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Gaza-Madrid: del periodismo a la manipulación desinformativa

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En la prensa de Madrid y en el resto de España se puede observar una campaña sistemática contra Podemos. Si dice blanco se le atribuye hablar de blanquísimo o de negro o gris, sin reproducir exactamente lo que dicen desde Podemos. Si Pablo Iglesias desde su RED comenta acaloradamente algo hecho por Sumar o dejado de hacer por el PSOE, se le despoja de legitimidad y se le atribuyen pretensiones políticas de tipo bonapartista.

En la situación actual se atizan las hogueras de la islamofobia o del antisemitismo. Dos peligrosas tendencias (a-)sociales que tienen raíces profundas y que son encendidas con enorme irresponsabilidad por algunos dirigentes politicos, tanto en España como en Europa, aunque ahora la tendencia es más antiislámica que antisemita.

Tenemos, por un lado, a Vox y otras voces minoritarias de ultraderecha exigiendo que se corten en seco las compras “estratégicas” y la toma de nacionalidad española de personas de origen árabe, y, además, que el Gobierno suspenda las ayudas a Palestina (100 millones en cinco años). Así pues, todo lo que suena a Islam o a mundo árabe es sospechoso: Palestina, países árabes... terrorismo. Es la espiral racista encubierta de partidos que se fortalecen explotando el miedo a lo nuevo, extraño o extranjero y en criminalizar a los inmigrantes. Por otro lado, tenemos a los que, al defender al pueblo palestino, olvidan las barbaridades cometidas por grupos acusados de terroristas que defienden su causa, como Hamas. Pero este lado pro-palestino cuenta con pocas y perseguidas voces, ya que lo oficial en la mayoría europea y angloamericana apoya a Israel. Así, en varios medios “independientes”, atribuyen a antisemitismo inconsciente la petición de la podemista Ione Belarra de suspender relaciones diplomáticas con Israel y de querer llevar a Netanyahu al Tribunal Penal Internacional (como otros han hecho en Europa con Putin). Al mismo tiempo, advierten del peligro para la unidad de España de que el presidente Sánchez hable de posible perdón de los “crímenes” de Junts y de “terroristas” vascos, aunque hace decenios que no se oye nada de ETA (excepto en la prensa derechista). Esa prensa no hace periodismo sino manipulación desinformadora y alarmista. Olvida o carece de ética periodistica.

Pero incluso en la Prensa más seria se deslizan sutiles formas de desacreditar al “extremista” Podemos, así no es de extrañar la incomodidad de sectores de izquierda y afines a Podemos que no ven claro con Sumar, como símbolo que les obliga a mirarse ante el espejo de sus propias contradicciones.  

De la valentía de Sánchez y del PSOE

Dirigentes territoriales del PSOE parecen agradecer lo que llaman la “valentía” del líder socialista, pues Sánchez abandona los eufemismos y argumenta la necesidad de medidas de gracia frente a Junts. Para defender su cambio de posición ha tenido que tragar lo que desde su izquierda Podemos y Sumar venían preconizando. Solo García-Page de la Mancha de Castilla expresa su rechazo a la medida, aunque dice acatará la decisión de los militantes. Desde el gallinero de los vejestorios, Felipe González y Guerra siguen cacareando sus miedos y rencores, olvidando su propio oscuro pasado.

La amnistía aparece como un largo y premeditado trago para el PSOE, amargo pero como trago necesario para que el PSOE pueda gobernar y para que España avance por vías menos agresivas y más cívicas. La derecha del PP-VOX y otras derechas de menos volumen y resonancia han arremetido con la ayuda descarada de medios comprados derechistas. La decisión del Comité Federal del PSOE se estaba esperando en el ambiente político general con una mezcla de esperanza y odios, de miedos y atrevimiento. 

El presidente del Gobierno en funciones, Sánchez, defiende ahora la amnistía en Cataluña y respalda el indulto para que rotura hispana se repare y se “afiance el paso hacia el reencuentro”. “Defiendo la amnistía en Cataluña, está lista para el reencuentro”, aseguró optimista.

Interesante, por encima del ideario programático de los partidos, sus afirmaciones que se acercan al común de las gentes y al pragmatismo. Dijo: “Es cierto que no planeábamos esto ahora, pero sí sabíamos que la superación requeriría unas acciones de gracia, porque no se puede dejar la herida abierta indefinidamente. No era nuestro plan para este momento, pero uno en política, como en la vida, no siempre puede elegir cuándo se realizan sus planes”.

Las herméticas paredes de la sede socialista en la madrileña calle Ferraz han retumbado con las declaraciones “valerosas” de Sánchez al decir:  “Es una evidencia, ni los más recalcitrantes pueden negar que la situación ahora es mejor que en 2017. España tiene un gobierno responsable, miramos los problemas de frente y tratamos de normalizar la vida política en Cataluña”.  

De la presión de Podemos y el desencanto

Quizás resulte interesante, aunque no sea eco de la realidad actual, el saber que el nombre de la calle Ferraz se debe a que en 1856 cuando se derribaron las vallas de la montaña de Príncipe Pío, la calle se prolongó hasta el parque del Oeste. Inicialmente era calle de San Marcial y finalmente se cambió en honor del que fuera alcalde de Madrid: Valentín Ferraz, tan solo un año antes de su muerte. Uno de los retos de Ferraz durante su época de regidor de la capital -solo duró año y medio en el cargo- fue ordenar la expansión de la ciudad. Precisamente por ello se le homenajeó dando su nombre a una de las calles que en esa época encarnaba el desarrollo de Madrid. Aragonés, liberal, condecorado militar, presidente del Gobierno, alcalde de la capital en 1855 y senador vitalicio. El gran desempeño, liderazgo y eficacia de Ferraz le habían convertido, tras nueve años en el continente americano, en uno de los mejores militares de España. Y la sede del PSOE tiene carácter entrañable para los socialistas españoles, ya fue en esa calle el domicilio donde el 9 de diciembre de 1925 falleció el fundador del PSOE Pablo Iglesias cuando no pasaban dos meses de haber cumplido 75 años.

El cierto desencanto político actual no nace tanto de no alcanzar las elevadas expectativas que se tenían con la llegada de los partidos de la coalición de izquierdas al Gobierno sino de la sistemática campaña mediática orquestada desde la derecha y también de la incapacidad de ofrecer un horizonte ilusionante ante la desazón inflacionista, ya que las palancas del éxito no estaban sólo en España, pese a que nuestra economía es de las mejores en Europa, gracias sin duda a las presiones de Podemos dentro del Gobierno.

Ser contrario a Netanyahu no es ser antisemita

Yo soy consciente lector de Carlos Marx, Leon Trotsky, Einstein y admirador desde mi juventud de Spinoza, y no me considero ni pro-semita ni antiárabe. Soy humanista y enemigo del fanatismo religioso y político sea de la esquina derecha o de la izquierda. Y si critico a un gobierno israelita no soy antisemita, como no soy antialemán si critico al gobierno Scholz, ni antiamericano si critico a Biden o a Trump.  

Según leo en El País unos quince reporteros han perdido ya la vida en los últimos días en Gaza. Son personas que han arriesgado y perdido la vida por la vocación de informar en directo al público. Yo, como otros que escriben desde una más o menos cómoda situación, desde mi mesa de escritorio cuyo único peligro es que se caiga el cúmulo de cosas que la ocupan en mi acostumbrado desorden, yo tengo el derecho y el deber de expresar mi opinión, pero no arriesgo mi vida. Obligado sólo por mi conciencia y voluntad de hacerlo desde la verdad, aunque no de forma neutral, sino tratando de ser justo y, en cualquier caso, no usando “informaciones(?)” que son claramente mentiras, vengan de donde vengan.

La mayoría de la gente, lectora de prensa o consumidora de radio y televisión, es indiferente ante hechos que no le afectan inmediata y directamente. No están atentos más que al grito que les advierte que una piedra está cayendo sobre sus cabezas. Las guerras lejanas no le interesan aunque afecten a la carestía de la vida y a la inflación, mientras no tengan que arriesgarse, sea existencial o laboralmente. El resultado del último partido de futbol sí parece de importancia vital.

Y, sin embargo, lo sepa o no el que únicamente ve las páginas de futbol, lo que pasa en Oriente Medio o en Ucrania, en el Océano Pacífico o en el Polo Norte puede ser decisivo para la vida de millones, incluida la vida del lector futbolístico, pues lo que pasa en esos lejanos lares puede llevar al mundo a una Tercera Guerra Mundial y de momento aumenta la carestía de los productos industriales y alimenticios. Los únicos interesados y beneficiados son los oligarcas capitalistas.

La información periodística afecta nuestra vida

Si una información es real o falsa tiene siempre consecuencias. Y mientras más se asciende en el escalafón del poder político o social mayores consecuencias tiene el que la información sea verdadera o sea mentira y producto de una manipulación. En el terrible teatro de guerra que nos afecta se ha mentido y manipulado mucho, especialmente desde las partes combatientes. Y nada menos que el presidente de Estados Unidos, que se supone debería recibir información verídica de primera mano es el personaje político que ha caído en la trampa de la desinformación. Joe Biden, presidente de confesión católica y del Partido Demócrata estadounidense, dijo con motivo de su visita solidaria a Israel: “Nunca pensé realmente que vería, que habría confirmado, imágenes de terroristas decapitando niños”. El líder demócrata hizo este comentario tras una reunión en Washington con líderes de la comunidad judía. Y su palabra corrió como la pólvora. Se produjo un día después de que un reportero del canal israelí i24 informara(?) de la decapitación de 40 menores por militantes de Hamás. (Noticia sin verdad ninguna). Tras el comentario de Biden, la Casa Blanca intentó retractarse, afirmando que el presidente no había visto las imágenes ni confirmado la atrocidad, y que su comentario se basaba en declaraciones de la oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y de la prensa israelí. El líder de la primera potencia mundial consumió así noticias no verificadas como si fuera fuente de información válida para la opinión pública.   

Y si esto le ocurre al presidente americano, ¿qué podemos esperar los ciudadanos de a pie? Yo leo, puedo leer, gracias a mis conocimientos lingüísticos, prensa alemana y española, italiana y francesa, incluso portuguesa o brasileña. Eso me permite contrastar fuentes y modos de enfocar hechos convertidos en noticia o información. Luego de analizar la información y habiéndome formado una opinión, escribo mis artículos, sin mayor riesgo ni exponiéndome a morir. Mis artículos no son producto del heroísmo, sino de la reflexión y de mis convicciones.

Las afirmaciones del presidente estadounidense sobre las decapitaciones fueron recibidas con cientos de mensajes en X (antes Twitter), con los usuarios divididos entre “Biden confirma” y “Biden miente”. Manuel R. Torres Soriano, experto en propaganda y terrorismo, explica que esta respuesta a la desinformación está ligada a la “receptividad”. Es decir, si simpatizo con Palestina me será más fácil cuestionar un ataque tan salvaje, mientras que si me inclino por Israel creeré a Biden, aunque la Casa Blanca dé marcha atrás en las afirmaciones.

Está claro que no es Israel el que puede ser víctima de genocidio aún en el caso de acciones brutales y sangrientas.

“A diferencia de Ucrania, aquí hay una dificultad añadida”, dice Torres Soriano, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, en España. “En Europa hay una posición clara con Rusia, que intenta contaminar [con desinformación] y contra la que la sociedad está inmunizada.(También con medidas de castigo). Ahora [en el conflicto entre Hamás e Israel], el posicionamiento no está tan claro”.

Lo que está claro, según los expertos que vigilan las redes sociales, es que la desinformación y la propaganda se están difundiendo desde ambos bandos y a niveles sin precedentes. Desde la propaganda de Hamás alabando y explotando su ataque a territorio israelí como una muestra de fuerza, hasta los esfuerzos de Israel por asociar la etiqueta de “terrorista” a todo grupo armado palestino vinculado con la resistencia contra la ocupación y las acciones militares de Israel.

Es importante pensar con la propia cabeza y como individuo sin ser parte de un rebaño o de una banda o aunque se sea de un partido. Y procurar ver diversas informaciones y analizarlas friamente. Eso no quiere decir ser neutral. Yo como humanista prefiero las negociaciones y la paz al uso de la fuerza como argumento o la renuncia al dialogo, Y menos cuando la información viene torcida por la manipulación. Eso vale tanto para Gaza como para Madrid.

En la prensa de Madrid y en el resto de España se puede observar una campaña sistemática contra Podemos. Si dice blanco se le atribuye hablar de blanquísimo o de negro o gris, sin reproducir exactamente lo que dicen desde Podemos. Si Pablo Iglesias desde su RED comenta acaloradamente algo hecho por Sumar o dejado de hacer por el PSOE, se le despoja de legitimidad y se le atribuyen pretensiones políticas de tipo bonapartista.

En la situación actual se atizan las hogueras de la islamofobia o del antisemitismo. Dos peligrosas tendencias (a-)sociales que tienen raíces profundas y que son encendidas con enorme irresponsabilidad por algunos dirigentes politicos, tanto en España como en Europa, aunque ahora la tendencia es más antiislámica que antisemita.