Espacio de opinión de Canarias Ahora
Fiesta
Por supuesto, en sus discursos domésticos o de barra de cafetería expresaba continuamente su convencimiento de que quien se abstenía no tenía derecho, después, a exigir ni a protestar por una mala gestión o una pésima administración o un penoso gobierno. Llamaba, como todos los políticos, a la participación masiva, no porque la participación masiva pudiese beneficiar a tal o cual partido, sino porque Ây eso no lo confesaban jamás- la elevada abstención es la única herramienta de la que disponen los ciudadanos para castigar la falta de programas de los políticos, su ambición desmesurada. su petulancia o su desfachatez y el único modo de expresar su desconfianza hacia los que pretenden llegar y su rechazo a los que ya están. Como fiesta que era y con todas las de la ley, según él, se enfundó en sus galas domingueras, con un terno casi recién estrenado, gemelos y corbata a juego. Hombre bien informado, acudió a cada uno de los colegios electorales donde votaban los principales candidatos de su entorno (ningún candidato vota a la misma hora, para facilitar su labor a los medios informativos en esta jornada agotadora y salir en la foto y hacer las declaraciones consabidas y huérfanas de imaginación), los saludó personalmente y les deseó suerte a todos.Luego, por la tarde descansó en su casa, viendo la tele, en batín y sólo cuando los resultados se habían hecho más o menos oficiales, se volvió a empaquetar y abandonó su domicilio, ya entrada la noche, para acudir a las distintas sedes de los partidos que habían logrado colocar a sus aspirantes en la alcaldía, en el cabildo y en los puestos aventajados del Parlamento que permitirían formar gobierno. A todos los saludó efusivamente, los felicitó y se puso a la disposición de todos ellos. Es Âno lo dije aún- un personajillo de segunda fila, pero esta ceremonia festiva que repite, fielmente, cada cuatro años, le ha funcionado siempre y siempre acaba logrando situarse en un puestito de alguna institución o corporación, si no brillante (el cargo, digo), sí cómodo, al menos, y bien remunerado. Ya saben el dicho: la fiesta se cuenta según le va a uno en ella.
José H. Chela
Por supuesto, en sus discursos domésticos o de barra de cafetería expresaba continuamente su convencimiento de que quien se abstenía no tenía derecho, después, a exigir ni a protestar por una mala gestión o una pésima administración o un penoso gobierno. Llamaba, como todos los políticos, a la participación masiva, no porque la participación masiva pudiese beneficiar a tal o cual partido, sino porque Ây eso no lo confesaban jamás- la elevada abstención es la única herramienta de la que disponen los ciudadanos para castigar la falta de programas de los políticos, su ambición desmesurada. su petulancia o su desfachatez y el único modo de expresar su desconfianza hacia los que pretenden llegar y su rechazo a los que ya están. Como fiesta que era y con todas las de la ley, según él, se enfundó en sus galas domingueras, con un terno casi recién estrenado, gemelos y corbata a juego. Hombre bien informado, acudió a cada uno de los colegios electorales donde votaban los principales candidatos de su entorno (ningún candidato vota a la misma hora, para facilitar su labor a los medios informativos en esta jornada agotadora y salir en la foto y hacer las declaraciones consabidas y huérfanas de imaginación), los saludó personalmente y les deseó suerte a todos.Luego, por la tarde descansó en su casa, viendo la tele, en batín y sólo cuando los resultados se habían hecho más o menos oficiales, se volvió a empaquetar y abandonó su domicilio, ya entrada la noche, para acudir a las distintas sedes de los partidos que habían logrado colocar a sus aspirantes en la alcaldía, en el cabildo y en los puestos aventajados del Parlamento que permitirían formar gobierno. A todos los saludó efusivamente, los felicitó y se puso a la disposición de todos ellos. Es Âno lo dije aún- un personajillo de segunda fila, pero esta ceremonia festiva que repite, fielmente, cada cuatro años, le ha funcionado siempre y siempre acaba logrando situarse en un puestito de alguna institución o corporación, si no brillante (el cargo, digo), sí cómodo, al menos, y bien remunerado. Ya saben el dicho: la fiesta se cuenta según le va a uno en ella.
José H. Chela