Espacio de opinión de Canarias Ahora
Haití, país transparente
El paso del tiempo ha hecho de este país el infierno que es hoy, pero no por el terremoto -que también- sino porque su población: negra, pobre y joven es una auténtica bomba de relojería.
La población mundial, durante años ha mirado para otro lado mientras las dictaduras se sucedían una tras otra; la inexistencia del más mínimo respeto al ser humano ha sido y continua siendo la tónica diaria y es en este momento cuando nos damos cuenta que están ahí, muriendo aplastados, de hambre, de sed. Hasta que no ha sucedido el desastre, esa parte de la isla del Caribe era “transparente”, no existía.
Haití carece del más mínimo recurso, su riqueza forestal ha desaparecido casi en un noventa por ciento, por el simple hecho de ser utilizada para algo tan prosaico como combustible para cocinar. Significa pues que el territorio está a merced del clima tropical, sus ciclones y tormentas, sin masa forestal que impida la erosión. “Su transparencia” -como de muchos otros lugares de la Tierra- se debe a que el resto de los mortales olvidamos la auténtica indigencia diaria. Más de las tres cuartas partes de la población es analfabeta y no existen ayudas a la mujer para el control de los embarazos, el promedio de nacimientos supera los cuatro hijos desde jovencitas; sin olvidar las incesantes violaciones de los derechos humanos.
Ahora, todos los “ricos del mundo” nos volcamos ante el hecho puntual del terremoto; descubrimos cuál es la realidad los niños haitianos, como muertos de hambre vagan en busca de algo que echarse a la boca. Gracias a las ONGs vamos teniendo perspectivas de la auténtica miseria, y pese a que UNICEF recomiende que no se saquen los niños de su país, deben tomarse medidas drásticas desde EEUU y la UE; recoger toda esa infancia desamparada y acogerla en las distintas ciudades que puedan proporcionarles una vida digna, Para estas adopciones el principal problema es el color de la piel de estos pequeños y pequeñas.
La privilegiada sociedad en la que vivimos, debería avergonzarse de permitir que cerca de sus vidas otros seres humanos estén malviviendo en condiciones infrahumanas y que tenga que ocurrir un hecho semejante para darnos cuenta que siempre han estado presentes.
La ayuda a la pobreza y la exclusión social en el mundo, pasa por políticas internacionales más contundentes en lo que a ayuda humanitaria se refiere, no puede continuar siendo “la limosna al pobre”; debemos proveerles de los medios y las habilidades para que salgan del pozo profundo en el que se han convertido sus vidas. Urgen formulas económicas y políticas que permitan un razonable “después del terremoto” para este pequeño país. A través de la formación y de una ayuda bien dirigida, poco a poco podrán poner en marcha un país devastado, que grita de inanición.
No puedo terminar sin expresar mi admiración por aquellos hombres y mujeres que se han desplazado a la isla de forma altruista para ayudar en lo que puedan. Recuerdo: un chico y una chica de estas islas, bomberos -que ya han vuelto una vez realizado su trabajo-, la cooperación del pueblo y del gobierno español. No obstante el trabajo de reconstrucción empieza a partir de ahora y las potencias mundiales deben ser sus valedoras. Costará mucho cambiar mentalidades entre los oriundos y hacerles reflexionar sobre un futuro; que su cenit no sea la llegada de los marines.
* Secretaria de Formación de la Agrupación Local del PSC-PSOE de Santa Cruz de Tenerife
Carmen Coello*
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