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Un gesto de solidaridad y justicia con África: repensar la deuda

21 de marzo de 2021 19:34 h

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Aunque la propagación de la Covid-19 en África parece más limitada que en otros territorios, la economía del continente no ha logrado salir indemne de su encontronazo con el virus: un año después de detectarse los primeros casos, 41 de las 55 economías africanas están oficialmente en situación de recesión.  

Factores como el parón de la actividad a causa de estrictos encierros, la drástica reducción de las remesas, el desplome inicial del precio de las materias primas, la paralización total de sectores económicos claves como el turismo, todo ello empeorado por el agravamiento de los desafíos climáticos y de seguridad, han producido un fuerte crecimiento del desempleo y agravado la situación de los más vulnerables en el continente. La Covid-19, pues, ha tenido unos efectos dramáticos en unos Estados que, financieramente, ya tenían antes de la pandemia un problema que se iba configurando como un gran muro: su deuda.   

Porque es a raíz precisamente del coronavirus que ese muro de la deuda ha crecido hasta convertirse en una montaña. Ante la realidad de los datos, el G20 (grupo de los 20 países más desarrollados del mundo) puso en marcha una moratoria temporal, breve y de momento insuficiente, para el pago de los intereses de la deuda africana. Hay voces que piden sopesar su reestructuración y, en algunos casos, su cancelación total. Este un tema realmente complejo, por la sencilla razón de que gran parte de esa deuda (lo que constituye el gran problema) está en manos de acreedores privados y ello dificulta extraordinariamente su condonación.  

Por si todo esto fuera poco, hace apenas tres meses que nos enteramos del impago de Zambia, primer país en declararse en quiebra y que puede abrir la puerta a una cascada de impagos por parte de otros países africanos. 

En un momento en que todos los recursos son necesarios para apuntalar sistemas de salud fallidos y apoyar a una población en situación precaria, está ocurriendo que algunos países se ven obligados a destinar entre un 15% y hasta un 30% de sus presupuestos a para pagar mes a mes el servicio de la deuda. Ello supone un enorme lastre que les maniata y condena, por lo que repensar qué se hace ante esta trampa es imprescindible. 

Por todas estas razones nos decidimos a organizar un nuevo webinar económico en Casa África esta semana, moderado por la jefa de Economía y Empresa de la Casa, Ana Cárdenes, y en esta ocasión consagrado a la deuda y su efecto pernicioso sobre las economías del continente. 

Pretendíamos reflexionar y buscar soluciones desde el multilateralismo y la cooperación, sumándonos a las voces que exigen cambios profundos que no lleven a todo un continente a naufragar en una nueva crisis, que podría ser en cierto modo evitable. Se trata de la continuación de otro webinar, sobre la zona de libre comercio africana, que organizamos en febrero y es también el preámbulo de un nuevo encuentro, que versará sobre los flujos financieros ilícitos que escapan del continente africano y se desarrollará en las próximas semanas.  

El experto que abrió nuestro webinar esta semana fue Luis Padilla, exsecretario de general de Casa África y ahora consejero senior para África y América Latina del Centro de Desarrollo de la OCDE. Nos explicó que el coronavirus ha resultado en la peor crisis exógena en el continente en los últimos treinta años. Solo el año pasado, se produjo un aumento medio del 66% de la deuda en África y en siete países, este incremento alcanzó el 100%. También precisó que China es el primer acreedor de África, con dos tercios de la deuda bilateral en el continente, y que los servicios de la deuda comprometen entre el 10 y 25% de los presupuestos de muchos países africanos.  Los países del Norte de África son los más endeudados, seguidos de los del este, y después, de África occidental.  

También escuchamos a Iolanda Fresnillo, investigadora y consultora en deuda, finanzas para el desarrollo, género y políticas públicas. Ella nos recordó que hasta 25 países africanos de 41 dedican más recursos al pago de la deuda que al gasto público sanitario y puso el acento en las ventajas fiscales a multinacionales y la evasión fiscal, dos cuestiones básicas a solucionar para lograr que los países africanos consigan los recursos necesarios para avanzar en sus propias agendas. Junto con otro ponente, Jaime Atienza, pidió salirnos del marco común y buscar soluciones más avanzadas para no encontrarnos con una crisis el próximo año, una vez regresen los pagos de la deuda que ahora se suspenden provisionalmente.   

Atienza, responsable global de política de deuda en Oxfam, señaló la necesidad de que la suspensión actual se convierta en cancelación y de que se establezcan mecanismos para que los acreedores privados entren en la iniciativa del G20 de manera forzosa. También mencionó la posibilidad de que Estados Unidos y la UE transfirieran una parte de sus derechos especiales de giro y sus reservas para que los países africanos emitieran moneda y llamó a liberar patentes y compartir el conocimiento para que las vacunas del coronavirus se puedan producir masivamente y lleguen a todos.  

El periodista Jaume Portell, por su parte, puso la autosuficiencia y la industrialización sobre la mesa y relacionó el aumento del precio de los alimentos básicos con las Primaveras Árabes y la conflictividad social, además de apostar por monedas locales más fuertes.  

La solución a la deuda africana no es sencilla, pero el webinar de esta semana ha servido para reflexionar sobre ella y poner sobre la mesa cuestiones que hay que repensar. Los expertos coinciden que la transparencia es fundamental para solucionarla y en que hay que ser más creativos a la hora de abordarla. España es uno de esos países que apuesta por el multilateralismo, por la solidaridad, por avanzar todos juntos sin dejar a nadie atrás. Podemos hacer más para repensar cómo aliviar la deuda de nuestros socios africanos y encontrar vías de salida a esta encerrona socioeconómica de tan difícil solución.  

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