Espacio de opinión de Canarias Ahora
Los frívolos y el ALBA
Toca explicarlo, pues. La necesidad de la unidad latinoamericana ante el depredador del Norte resulta una necesidad política, económica, social y cultural ineludible. Los intentos implementados hasta ahora obtuvieron resultados más bien desalentadores por varios motivos. Los fundamentales, la oposición implacable de los gringos y la cobardía histórica de la burguesía criolla. El ALBA nació en diciembre de 2004 por iniciativa de La Habana y Caracas como principio de otro intento para la integración latinoamericana. Surgió como alternativa a la propuesta estadounidense de finales del siglo XX de crear el área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), sustentada en el principio de vía libre a las transnacionales, a los que el ALBA contrapone los de la cooperación solidaria y la complementariedad.A pesar de lo desigual del combate estratégico, el ALCA murió en Mar del Plata antes de nacer porque estaba asociada al neoliberalismo, el gran proyecto fracasado sin remedio en Latinoamérica durante la década pasada. Washington firma hoy acuerdos parciales con quien se preste, pero los planes de privatizar hasta el aire retroceden porque encuentran serias resistencias populares. El ALBA, apenas nacido, crece y no sólo promueve principios generales de igualdad entre las naciones, sino que además se encuentra en condiciones de mostrar ya pequeños avances no basados en las leyes del libre comercio, por ejemplo en materia de educación, sanidad, energía, empresas mixtas e intercambios tecnológicos. Se trata de los recursos que puede aportar cada uno. Estos pasos adelante anima la incorporación de otros. Quizás el próximo sea Ecuador. Hablar sólo del acuerdo energético, añadiéndole un juicio de intenciones contra Venezuela significa ocultar información de calado a los lectores. El primero de los acuerdos denominados Proyectos ALBA aprobados en este encuentro contiene planes de alfabetización, formación universitaria y trabajo productivo. Otro, impulso a las Casas de la Cultura comunes. El tercero estipula la creación de empresas para suministros industriales, importaciones y exportaciones. El cuarto y los siguientes afectan a la alimentación, las telecomunicaciones, el transporte aéreo, marítimo y terrestre, la salud, el turismo, la minería, la industria, el medio ambiente Imposible contar aquí el conjunto de los acuerdos referidos a la integración de los países que constituyen hoy el ALBA. Imposible reemplazar la capacidad los grandes medios de información que incumplen sus deberes como servicio público. El ALBA puede fracasar, pero empezó con buen pie. Se basa además en la necesidad de la integración latinoamericana (futuro complicado frente al coloso del Norte) que a mi entender sólo pasará de ilusión a realidad prometedora si se enmarca en el objetivo de los estados unidos socialistas de América Latina. Porque sólo entonces la inmensa riqueza de los recursos de Latinoamérica, al margen del lucro privado como motor de desarrollo, superará con creces la socialización de la miseria en un marco democrático común. Suerte.
Rafael Morales
Toca explicarlo, pues. La necesidad de la unidad latinoamericana ante el depredador del Norte resulta una necesidad política, económica, social y cultural ineludible. Los intentos implementados hasta ahora obtuvieron resultados más bien desalentadores por varios motivos. Los fundamentales, la oposición implacable de los gringos y la cobardía histórica de la burguesía criolla. El ALBA nació en diciembre de 2004 por iniciativa de La Habana y Caracas como principio de otro intento para la integración latinoamericana. Surgió como alternativa a la propuesta estadounidense de finales del siglo XX de crear el área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), sustentada en el principio de vía libre a las transnacionales, a los que el ALBA contrapone los de la cooperación solidaria y la complementariedad.A pesar de lo desigual del combate estratégico, el ALCA murió en Mar del Plata antes de nacer porque estaba asociada al neoliberalismo, el gran proyecto fracasado sin remedio en Latinoamérica durante la década pasada. Washington firma hoy acuerdos parciales con quien se preste, pero los planes de privatizar hasta el aire retroceden porque encuentran serias resistencias populares. El ALBA, apenas nacido, crece y no sólo promueve principios generales de igualdad entre las naciones, sino que además se encuentra en condiciones de mostrar ya pequeños avances no basados en las leyes del libre comercio, por ejemplo en materia de educación, sanidad, energía, empresas mixtas e intercambios tecnológicos. Se trata de los recursos que puede aportar cada uno. Estos pasos adelante anima la incorporación de otros. Quizás el próximo sea Ecuador. Hablar sólo del acuerdo energético, añadiéndole un juicio de intenciones contra Venezuela significa ocultar información de calado a los lectores. El primero de los acuerdos denominados Proyectos ALBA aprobados en este encuentro contiene planes de alfabetización, formación universitaria y trabajo productivo. Otro, impulso a las Casas de la Cultura comunes. El tercero estipula la creación de empresas para suministros industriales, importaciones y exportaciones. El cuarto y los siguientes afectan a la alimentación, las telecomunicaciones, el transporte aéreo, marítimo y terrestre, la salud, el turismo, la minería, la industria, el medio ambiente Imposible contar aquí el conjunto de los acuerdos referidos a la integración de los países que constituyen hoy el ALBA. Imposible reemplazar la capacidad los grandes medios de información que incumplen sus deberes como servicio público. El ALBA puede fracasar, pero empezó con buen pie. Se basa además en la necesidad de la integración latinoamericana (futuro complicado frente al coloso del Norte) que a mi entender sólo pasará de ilusión a realidad prometedora si se enmarca en el objetivo de los estados unidos socialistas de América Latina. Porque sólo entonces la inmensa riqueza de los recursos de Latinoamérica, al margen del lucro privado como motor de desarrollo, superará con creces la socialización de la miseria en un marco democrático común. Suerte.
Rafael Morales