Espacio de opinión de Canarias Ahora
Gente de orden
No deja de resultar extraño y curioso que la ultraderecha española sea la que rompiera anoche relaciones con la supuesta derecha conservadora de toda la vida, la que fue fundada por un ministro franquista, aunque para ellos fuera tan liberal como Javier Milei. Lo lógico hubiese sido que el Partido Popular tomara la iniciativa para romper con Vox, pero ha sido justo lo contrario.
Sin querer, Feijóo ha matado dos pájaros de un tiro. La izquierda, el centro e incluso la derecha civilizada llevaban tiempo pidiéndole que rompiera con Vox, pero el presidente del PP no hacía ni puñetero caso. Ha tenido que ser Abascal el que tomara la iniciativa. El resultado es que ha dejado a Feijóo doblemente contento. Al gallego le pasa lo que a mí, que soy tan vago que no doy nunca el primer paso y espero a que lo dé el otro.
Vox ha sido el único partido nacional que se ha negado a repartir a los menores inmigrantes entre toda España. Su supremacismo solo se equipara con el exclusivista de Puigdemont.
Afirmar que la ultraderecha es racista y xenófoba es una perogrullada. Si Vox gobernara, solo o con el PP, ni Nico Williams, que hoy cumple 22 años, ni Yamine Yamal, que mañana cumple 17, formarían parte de la selección española de fútbol porque jamás residirían en España. Vox los habría expulsado cuando aún eran niños, mucho antes de dar su primera patada a un balón. Abascal no los asociaría con un balón sino con un machete y dispuestos a violar a nuestras mujeres y degollar a nuestros hombres.
Williams nació en Pamplona y Yamal en Barcelona. Los dos son españoles de pura cepa pero no habrían nacido en España con las políticas restrictivas de migración que defiende Vox. Sus padres, que saltaron la valla de Melilla y entraron en España de manera irregular tras cruzar el desierto, habrían sido expulsados por Abascal.
Resulta impactante ver a tanta gente enloquecer con la selección española de fútbol y con estos dos españoles negros, uno hijo de ghaneses y otro de marroquí y ecuatoguineana. Es muy probable que los mismos jóvenes que flipan con los dos voten a Santiago y cierra España o a Alvise Pérez, que tienen nombres y apellidos muy españoles y mucho españoles.
Seguramente Nico y Lamine son más españoles que Javier Ortega Smith, Cayetana Álvarez de Toledo y Rocío Monasterio juntos, aunque los hooligans de estos políticos no se lo tendrían en cuenta si a cambio meten goles por un tubo a los chovinistas franceses, los altivos alemanes o los pérfidos ingleses.
En cuanto al reparto de menas, Vox se ha comportado de forma insolidaria no sólo con ellos, sino con Canarias. Quizá porque la ultraderecha cree que somos menos españoles por vivir a más de 2.000 kilómetros de Madrid. De hecho, los canarios somos geográficamente africanos.
Tampoco el PP ha sido solidario y generoso con los niños inmigrantes ya que, aunque acepta el reparto de una pequeña parte de los acogidos en Canarias, se sigue negando a reformar la ley de extranjería para resolver definitivamente el problema. El PP solo quiere poner parches. En cosas así cada uno se retrata en lo mucho o poco que tiene de humanidad.
Todo esto ocurre el mismo día en el que se sabe que la policía patriótica del PP espió a 69 diputados de Podemos. La Audiencia Nacional (la heredera del Tribunal de Orden Público franquista) ya tienen en sus manos las pruebas de que la mal llamada policía patriótica (que tiene las mismas iniciales que el PP) de Fernández Díaz en el Gobierno de Rajoy espió a los diputados de Podemos sin ningún permiso judicial. Entre los espiados estaban Pablo Iglesias, Irene Montero, Ione Belarra y Yolanda Díaz, que en 2015 lograron con Podemos casi setenta diputados en el Congreso.
Esta semana el productor musical Nacho Cano fue detenido por la policía (no por la patriótica) por la supuesta comisión de los delitos de favorecer la inmigración irregular y contra los derechos de los trabajadores.
El ex componente pijo del grupo Mecano se defendió atacando a los policías, a los que tildó de criminales. A renglón seguido, Ayuso, que le había premiado en 2021 con la medalla de la Comunidad de Madrid, respaldó al músico, sobre todo cuando este arremetió contra el comunismo. Comunismo o libertad, debió pensar la presidenta de la Comunidad, a la que Cano está muy agradecido por dejar trabajar a su compañía durante la pandemia.
Nacho Cano, que asegura que la policía fue a por él por ser amigo de la presidenta de la Comunidad, llegó a comparar públicamente a Ayuso con Isabel la Católica y ella le agradeció el guiño, por lo que los dos deberían ir pidiendo hora al psicoanalista.
No se puede ser más egocentristas. Ayuso llevó tan lejos la defensa de Nacho Cano, con el que estuvo veraneando en Ibiza, que llegó a acusar al Gobierno de España de estalinista por la actuación de la policía.
Es un gusto para los progresistas ver a los conservadores, ultras y demás patriotas de hojalata poniendo a parir a la policía española. Gente de orden insultando a las fuerzas de orden público. Los caciques de siempre prefieren a las fuerzas de orden privado. Apuestan por una policía privada y añoran a la policía patriótica, que no es más que la prolongación de la policía franquista.
No deja de resultar extraño y curioso que la ultraderecha española sea la que rompiera anoche relaciones con la supuesta derecha conservadora de toda la vida, la que fue fundada por un ministro franquista, aunque para ellos fuera tan liberal como Javier Milei. Lo lógico hubiese sido que el Partido Popular tomara la iniciativa para romper con Vox, pero ha sido justo lo contrario.
Sin querer, Feijóo ha matado dos pájaros de un tiro. La izquierda, el centro e incluso la derecha civilizada llevaban tiempo pidiéndole que rompiera con Vox, pero el presidente del PP no hacía ni puñetero caso. Ha tenido que ser Abascal el que tomara la iniciativa. El resultado es que ha dejado a Feijóo doblemente contento. Al gallego le pasa lo que a mí, que soy tan vago que no doy nunca el primer paso y espero a que lo dé el otro.