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Para ganar el futuro

El pasado viernes 11 de octubre vivimos uno de esos momentos que pasarán a formar parte de la memoria colectiva de esta isla. Unas 7.000 personas se dieron cita en el Gran Canaria Arena para el encuentro Cumbre de mi Gran Canaria organizado como homenaje a las personas afectadas y a quienes lucharon contra los incendios que asolaron la isla el mes de agosto. Se expresó lo mejor de esta isla: cultura, tradiciones, unidad, solidaridad, implicación, determinación para ganar el futuro. Se concibió como un evento solidario cuya recaudación simbólicamente se destinará a la repoblación con árboles frutales de fincas quemadas o abandonadas de la cumbre y medianías como símbolo de revitalización de la zona.

La celebración, estuvo dirigida por el productor Mario Vega y su equipo que desde un primer momento se mostraron dispuestos a trabajar desinteresadamente junto a un elenco extraordinario de artistas y representantes ciudadanos que supieron condensar en unas dos horas y media todos los valores que convierten a Canarias, a Gran Canaria y a su cumbre en lugares únicos en el mundo. Fue una noche de una intensidad emocional que es muy difícil de describir con palabras.

Cumbre de mi Gran Canaria fue una inmensa demostración de solidaridad y gratitud de una sociedad, no me cansaré de repetirlo, que siempre se une para ganar los grandes retos de progreso y responde cuando se la necesita. Además de las 7.000 personas que se desplazaron literalmente desde todos los rincones de la isla hasta el recinto capitalino, había unos 220 artistas acreditados, todos ellos actuando de manera desinteresada, 160 personas en la organización y decenas de empresas que ofrecieron su colaboración y sus servicios.

El encuentro comenzó con el recibimiento a los cuerpos de prevención y extinción de incendios, seguridad y asociaciones de voluntarios que colaboraron en agosto y que entraron en el recinto con un sonoro aplauso mientras de desplegaban miles de cartulinas en las que podía leerse la palabra “Gracias”. Setenta colectivos fueron homenajeados y sintieron el calor y el cariño de toda la sociedad grancanaria allí representada.

Poco después el público se sorprendió con la presencia de un rebaño de ovejas con el que se quería también homenajear tanto a los pastores como a los animales que se vieron muy afectados por el incendio y que hacen una gran labor de cuidado de nuestros montes eliminando maleza y exceso de vegetación seca. Y junto a ellos, los mayordomos y la agrupación folklórica de la fiesta de las Marías de Santa María de Guía y una reproducción de la fiesta de la Rama de Agaete reviviendo una tradición que identifica a nuestra isla.

Durante las siguientes casi dos horas nos deleitamos con actuaciones como la del espectáculo musical Barranco Abajo, con Los Gofiones, Los Sabandeños, Candelaria González, Marilia, Cristina Ramos, José Vélez, Mari Sánchez y María Mérida, que a sus 94 años sigue emocionando al público, los niños y niñas verseadoras dirigidos por Yeray Rodríguez, que condujo el Encuentro, solistas y cantadores de las 8 islas y hasta silbadores que tuvieron una muy emotiva conversación en este lenguaje que es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Soy consciente de que la prioridad tiene que ser atender a las personas afectadas por el incendio, ser diligente con las ayudas e indemnizaciones y con los planes de restauración ambiental. También seguir mejorando en la prevención para que esto no vuelva a suceder, aunque sabemos que hay problemas estructurales que solo tienen solución en el largo plazo y que requieren una transformación profunda de nuestro modelo socioeconómico. Desde agosto estamos trabajando en todas estas líneas. Pero creo sinceramente que Gran Canaria necesitaba un día como el del viernes, un día de unión, de reafirmación de lo que somos y de nuestra capacidad para restaurar nuestra cumbre.

Los incendios son tan dolorosos además de por lo evidente, porque atacan al corazón de nuestra identidad. Históricamente Canarias ha sido una sociedad eminentemente rural y es en la zona de medianías y cumbres en la que se ha conservado gran parte de nuestros saberes ancestrales, costumbres, tradiciones,… todo aquello que conforma la cultura de un pueblo. También es dónde se concentra una parte importantísima de nuestro patrimonio y endemismos naturales por los que la ciudadanía de Gran Canaria siempre ha sentido un fuerte apego.

Y el fuego atacó todo esto en cuestión de horas. Por eso el sentimiento ante las imágenes que vimos este agosto es tan profundo y sincero. Porque todas y cada una de las personas de esta tierra sintieron que se estaba quemando un pedacito de ellas mismas. Es por eso que los ayuntamientos de los municipios afectados y el Cabildo se pusieron de acuerdo para organizar un homenaje a los damnificados y a los servicios de extinción pero también se convirtió en una oportunidad para que Gran Canaria celebrara lo que es y lo que representa.

En artículos pasados ya expliqué que la gestión de la emergencia fue ejemplar. El trabajo coordinado de todos los cuerpos de extinción y seguridad, la cooperación entre instituciones, la colaboración de las personas afectadas y la sociedad civil y la comunicación consiguieron que no tuviéramos que lamentar víctimas mortales y que las consecuencias de la catástrofe fueran menores de lo esperado. Un éxito colectivo de la sociedad gran canaria y de toda la ayuda que recibimos del exterior. He recibido cientos de mensajes en los que la ciudadanía me expresa su sentimiento de confianza en los profesionales que se encargan de la prevención y extinción y comparten la idea de una isla protegida.

Pero la respuesta ciudadana en el post-incendio también está siendo de gran altura. Desde el primer momento se generó una gran ola de solidaridad ante todas las iniciativas que buscaban ayudar de una manera u otra a la gente que había sufrido las peores consecuencias. Y aunque se mantiene el espíritu crítico y se reclaman mejoras y la adopción de las medidas que cada cual cree oportunas, la respuesta ha sido coherente, sosegada y responsable, más centrada en buscar soluciones que culpables.

Es evidente que la grancanaria es una sociedad madura, consciente de los problemas estructurales generados por el modelo de desarrollo de las últimas décadas pero orgullosa de su identidad y de su patrimonio natural y cultural. También sorprende y satisface el nivel de articulación social de los habitantes de la cumbre que en un territorio con poca población, dispersa y envejecida, han sido capaces de organizarse para elaborar un listado de propuestas muy coherente para la mejora de las condiciones de vida de su zona.

La respuesta ante el evento y las posteriores reacciones me hacen pensar que estamos ante un punto de inflexión. Un momento en el que se dan las condiciones para que demos pasos decisivos en el modelo de desarrollo de esta isla. Que acortemos las distancias que separan al campo de la ciudad, de las zonas turísticas de las rurales, a la ciudadanía de sus instituciones para avanzar todas y todos juntos en un objetivo en el que creo que coincide la mayoría social de esta isla: construir la Gran Canaria que queremos, sostenible, justa social y económicamente e igualitaria.

Y ahora nos toca seguir avanzando. El Encuentro Cumbre de mi Gran Canaria ha mostrado la capacidad de una isla que genera soluciones, que acompaña a quienes más sufren, que avanza hacia un desarrollo sostenible en todas las direcciones que exige una ecoisla: soberanía energética, soberanía alimentaria, lucha contra el cambio climático, reforestación, economía circular, economía azul, turismo diversificado y sostenible, movilidad pública y limpia, sociedad más igualitaria, lucha contra el paro y la pobreza, valores democráticos… Y esta experiencia nos llena de energía para progresar en esa dirección junto a toda la sociedad grancanaria.

El pasado viernes 11 de octubre vivimos uno de esos momentos que pasarán a formar parte de la memoria colectiva de esta isla. Unas 7.000 personas se dieron cita en el Gran Canaria Arena para el encuentro Cumbre de mi Gran Canaria organizado como homenaje a las personas afectadas y a quienes lucharon contra los incendios que asolaron la isla el mes de agosto. Se expresó lo mejor de esta isla: cultura, tradiciones, unidad, solidaridad, implicación, determinación para ganar el futuro. Se concibió como un evento solidario cuya recaudación simbólicamente se destinará a la repoblación con árboles frutales de fincas quemadas o abandonadas de la cumbre y medianías como símbolo de revitalización de la zona.

La celebración, estuvo dirigida por el productor Mario Vega y su equipo que desde un primer momento se mostraron dispuestos a trabajar desinteresadamente junto a un elenco extraordinario de artistas y representantes ciudadanos que supieron condensar en unas dos horas y media todos los valores que convierten a Canarias, a Gran Canaria y a su cumbre en lugares únicos en el mundo. Fue una noche de una intensidad emocional que es muy difícil de describir con palabras.