Espacio de opinión de Canarias Ahora
España: ''Yes we can''
Como Obama, el presidente español bien puede decir “Yes, I can” después de haber desplegado una ofensiva política y diplomática en toda regla para conseguir estar presente en una reunión a la que no habíamos sido invitados por la sencilla razón de que no somos socios de ninguno de los dos clubes convocados a la misma. España no pertenece al G-8 (a pesar de las acariciadas pretensiones de Aznar con Bush en los días aciagos de la guerra de Irak) ni tampoco forma parte del G-20; sin embargo nuestro país es la octava economía mundial y parece obvio que no debía estar ausente de una cita de este calibre económico y de las repercusiones que las decisiones allí adoptadas tendrán en la vida futura de sus ciudadanos.
Frente a una estrategia de diplomacia subterránea y discreción, Zapatero eligió el bombo y platillo pregonando a los cuatro vientos sus gestiones con Francia, la UE, los países iberoamericanos o el eje asiático. No ha quedado palo por tocar y la final la insistencia ha rendido sus frutos. La sensibilidad de Sarkozy, que ya se cobrará el favor, ha sido, desde luego, determinante, para que España ocupe el lugar que le corresponde en un foro de capital importancia para la economía internacional.
Sabedor de que si no se arriesga es imposible ganar, Zapatero ha apostado y ha triunfado, chapeau. Lo lógico, a partir de aquí, es que esa victoria fuera celebrada por todos como lo que es y lo que significa para el país, pero no, aquí cultivamos un masoquismo ancestral que impide alegrarse de cualquier éxito colectivo porque la cortedad de miras y la poca inteligencia de algunos agoreros quiere reducirlo, única y exclusivamente, a algo bueno para el presidente socialista.
Y no, miren ustedes, no. Quien va a estar representada en Washington es España y el triunfo es de todos. El presidente Zapatero ha cumplido con su obligación luchando por tener representación en el foro y se ha ganado el sueldo. Quien sale fortalecida es España, quien gana es el país. Deberían reflexionar sobre esto, por cierto, quienes hablan de patriotismo mientras ensayan jeremiadas sobre lo pobrecitos que somos y lo poco que pintamos en el mundo. Esta vez, hemos podido: “Yes we can”. Podemos.
Zapatero ha actuado inteligentemente al reunirse con banqueros, sindicatos y patronal antes de su viaje trasatlántico. También, por supuesto, al hacerlo con el jefe de la oposición. Mariano Rajoy, resignado, ha apoyado la iniciativa y tampoco pasaría nada porque felicitara públicamente al presidente por una gestión bien realizada en tiempo y forma. A Zapatero sabido es que le gusta asumir riesgos y caminar siempre por el lado peligroso con el subsiguiente riesgo de despeñarse barranco abajo. Esto le ha salido bien y como españoles debemos congratularnos de que haya defendido eficaz e inteligentemente nuestros intereses: ¡Buen viaje!
*Antonio San José es periodista y analista político, en elplural.eselplural.es
Antonio San José*
Como Obama, el presidente español bien puede decir “Yes, I can” después de haber desplegado una ofensiva política y diplomática en toda regla para conseguir estar presente en una reunión a la que no habíamos sido invitados por la sencilla razón de que no somos socios de ninguno de los dos clubes convocados a la misma. España no pertenece al G-8 (a pesar de las acariciadas pretensiones de Aznar con Bush en los días aciagos de la guerra de Irak) ni tampoco forma parte del G-20; sin embargo nuestro país es la octava economía mundial y parece obvio que no debía estar ausente de una cita de este calibre económico y de las repercusiones que las decisiones allí adoptadas tendrán en la vida futura de sus ciudadanos.
Frente a una estrategia de diplomacia subterránea y discreción, Zapatero eligió el bombo y platillo pregonando a los cuatro vientos sus gestiones con Francia, la UE, los países iberoamericanos o el eje asiático. No ha quedado palo por tocar y la final la insistencia ha rendido sus frutos. La sensibilidad de Sarkozy, que ya se cobrará el favor, ha sido, desde luego, determinante, para que España ocupe el lugar que le corresponde en un foro de capital importancia para la economía internacional.