Espacio de opinión de Canarias Ahora
La frontera de la interdependencia
Si tuviéramos que elegir determinados factores interrelacionados, que se terminan por convertir en retos, y afectan a la economía regional de Canarias, incorporaríamos a la globalización, el cambio climático junto a las políticas arancelarias diferenciadoras. Estas han actuado en conjunto transformando la estructura y dinámica de la economía y la sociedad, creando nuevos desafíos y oportunidades. En este sentido, sin necesidad de empezar por el principio, la globalización ha sido uno de los motores más poderosos de cambio económico desde la última parte del siglo XX. La integración de los mercados, la liberalización del comercio y la expansión de las cadenas de suministro globales han permitido un crecimiento sin precedentes en el comercio y la inversión, promoviendo la concentración de empresas relacionadas con la industria de bienes corporales, lo que a la vez ha ocasionado un crecimiento de las desigualdades, generando tensiones de diferente naturaleza.
Además, el cambio climático ha añadido una capa crítica de complejidad a esta interconexión global. La contaminación proveniente de la acción humana ha llevado a un calentamiento global que afecta a todas las regiones del planeta, cambiando su morfología, provocando un desplazamiento, ya no solo de actividades económicas, sino de personas. De hecho, actualmente la denominada migración climática se sitúa por encima de los 30 millones de desplazamientos anuales, superando en más de un 40% el promedio de los últimos diez años, provocando efectos tanto en los lugares de salida como en los de destino. Es por ello por lo que, ante esta realidad, es necesario adaptarse a la situación a través del impulso de una transformación significativa en las políticas económicas y empresariales, la cual toma una mayor relevancia en lugares dimensionalmente menores como es Canarias.
Otro tema importante que impacta en nuestro día a día son las políticas arancelarias. Estas han jugado un papel crucial porque, a pesar de los beneficios de la globalización, el aumento de la competencia internacional ha llevado a algunas regiones a adoptar medidas proteccionistas. Y, para muestra, la tradicional guerra comercial entre Estados Unidos y China, incorporándose en la actualidad la propia Unión Europea en lo que al control del mercado de vehículo eléctrico se refiere, afectando a la totalidad de las economías involucradas, generando incertidumbre, palabra maldita donde las haya para el crecimiento, e incluso, para el desarrollo económico. Bajo todo este contexto, aunque parezca que desde una parte no se puede hacer el todo, la economía regional ha ganado una mayor relevancia a la hora de generar estrategias más autónomas y sostenibles para fortalecer su resiliencia económica y así minimizar la alta vulnerabilidad y dependencia que siempre se muestra como signo de identidad, para lo cual hay que llevar a cabo inversiones significativas creando nuevas oportunidades económicas y de empleo.
En definitiva, la interrelación entre globalización, cambio climático, políticas arancelarias y economía regional, por un lado, ha facilitado el crecimiento económico, pero, por otro, ha aumentado la vulnerabilidad a los impactos exógenos con peor capacidad de resistencia endógena. La economía regional, por tanto, se convierte en un componente crucial en la estrategia global a través de la cooperación donde, la capacidad de adaptarse determinará el éxito en las próximas décadas. Sin entender estas dinámicas complejas donde se proporcionen herramientas y perspectivas necesarias para situarse en un entorno en constante transformación, la culminación se centrará en el fracaso y la desidia, buscando culpabilidades en lugar de responsabilidades.
Si tuviéramos que elegir determinados factores interrelacionados, que se terminan por convertir en retos, y afectan a la economía regional de Canarias, incorporaríamos a la globalización, el cambio climático junto a las políticas arancelarias diferenciadoras. Estas han actuado en conjunto transformando la estructura y dinámica de la economía y la sociedad, creando nuevos desafíos y oportunidades. En este sentido, sin necesidad de empezar por el principio, la globalización ha sido uno de los motores más poderosos de cambio económico desde la última parte del siglo XX. La integración de los mercados, la liberalización del comercio y la expansión de las cadenas de suministro globales han permitido un crecimiento sin precedentes en el comercio y la inversión, promoviendo la concentración de empresas relacionadas con la industria de bienes corporales, lo que a la vez ha ocasionado un crecimiento de las desigualdades, generando tensiones de diferente naturaleza.
Además, el cambio climático ha añadido una capa crítica de complejidad a esta interconexión global. La contaminación proveniente de la acción humana ha llevado a un calentamiento global que afecta a todas las regiones del planeta, cambiando su morfología, provocando un desplazamiento, ya no solo de actividades económicas, sino de personas. De hecho, actualmente la denominada migración climática se sitúa por encima de los 30 millones de desplazamientos anuales, superando en más de un 40% el promedio de los últimos diez años, provocando efectos tanto en los lugares de salida como en los de destino. Es por ello por lo que, ante esta realidad, es necesario adaptarse a la situación a través del impulso de una transformación significativa en las políticas económicas y empresariales, la cual toma una mayor relevancia en lugares dimensionalmente menores como es Canarias.