Espacio de opinión de Canarias Ahora
Sobre el gentilicio ''canario''
Debe haber un síndrome de orfandad para ponernos de “palmenses” con olvido de que ya tenemos de viejo gentilicio propio: el de “canarios”, mismamente. Fue el de los aborígenes y es el que aparece en los documentos posteriores a la Conquista para denominarlos cuando resultaba necesario consignar la condición nativa insular. Y ha estado ahí tan de toda la vida que en las demás islas así llamaron siempre a la gente de Gran Canaria. Para gomeros, palmeros, conejeros, herreños y majoreros éramos “canarios”. Y puede incluirse a los tinerfeños que utilizan el superlativo “canarión” en tono despectivo sin reparar en que, para su desgracia, un canarión es un “canario grande”, al fin y al cabo.
“Canario” fue en todo momento el natural de ciudad de Las Palmas y de su isla. Se ha ido difuminando la denominación por la percepción exterior, que la extendió a todos los habitantes del archipiélago, lo que hizo el gentilicio de exclusivo consumo interno de los isleños. Podrán imaginarse qué editor se encontraría con un problema si nos pusiéramos bordes con este asunto.
En la introducción de “palmense” hay algo de renuncia al “canario” que nos corresponde y singulariza. Lo recogen referido a los naturales de Las Palmas, ciudad, el Diccionario del Español Actual, de Seco y Ramos y el Clave, que, la verdad, no se aclara mucho al explicar que “el territorio ´palmense´ comprende las islas de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote”. Un poco más y añade AOE. No aparece en el Covarrubias, en el de Autoridades, ni en el María Moliner. Tampoco en la edición del DRAE que tengo a mano. Entre los diccionarios específicos de las islas, no figura en el Tesoro ni en el Histórico de Marcial Morera. En los diccionarios Histórico y Diferencial de Corrales y Corbella, “palmenses” son los palmeros, principalmente, aunque se indica su aplicación ocasional a los habitantes de Las Palmas. Suele explicarse que se usa más que nada en el leguaje escrito.
Debe haber un síndrome de orfandad para ponernos de “palmenses” con olvido de que ya tenemos de viejo gentilicio propio: el de “canarios”, mismamente. Fue el de los aborígenes y es el que aparece en los documentos posteriores a la Conquista para denominarlos cuando resultaba necesario consignar la condición nativa insular. Y ha estado ahí tan de toda la vida que en las demás islas así llamaron siempre a la gente de Gran Canaria. Para gomeros, palmeros, conejeros, herreños y majoreros éramos “canarios”. Y puede incluirse a los tinerfeños que utilizan el superlativo “canarión” en tono despectivo sin reparar en que, para su desgracia, un canarión es un “canario grande”, al fin y al cabo.
“Canario” fue en todo momento el natural de ciudad de Las Palmas y de su isla. Se ha ido difuminando la denominación por la percepción exterior, que la extendió a todos los habitantes del archipiélago, lo que hizo el gentilicio de exclusivo consumo interno de los isleños. Podrán imaginarse qué editor se encontraría con un problema si nos pusiéramos bordes con este asunto.