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El fuero de Gran Canaria
En recuerdo de mi padre, tengo que señalar que él nos contaba de los actos que el Ayuntamiento de Las Palmas había organizado para festejar aquel importante acontecimiento, en la espectacular Plaza de Santa Ana que, como descubriera el historiador Alfredo Herrera Piqué, es la primera Plaza Mayor de España, planificada para integrar a los poderes político-administrativos y religiosos.
Es anterior a las de Valladolid (primera de la Península), Madrid y Salamanca y fue antecedente de las muchas creadas en la América española. A mi padre, en aquel entonces Primer Oficial de la Secretaria del Ayuntamiento (luego Oficial Mayor), le correspondió el honor de participar en la celebración, así como en la elaboración del programa de actividades y las actas del evento.
¿Que pensarán las nuevas generaciones y todos aquellos que se han integrado en las islas desde comienzos del Siglo XX?. Da la impresión de que antes de la capitalidad de Santa Cruz de Tenerife no constituían una unidad político-administrativa.
¿Es que las Islas Canarias eran un territorio perdido en el Atlántico, con una población aborigen, posiblemente beréber, y sometida al yugo musulmán?. No olvidemos que estos, no en vano, ocuparon gran parte del Norte y Noroeste de África, justo donde están geográficamente situadas las Islas Canarias. Nada de esto. Si hubiese sido así, estarían
en el objetivo del Panarabismo y de la reconquista islámica que proclama hasta la recuperación del Al-Andalus.
Afortunadamente ese riesgo no es cierto, por lo que no puede ser preocupante, ya que la Historia enseña las interesantes fases del desarrollo existencial de Canarias, desde el principio de la Historia ligadas a la Corona de Castilla, que es lo que ahora voy a comentar, con la intención de poner las cosas en su justo lugar y de que haya una conciencia de lo que somos y en donde estamos.
Aquí entra en escena el fuero de Gran Canaria.
En 1948 comencé los estudios en la Facultad de Derecho, de la Universidad Central, en la vieja casona de San Bernardo. En primer curso me encontré con la asignatura Historia del
Derecho, de la que me impartió clases el Catedrático Alfonso García-Gallo, experto en los estudios jurídicos medievales.
Con él aprendí que los Fueros eran los estatutos jurídicos aplicables a un determinado territorio y tenían por objeto regular la vida local, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios otorgados por el Rey. Era un sistema de Derecho generalizado en la Edad Media en la Península Ibérica y era la fuente más importante del Derecho alto-medieval español.
Hubo muchos Fueros famosos como el de Alcalá, el de Madrid, el de Cuenca, etcétera y entre ellos se cuenta el de Gran Canaria, único Fuero otorgado por la Corona, en este caso firmado por los Reyes Católicos, a una isla del Archipiélago.
Está fechado en la Villa de Madrid, el 20 de diciembre del “año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil
cuatrocientos y noventa y cuatro“, según la redacción original. O sea, que el 20 de diciembre de 1494 tendría que ser considerado como una fecha de máxima importancia en la Historia de Canarias por los efectos y consecuencias que
tuvo.
Dicho Fuero se otorgó a Gran Canaria porque en esta isla fueron siendo establecidas, sucesivamente, todas la Instituciones de la Corona con mando y poder de decisión regional, necesarias para la gestión de los asuntos públicos y porque la isla sirvió de cabeza de puente para la conquista de La Palma y Tenerife, las dos islas realengas restantes de incorporación. La Corona se limitó a trasladar a Gran Canaria la política tradicional de los Reyes de Castilla y Aragón de otorgar Fueros a los territorios que anexionaban con objeto de regular las actuaciones de los súbditos que se instalaban en los mismos.
El Fuero viene a constituir la base jurídica del Municipio, que era la unidad territorial del reino. En el Libro Rojo de Gran Canaria, publicado por el Cabildo Insular en 1978, bajo la dirección de Pedro Cúllen del Castillo, se detallan todos los aspectos de este histórico Fuero y su posterior extensión a las restantes islas.
Los interesados pueden ampliar información consultando las páginas 119 a 130 de dicho Libro, que describen los distintos aspectos de la organización de la isla, que contaba con un solo Municipio, con sus Autoridades y Concejo.
Mi opinión es que podemos estar tranquilos a la vista de la evolución histórica: En la isla de Gran Canaria quedó establecida la primara Capital de Canarias, en el sentido moderno de dicha condición, situación que duró hasta las Cortes de Cádiz.
Juan Arencibia Rocha
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