En La Gomera, como ha pasado en general en el resto de las islas, no ha habido un debate previo a cerca del modelo energético que se quiere para la isla. Se está proyectando la ausencia de una planificación que ha caracterizado al sector, en un momento clave para los cambios que se tienen que producir con la llegada de las renovables, cuando las entidades privadas que controlan los sistemas insulares y fondos de inversión si tienen muy claro el modelo de transición que les interesa.
La penetración de las renovables en las islas no debería hacerse de cualquier manera, puesto que los resultados varían en función de cómo se haga esa incorporación de las energías limpias. Por ejemplo, Si la finalidad es la reducción del recibo de la luz y la pobreza energética, la democratización de las renovables, abordar la emergencia climática y conseguir el mayor grado de sustentabilidad en la transición, entonces tenemos que ir hacia la configuración de un sistema insular descentralizado, donde el protagonismo esté en la gestión de la demanda y con las prioridades en el ahorro, la eficiencia, el autoconsumo residencial y compartido, almacenamiento distribuido y una regulación que vaya incorporando las nuevas tecnologías de las TIC y la inteligencia artificial.
Los proyectos eólicos de Ecoener que estos días se han presentado en San Sebastián de La Gomera van a configurar un sistema centralizado cuyos objetivos no son, precisamente, los del interés general de los usuarios del servicio eléctrico en La Gomera.
Si estos proyectos eólicos se encuentran en el marco del programa del Cabildo insular “La Gomera 100% Sostenible” creo que hubiese sido oportuno y consecuente que la institución insular se hubiese preguntado antes, ¿cómo tenemos que introducir las renovables para conseguir el mayor grado de sostenibilidad en la transición energética de la isla? Porque si el objetivo es el de una isla 100% sostenible, como corresponde, también, a una isla reserva de la biosfera desde 2012, entonces la transición tiene que poner rumbo hacia una incorporación de las renovables para ir configurando un sistema energético insular descentralizado que tiene menos impacto territorial, más barato, reduce la pobreza energética y el recibo de la luz y crea economía local.
Dicen que esta empresa privada va a abastecer toda la isla con su energía eólica y exportar los excedentes, ¿por qué no probamos a que los gomer@s, con la ayuda de las administraciones locales y autonómicas, gestiones de forma autónoma, sin intermediarios que no son gratis, su sol y su viento a ver qué grado de autosuficiencia energética son capaces de conseguir? Y después configuramos el sistema insular con las infraestructuras complementarias de generación que sean necesarias, no más, y las tecnologías de almacenamiento que se requieran para la estabilidad del sistema.
El lunes día 27 de junio tiene lugar en La Villa la presentación, por todo lo alto, con una representación de todas las instituciones canarias, para anunciar el proyecto de la multinacional gallega Ecoener de cinco parques eólicos en La Gomera con una potencia total de 12 MW y un presupuesto de 17 millones de €. Una isla que tiene una curva de demanda real, cada 24 horas, que oscila entre los 6,5 MW de las horas valle y los 9,5 MW de los picos de demanda.
La Gomera es la isla que tiene actualmente, con un 98%, el mayor grado de dependencia de derivados del petróleo para la generación de electricidad y, por lo tanto, donde menos se ha desarrollado el autoconsumo, 618 kW según el anuario energético canario de 2020 y que, posiblemente hoy, la potencia instalada de autoconsumo sea mucho mayor con las subvenciones que el Cabildo está dando en los últimos años para viviendas y empresas.
Pero, la isla necesita un plan insular de transición energética que contemple todos los aspectos que requiere la planificación de un nuevo modelo energético insular, evitando las actuaciones aisladas y la ausencia de criterio para conocer cuáles son las grandes infraestructuras que convienen o no a ese plan insular. En ese sentido, la apuesta por los parques eólicos de Ecoener que va dibujando un sistema insular centralizado, apuntan a la continuidad del viejo modelo, aunque sea con renovables.
La planificación estatal de infraestructuras energéticas 2021-26, tiene aprobado un proyecto de conexión submarina con el suroeste de Tenerife con un presupuesto de 103 millones de €, infraestructura costosa que distorsiona la planificación sectorial en la isla al convertir el sistema energético gomero en un apéndice de la central térmica de Granadilla de Abona. Se nos quiere imponer que no hay alternativa a las conexiones submarinas entre islas. Las tecnologías de generación y almacenamiento han madurado mucho y, también, las TIC y redes inteligentes que permiten nuevas alternativas para los sistemas insulares. ¿Dónde está el estudio de coste de oportunidad que demuestra que esta es la mejor opción y no la de desarrollar los recursos renovables que tiene La Gomera para construir su sistema energético propio, descentralizado, basado en la gestión de la demanda con todos los elementos que conlleva un sistema distribuido y las tecnologías de almacenamiento más adecuadas para la gestionabilidad del 100% de la demanda insular?
Da la impresión, a primera vista y, nada más lejos de la realidad, que la isla va camino de ser 100% renovable y el objetivo de la mitigación del cambio climático al alcance de la mano y de que este es el modelo de transición energética insular que el gobierno autonómico quiere para Canarias, a la vista de la amplia y completa representación institucional que la multinacional ECOENER tuvo en San Sebastián de La Gomera. Acompañaban al presidente de la energética gallega, el presidente canario, el subdelegado del gobierno, presidente del Cabildo gomero y el alcalde de la Villa.
El presidente canario recuerda en el acto que el gobierno ha sido rápido en la gestión de la declaración de infraestructura de interés general que quiere decir, expropiación forzosa a los propietarios del terreno, elegido por la multinacional, si se niegan a ceder su propiedad para una inversión privada que conlleva, a su vez, la privatización de un recurso de dominio público o titularidad colectiva como es el viento.
Está claro que este proyecto eólico de Ecoener es energía para el mercado y no para los consumidores de la isla que, aunque la vayan a consumir será siempre a los precios del mercado que incluye los costes de las grandes infraestructuras de generación y de transporte en la isla y en la interconexión con Tenerife, es decir, no es la mejor forma de reducir los precios del recibo de la luz.
Las grandes infraestructuras no cambian modelos energéticos, los perpetúan. Son imprescindibles para desarrollar el mercado de las renovables y, por lo tanto, para que las eléctricas y fondos de inversión puedan trasladar, hacer su particular mudanza, desde el negocio de los combustibles fósiles al de las renovables, donde la sostenibilidad, de la que todo el mundo habla, no es una prioridad porque termina donde empieza su negocio, eso sí, nunca habíamos asistido a un lavado verde tan agresivo y prolongado en los medios como ahora.
Si los objetivos son reducir el recibo de la luz y la pobreza energética, democratizar las renovables, hacer frente a la emergencia climática y una transición con el mayor grado de sustentabilidad, entonces, el modelo no es este que nos han mostrado en La Gomera. Lo que hemos visto en San Sebastián es más una propuesta de sustitución tecnológica que un cambio de modelo energético. El cambio de modelo significa una modificación sustancial en la forma de generar y gestionar la energía y, sobre todo, un cambio de protagonistas entorno a la gestión distribuida de la demanda, donde las grandes infraestructuras van perdiendo justificación y los edificios se integran como partes activas de la transición porque son los espacios donde los residentes, con conciencia de ahorro, propician la eficiencia de los aparatos y las edificaciones junto a los otros elementos del sistema distribuido como son el autoconsumo, almacenamiento, venta de excedentes, punto de recarga de vehículo y todo ello en el marco jurídico de una comunidad energética local, como expresión organizativa de la participación comunitaria para la democratización de las renovables y la soberanía energética.
En San Sebastián hemos asistido a la presentación de un proyecto de renovables para sustituir los grupos diésel de la central insular de El Palmar, pero conservado la estructura del sistema centralizado, una transición que no cambia el modelo energético insular. Descentralizarlo es abrirlo a otros actores acercando la generación a los puntos de consumo, energía kilómetro cero, donde se reduce la ocupación de suelo y el impacto territorial al aprovechar al máximo las cubiertas de todas las edificaciones. Pero este argumentario, cuando se hace realidad, reduce las posibilidades de negocio a las multinacionales del sector, puesto que, los posibles clientes empiezan a gestionar de forma autónoma su propia energía y a compartir sus excedentes con otros usuarios, a participar en proyectos de autoconsumo compartido para aquellos vecinos que no tienen cubiertas viables para la instalación de placas fotovoltaicas.
¿Es una casualidad que este modelo de transición, el más sustentable, justo y democrático no sea una prioridad en la política energética canaria? Porque si establecemos una comparativa, especialmente en las islas de Gran Canaria, Fuerteventura y Tenerife, entre la potencia instalada y en trámite de grandes infraestructuras de renovables con la potencia de autoconsumo, vemos una desproporción tan grande que tenemos que hablar de una transición y una política energética canaria que no prioriza el interés general de la ciudadanía y el territorio y, cuando los recursos energéticos que van a cubrir la demanda en los sistemas insulares los tenemos aquí y son gratis, lamentamos la falta de valentía política para desarrollar en Canarias una transición justa, democrática y sostenible. Donde el desarrollo de los nuevos modelos energéticos diversifique la economía y creen riqueza y empleo local.
En la gomera, como en el resto de las islas, la transición energética tiene que ir más allá de la sustitución de las tecnologías fósiles por las renovables. Más allá, para ir hacia un nuevo modelo energético donde se cambie la forma de generar y gestionar las demandas locales de energía. Consumidores, pymes y ayuntamientos organizados en una comunidad energética insular para gestionar sus respectivas demandas, tanto en el ámbito residencial como para la electrificación del transporte. Un sistema descentralizado que democratice las renovables para reducir la pobreza energética y acabar con la estafa del recibo de la luz.