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Guerra de cifras

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Con el paso del tiempo nos damos cuenta de que hay batallas que ya no merecen la pena. No obstante, soy de los que cree que hay enfrentamientos a los que tienes que ir, sabiendo de antemano que las vamos a perder. Sobre todo, las que se basan en evidencias científicas e incluso en aquellas con convicciones morales que, por justicia, hay que defender. No obstante, sin querer entrar en polémicas innecesarias, probablemente por indiferencia mutua, es conveniente hablar de las cifras macroeconómicas que tiene Canarias tanto en términos de PIB como de empleo comparando lo que sucedía en 2019 y lo que sucede, de forma estimada, en 2022.

Resulta que en 2019 había 940.300 personas ocupadas en una economía que generaba 47.183 millones de euros. Si queremos hacer el cálculo de la productividad aparente del trabajo, como información de servicio público, procedamos a una simple división del PIB entre el empleo. Es decir, 47.183 millones entre 940.300 nos da 50.178 euros por persona. Haciendo el mismo cálculo, pero para 2022, el empleo ascendió a 990.800 personas mientras que el PIB incorporándole la inflación, fue de 47.762 millones de euros. Asumiendo que es trampa meter el impacto de los precios, también nos vale para seguir insistiendo que la productividad ha caído por el mero hecho de haber más personas trabajando mientras generan prácticamente lo mismo. Haciendo la pertinente división que antes, pero con los datos de 2022, nos queda que la productividad aparente del trabajo asciende a 48.205 euros por persona, descendiendo, por lo tanto, en un 3,93%. Ahora bien, si nos vamos al dato de verdad, en términos de volumen, el PIB alcanzó los 44.352 millones de euros en 2022, haciendo que la productividad en ese año se desplomara hasta los 44.763 euros por persona, cayendo por tanto en un 10,79%.

Y ¿por qué hay que quitar la inflación? Porque enmascara el dato. Como ejemplo, si hoy en lugar de un euro tenemos dos, pero los precios se han duplicado, nuestro poder de compra y valor permanece inalterado. Tengamos en cuenta que, en el sistema de cuentas nacionales, todos los flujos y stocks se expresan en valor, lo que permite la agregación de diversos bienes y servicios producidos en la economía. No obstante, un importante problema del análisis económico es medir el crecimiento económico en términos de volumen entre períodos distintos. De hecho, las mediciones de volumen hacen posible el análisis del crecimiento real a lo largo del tiempo: “¿Cuánto ha crecido el PIB este año en comparación con años anteriores?”. Para poder hacer esto, las variaciones del valor de los agregados económicos deben dividirse en variaciones causadas por precios y variaciones causadas por variaciones de volumen. Por esa razón, el sistema de cuentas nacionales proporciona un marco para la medición integrada de precio y volumen de las transacciones de bienes y servicios, los impuestos y las subvenciones a los productos, los márgenes comerciales, el consumo de capital fijo, la remuneración de asalariados, los inventarios y los activos fijos producidos.

Sé que puede parecer una mera guerra de cifras pero, en entornos de elevada inflación como el actual, el incremento de los precios hace crecer el PIB nominal, aunque la producción se mantenga estable, lo que puede resultar engañoso. Y es que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran. Entonces, ¿Se ha mejorado? Por supuesto ¿en todos los términos? En absoluto, le pese a quien le pese.

Con el paso del tiempo nos damos cuenta de que hay batallas que ya no merecen la pena. No obstante, soy de los que cree que hay enfrentamientos a los que tienes que ir, sabiendo de antemano que las vamos a perder. Sobre todo, las que se basan en evidencias científicas e incluso en aquellas con convicciones morales que, por justicia, hay que defender. No obstante, sin querer entrar en polémicas innecesarias, probablemente por indiferencia mutua, es conveniente hablar de las cifras macroeconómicas que tiene Canarias tanto en términos de PIB como de empleo comparando lo que sucedía en 2019 y lo que sucede, de forma estimada, en 2022.

Resulta que en 2019 había 940.300 personas ocupadas en una economía que generaba 47.183 millones de euros. Si queremos hacer el cálculo de la productividad aparente del trabajo, como información de servicio público, procedamos a una simple división del PIB entre el empleo. Es decir, 47.183 millones entre 940.300 nos da 50.178 euros por persona. Haciendo el mismo cálculo, pero para 2022, el empleo ascendió a 990.800 personas mientras que el PIB incorporándole la inflación, fue de 47.762 millones de euros. Asumiendo que es trampa meter el impacto de los precios, también nos vale para seguir insistiendo que la productividad ha caído por el mero hecho de haber más personas trabajando mientras generan prácticamente lo mismo. Haciendo la pertinente división que antes, pero con los datos de 2022, nos queda que la productividad aparente del trabajo asciende a 48.205 euros por persona, descendiendo, por lo tanto, en un 3,93%. Ahora bien, si nos vamos al dato de verdad, en términos de volumen, el PIB alcanzó los 44.352 millones de euros en 2022, haciendo que la productividad en ese año se desplomara hasta los 44.763 euros por persona, cayendo por tanto en un 10,79%.