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Guapos o feos ¿qué más da?

Pero sepan ustedes que estos comunicadores tienen características muy diferentes, aunque les une un nexo común: el éxito.

Hay una variedad que la conforman los guapos. Aquí podríamos incluir a Jesús Vázquez, que bien podría haber sido el modelo en el que Miguel Ángel se fijó para esculpir su David. Cae bien a todo el mundo, simpático, se mueve como pez en el agua en los concursos y encima gusta a ellos y a ellas.

Junto a él está Christian Gálvez que es capaz de presentar simultáneamente dos concursos tan dispares como Pasabalabra y Tú sí que vales. Tiene la suficiente elasticidad profesional ?probablemente adquirida gracias a su convivencia matrimonial con la campeonísima gimnasta Almudena Cid- para adaptarse a registros totalmente diferentes. Para mayor inri la publicación Men's Health lo eligió para ser el protagonista de un reto que consistía en convertirlo en un modelo bien esculpido tras 12 doce semanas de duro entrenamiento físico. Y lo consiguió.

El tercero en esta lista (lo que no quiere decir que estén adecuadamente ordenados) es Jaime Cantizano. El gaditano destila clase y saber estar. Ha sabido torear en una plaza complicada durante los últimos años como ha sido la de DEC, frente a otras corridas que se celebraban en otro coso taurino, el de Sálvame Deluxe. Al final una cornada mortal ha mandado su programa al otro barrio.

Pero como en la vida misma también está el grupo de los presentadores cuya belleza no es su característica más relevante, pero son simpáticos. Seguro que les suena aquello de “no es muy guapo, pero es tan gracioso. Me hace reír tanto”.

Y en esta categoría podríamos incluir a Carlos Sobera, el rey de los concursos basados en la mecánica de pregunta-respuesta. Con gran capacidad gestual ?a veces me recuerda a Mr. Bean-, ha dado grandes momentos a la televisión con su complicidad con los concursantes y sus numerosos ataques de risa compulsiva.

A su lado debe estar Florentino Fernández. Tiene cara de Bubu (aquel osito con pajarita que vivía un montón de aventuras con su amigo Yogi, también oso, en el parque de Jellystone), pero con la acidez del humorista inteligente.

Por último, incluiré al otro Vázquez, Jorge Javier. Lleva años saliendo por la puerta grande de su particular plaza. Se ha ido reconvirtiendo y ha pasado de ser el torero que se llevaba todas las cornadas a erigirse en el presidente, que maneja a sus toreros y toreras, decidiendo a quien otorga una oreja, las dos e, incluso, el rabo. Y por supuesto, quién debe ser retirado por sus monosabios del ruedo mediático.

Y el tercer grupo es el compuesto por los menos agraciados físicamente, pero inmensamente inteligentes. Que sí, que también hemos escuchado aquello de “el pobre es feo, pero ¡qué inteligente es!

En este nivel solo voy a incluir como ejemplo a uno: el Gran Wyoming, principalmente porque creo que si leyera este artículo, él mismo me daría la razón, porque ambas características son tangibles. Un comunicador mordaz y brillante que demuestra que no siempre hace falta la belleza de Jesús Vázquez, ni la simpatía de Florentino Fernández para triunfar en este circo.

Eso sí, todos estos especímenes, independientemente de sus peculiaridades, tienen una característica común: son millonarios en época de crisis.

Y ya lo saben: tengan cuidado, la televisión crea adicción.

Francisco Ramírez

Pero sepan ustedes que estos comunicadores tienen características muy diferentes, aunque les une un nexo común: el éxito.

Hay una variedad que la conforman los guapos. Aquí podríamos incluir a Jesús Vázquez, que bien podría haber sido el modelo en el que Miguel Ángel se fijó para esculpir su David. Cae bien a todo el mundo, simpático, se mueve como pez en el agua en los concursos y encima gusta a ellos y a ellas.