Dice Feijóo, a cuenta del lío del espionaje, que Pedro Sánchez se está dejando gobernar por Esquerra Republicana de Catalunya para poder seguir en el marchito, olvidando que Aznar hablaba catalán en la intimidad cuando le ponía la alfombra roja a los catalanistas.
El presidente del PP cree que la destitución de la directora del Centro Nacional de Inteligencia es un peaje que ha tenido que pagar a los independentistas catalanes para seguir como presidente del Gobierno de España.
Olvida Feijóo que la destitución de Paz Esteban no es por el espionaje a los líderes soberanistas sino por la negligencia de no detectar los pinchazos en los teléfonos de Pedro Sánchez y varios de sus ministros, entre los que se encuentra la titular de Defensa, a la que pertenece el CNI.
Para Margarita Robles no se trata de una destitución sino de una sustitución a pesar de que el presidente del Gobierno firmó su cese en el Boletín Oficial del Estado. Es una forma estulta de querer engañar y engañarse a sí misma.
También olvida el presidente del PP que en cuestión de espionaje su partido es puntero y paradigmático. Ya en la época de su paisano Rajoy, el ministro del Interior de entonces, Jorge Fernández Díaz, se inventó una mal llamada policía patriótica para espiar a sus contrincantes dentro y fuera del partido.
La familia de Bárcenas fue espiada por esa policía partidista para intentar que no salieran a la luz ciertas pruebas documentales que guardaba el extesorero del Partido Popular.
Más recientemente también se ha denunciado espionaje a Isabel Díaz Ayuso por parte del fuego amigo que hay en el Ayuntamiento de Madrid debido a luchas intestinas y enfrentamientos internos. Es normal que Feijóo hable tanto de espionaje porque preside el partido que más parece saber de estas intrigas chapuceras propias de agentes de tebeo.
Claro que todo esto es normal si tenemos en cuenta que la presidenta de la Comunidad apuesta literalmente por un partido “callejero y pandilleros”.
No deja de ser curioso que tanto la directora saliente del CNI como la entrante hayan estudiado la carrera de Filosofía y Letras para estar al frente del servicio de espionaje de España. Tenemos unos espías que no son capaces de guardar los secretos. Esto es España y aquí se aprovecha la libertad para contar a voces los secretos de Estado mientras se toma una cerveza con berberechos en una terraza de la Gran Vía.
Tenemos unos espías de Filosofía y Letras que en vez de hacer uso de la inteligencia para enterarse de cómo va el mundo y hacerse con los entresijos y arcanos de otros países, reflexionan y filosofan sobre quiénes somos, a dónde vamos y de dónde venimos. Ya lo dijo Sócrates: yo solo sé que no sé nada. Y el CNI ha asumido la frase como un eslogan corporativo.