia nos enseña día tras día es que, cuando se abandonan espacios geopolíticos de diferente naturaleza, dichos vacíos de poder son ocupados por otros rivales, que implantan diferentes valores, criterios o reglas geopolíticas, que establecen y condicionan un nuevo sistema de relaciones regionales o internacionales de poder distintas e incluso contrarias de las anteriormente existentes. Y es que el que desconoce la historia, tiene la condena de su repetición.