Espacio de opinión de Canarias Ahora
Falsificaciones y trucos discográficos
Los comentarios sobran por su obviedad. No niego a los “tres tenores” belleza vocal y facultades -limitadas en Carreras y Domingo por su cortedad de registro agudo- pero si censuro sus deficiencias técnicas, estilísticas y su falta de profesionalidad. Estos son los “atentados” interpretativos por los que les califico y considero, con total razón, “terroristas” musicales. Entre los trucos discográficos señalo la grabación de Madame Butterfly, de la casa Deutsche Gramophon, con Mirella Freni, Teresa Berganza, José Carreras (antes de la leucemia) y Juan Pons, Director Giuseppe Sinopoli; la grabación “a simple oido” parece correcta, pero con unos auriculares se capta clara y perfectamente el corte antes de la emisión de los agudos, lo que demuestra palmariamente que fueron añadidos después. Entre las falsificaciones cito a La Traviatta, del mismo sello, dirigida por el “purista” Carlos Kleiber. En la caballetta O mio rimorso a Domingo se le coloca el Do, nota que jamás ha poseído y lo mismo se le hizo en el aria La pira de El Trovador, dirigido por James Levine y grabado por la Casa Sony; y en la misma ópera y aria, con dirección del Herbert von Barajan, del sello Deutsche Grammophon, lo que se aprecia fácilmente, por procedimientos técnicos como acelerando el sonido, o recurriendo a un tenor desconocido que emite el Do y luego “se pega” en el laboratorio. Pero un oído sensible y educado puede observar que no hay continuidad en la interpretación y que dicha nota está emitida aparte.
En Los Puritanos, grabada por el registro Decca, dirigiendo Richard Bonynge, Luciano Pavarotti “falsifica” el discutido Fa emitiendo en falsete, que es un procedimiento artificial, no natural, pues es una nota elevadísima que ningún tenor ha dado en escena, ya que está fuera de sus facultades; es leyenda que Bellini la escribió para el tenor Giovanni Battista Rubini, que quizá tendría esa nota agudísima, pero ello no ha podido comprobarse. El crítico y ensayista Arturo Reverter afirma que la emitía en falsete pero, obviamente, carece de pruebas sonoras si bien parece ser digno de crédito; se especula que la aparición de esta nota sea debida a un error en la copia de la partitura, que es lo más verosímil, porque no tiene sentido que la partitura contenga un solo Fa y las restantes notas agudas para el tenor sean el Do y el Re sobreagudos. Lo lógico sería un contenido con más Fa y que el compositor en otras de sus obras como El Pirata, La Sonámbula, etc., de poseer Rubini tan insólita extensión, las habría escrito para dicha tonalidad y no para el Re sobreagudo, que es muy alto. En Tristán e Isolda, grabada por el sello EMI, con dirección de Wilhelm Furtwängler -que también fue arbitrario con los tiempos- las notas algo elevadas -en puridad no pueden considerarse agudas ya que en Wagner no las hay equiparables a las de las óperas italianas y francesas- que tenía que emitir la que fuera excepcional soprano Kirsten Flagstad -que cuando la grabación contaba setenta años- la ejecutó la también extraordinaria soprano Elisabeth Schwarzkopf y fueron “pegadas” a la interpretación de la Flagstad. Me resisto a admitir que todos los intérpretes musicales estén involucrados en estas “estafas” discográficas.
Quiero tener la esperanza y convicción de que María Callas, Victoria de los Ángeles, Jussi Boerling, Dietrich Fischer-Dieskau, Leonard Warren, Sesto Bruscantini, Carlo Bergonzi, Igor Markevitch, Carlo María Giulini, entre otros muy dignos profesionales, nunca se contaminaron y no falsificaron sus interpretaciones discográficas. Valgan los ejemplos expuestos, entre otros muchísimos que podrían enumerarse, para demostrar la falsedad de algunas grabaciones discográficas, que deben ser consideradas como un sucedáneo de la interpretación en vivo cuando no hayan posibilidades de asistir a ellas o, para conocer obras infrecuentes o no incluidas en conciertos, funciones operísticas y zarzuelísticas. ¿Cómo calificar la ética profesional de los intérpretes reseñados?. Que cada melómano saque sus conclusiones. Mi veredicto es categórico: embaucadores sin atenuantes. Quizá haya quien considere muy dura mi sentencia pero sentí admiración por Carlos Kleiber, Herbert von Barajan Kirsten Flagstad Elisabeth Schwarkopf, Teresa Berganza, Mirella Freni y varios otros y no comprendo como pudieron prestarse a tales fraudes, por lo que me he sentido totalmente decepcionado. Que lo hicieran los otros no me sorprende por conocer de su escasa o nula ética profesional.
Carmelo Dávila Nieto
Los comentarios sobran por su obviedad. No niego a los “tres tenores” belleza vocal y facultades -limitadas en Carreras y Domingo por su cortedad de registro agudo- pero si censuro sus deficiencias técnicas, estilísticas y su falta de profesionalidad. Estos son los “atentados” interpretativos por los que les califico y considero, con total razón, “terroristas” musicales. Entre los trucos discográficos señalo la grabación de Madame Butterfly, de la casa Deutsche Gramophon, con Mirella Freni, Teresa Berganza, José Carreras (antes de la leucemia) y Juan Pons, Director Giuseppe Sinopoli; la grabación “a simple oido” parece correcta, pero con unos auriculares se capta clara y perfectamente el corte antes de la emisión de los agudos, lo que demuestra palmariamente que fueron añadidos después. Entre las falsificaciones cito a La Traviatta, del mismo sello, dirigida por el “purista” Carlos Kleiber. En la caballetta O mio rimorso a Domingo se le coloca el Do, nota que jamás ha poseído y lo mismo se le hizo en el aria La pira de El Trovador, dirigido por James Levine y grabado por la Casa Sony; y en la misma ópera y aria, con dirección del Herbert von Barajan, del sello Deutsche Grammophon, lo que se aprecia fácilmente, por procedimientos técnicos como acelerando el sonido, o recurriendo a un tenor desconocido que emite el Do y luego “se pega” en el laboratorio. Pero un oído sensible y educado puede observar que no hay continuidad en la interpretación y que dicha nota está emitida aparte.
En Los Puritanos, grabada por el registro Decca, dirigiendo Richard Bonynge, Luciano Pavarotti “falsifica” el discutido Fa emitiendo en falsete, que es un procedimiento artificial, no natural, pues es una nota elevadísima que ningún tenor ha dado en escena, ya que está fuera de sus facultades; es leyenda que Bellini la escribió para el tenor Giovanni Battista Rubini, que quizá tendría esa nota agudísima, pero ello no ha podido comprobarse. El crítico y ensayista Arturo Reverter afirma que la emitía en falsete pero, obviamente, carece de pruebas sonoras si bien parece ser digno de crédito; se especula que la aparición de esta nota sea debida a un error en la copia de la partitura, que es lo más verosímil, porque no tiene sentido que la partitura contenga un solo Fa y las restantes notas agudas para el tenor sean el Do y el Re sobreagudos. Lo lógico sería un contenido con más Fa y que el compositor en otras de sus obras como El Pirata, La Sonámbula, etc., de poseer Rubini tan insólita extensión, las habría escrito para dicha tonalidad y no para el Re sobreagudo, que es muy alto. En Tristán e Isolda, grabada por el sello EMI, con dirección de Wilhelm Furtwängler -que también fue arbitrario con los tiempos- las notas algo elevadas -en puridad no pueden considerarse agudas ya que en Wagner no las hay equiparables a las de las óperas italianas y francesas- que tenía que emitir la que fuera excepcional soprano Kirsten Flagstad -que cuando la grabación contaba setenta años- la ejecutó la también extraordinaria soprano Elisabeth Schwarzkopf y fueron “pegadas” a la interpretación de la Flagstad. Me resisto a admitir que todos los intérpretes musicales estén involucrados en estas “estafas” discográficas.